Las sombras del silencio

Así se titula el poemario que ha publicado la Editorial Renacimiento y que me ha enviado desde Sevilla mi amigo y autor, Antonio Duque. Poemas breves, casi haikus, que me he leído de un tirón. No veo a Antonio desde hace años, cuando coincidíamos en los congresos de nuestro común oficio, y esta mañana, conforme avanzaba en la lectura, velaba su imagen un halo de tristeza.

«Ya se han deshojado los geranios / entre la luz cansada. /Tras el rescoldo habitan / todas las horas muertas en desvelo». Lo recuerdo alto, seguro de sí, irónico… Pero sus versos contradicen mi memoria. papeles volando 4«Volveré en los trozos de papel / que nadie arrastra sino el viento. /Volveré en los escombros del último atardecer. / Y será tarde». Su media docena de libros anteriores también transpiraban una indefinible sensación de pérdida, pero tal vez en aquellos años la atribuyese a un mero ejercicio de búsqueda: de estilo. Esta mañana, por contra, desde la madurez de ambos (él es unos años mayor que yo), intuyo que mi amigo se está sincerando. Al modo de un testamento.

¡Hay que ver cómo cambian las percepciones con la edad, y qué distintas nos llegan las mismas cosas! Luego de años sin cruzar palabra, hoy necesito hablar con él. Sin libro interpuesto que me lo traduzca. «Se abrasan los rastrojos, / se arrastra el aguacero. /Inútil dormir cuando se anhela». Quizá debiera pasarme por Sevilla un día de estos, no sea que sus poemas me estén advirtiendo de que no siempre sale gratis dejar las cosas para mejor ocasión.

Acerca de Gustavo Catalán

Licenciado y Doctor en medicina. Especialista en oncología (cáncer de mama). Columnista de opinión durante 21 años, los domingos, en "Diario de Mallorca". Colaborador en la revista de Los Ángeles "Palabra abierta" y otros medios digitales. Escritor. Blog: "Contar es vivir (te)" en: gustavocatalan.wordpress.com
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4 respuestas a Las sombras del silencio

  1. Tònia dijo:

    Yo no dudaría, iría a Sevilla a ver a mi amigo!!.
    Aunque no venga a cuento aquí, sino para sus anteriores artículos; le ruego que siga siendo caústico y permítame que también le incluya entre quienes nos dignifican. Saludos.

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    • jgcatalan dijo:

      Bueno… dignificar es demasiada responsabilidad, ¿no? Digamos que me siento cercano a otros. La causticidad sale muchas veces sin buscarla; como modo de reaccionar evitando a un tiempo repartir cuatro collejas, que es lo que a uno le gustaría al contemplar según qué.

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  2. Gustavo, como autor del libro tengo que aclararte que bastantes de los poemas fueron escritos hace 30 años; no están como cuando fueron escritos (eran mucho más extensos) pero revisar, en poesía, es quitar y abreviar. Me pareció que así podían ser un resumen del poema primitivo y, el libro en conjunto, ser una especia de visión reducida de todos mis libros anteriores.
    Además, la poesía no es especialmente alegre salvo en odas y poemas similares.
    No hay nada extraño detrás de los poemas ni quiero decir cosas que no digo; en cualquier caso, la poesía significa lo que el lector quiere que sea y no tiene que coincidir con la intención del autor (afortunadamente). Nos veremos en Salamanca. Sí quiero que sepas que mi actual vida corresponde a lo que debe ser la jubilación: plena, enriquecedora, nueva, con nietos a los que quieres y que te corresponden…y además poder escribir, oír música…es todo un privilegio. Porque siempre disfruté de lo que tengo sin ansiar nada de lo que carezco.
    Claro que mi vida ha cambiado: desde que falleció mi mujer (ahora va a hacer cuatro años) desaparecieron todas las ilusiones que tenía puestas en hacer juntos otras muchas cosas, pero todos los días me acuerdo de ella, pienso en lo que diría ante determinadas situaciones de la vida corriente e intento ser dos en uno solo, especialmente en mi relación con los nietos. Uno acaba estando más próximo a ellos que a los hijos. Es el misterio de la conexión de las vidas que empiezan y las que, inexorablemente, han de terminar.
    Hay un poema de Paco Brines en su libro «El otoño de las rosas» que se titula «El pacto que me queda». Perfecto, real como la vida misma. Léelo. Un fuerte abrazo, Antonio.
    P.D. Ni se te ocurra venir por aquí porque uno acaba rodeado de niños por todas partes y sin posibilidades de huir.

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    • jgcatalan dijo:

      Antonio: quizá no debiera haber colgado el post, pero necesité en aquel momento, tras la lectura, ordenar un poco mis sensaciones, y sabes como yo que eso se consigue a veces, siquiera un algo, poniéndolas en negro sobre blanco. Ahora, a la vista de tus reflexiones, voy a releerlo con una nueva perspectiva. Y a Brines de paso. Desde luego, a poco que pueda nos vemos en salamanca. Un fuerte abrazo.

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