Se hace imposible, siquiera para quienes asistimos al conflicto desde la banda (por más que se trate de un ámbito que a todos afecta, directa o indirectamente), entender una testarudez del Govern balear que impide ese horizonte de consenso que todos dicen perseguir, aunque en el caso de los autores del TIL (ley para el Tratamiento Integrado de las Lenguas) parezca más bien una embustera cantilena. ¿Por qué? Ojala quisieran -o pudiesen- explicarlo. Sería un primer paso hacia la solución.

Nadie, e incluyo al profesorado en huelga porque he hablado con algunos, se manifiesta contra el espíritu de la ley (a no ser que el espíritu fuese otro que el de la mejora en el aprendizaje de los tres idiomas). Nadie desea bloquear el conocimiento, tanto mejor cuanto más amplio y profundo. Nadie se ha planteado poner palos en las ruedas al progreso o retroceder en la eficacia de un sistema educativo susceptible de mejora; nadie apuesta por una sociedad anclada, provinciana, bloqueada, escindida… Cualquiera de mis interlocutores (o de los suyos, eventual lector de este blog) reconoce que se trata de estudiar con el máximo rigor una realidad escolar heterogénea, con diferencias sustanciales entre centros y capacidades idiomáticas del alumnado y sus maestros. Que se necesita, en suma, proceder a un correcto análisis, a un pormenorizado examen de la situación para, a partir del mismo, establecer la metodología que permita acercarse al objetivo fijando estrategias y plazos. Así se actúa cuando los agentes implicados, los responsables, saben lo que quieren, cuentan con la preparación idónea o, en otro caso, disponen de la adecuada asesoría que los capacita para conseguirlo.

¿Querrán eso quienes sacan pecho mientras afirman que ni un solo paso atrás? Y si persiguiesen otro objetivo para el que consideran oportuna su estrategia, ¿por qué no lo explicitan? ¿A qué tantas carreras, incluso por sobre las decisiones del Tribunal Superior de Justicia? ¿Tal vez no puedan hacerlo por inconfesable, por tratarse de otro que el educativo? Y si no fuera así, ¿Dónde están los resultados de ese análisis experto que avale su empeño contra viento y marea? ¿Acaso no lo han hecho? ¿O sí, pero han decidido pasarse por el forro las evidencias?

Son esos interrogantes los que restan autoridad moral al Gobierno del Presidente Bauzá. Aunque él crea que la mantiene con base en ese sostenella y no enmendalla que, cuando no se explica, delata a dictadores o descerebrados y, a veces, ambas condiciones coexisten, como demuestra la Historia reciente. Desgraciadamente, éste podría ser un ejemplo más.