LA PRIVACIDAD, EN ALMONEDA

He leído hace un par de días que el presidente francés, François Hollande, ha sido sorprendido, pillado, cazado o como mejor quieran llamarlo, en una relación extramatrimonial y, como supondrán, es fácil encontrar fotos y opiniones para todos los gustos.Privacidad 6 Como si se tratara de un asunto de Estado, vaya. Y vaya aquí también una opinión en la red sobre el tema, la mía, que sólo puedo justificar (podría deducirse que abundo en lo que critico) por surgir de mi total desacuerdo con estas violaciones de la privacidad que se han convertido en tónica habitual. Porque el morbo vende.

No creo que la prensa que consideramos seria, ni unos profesionales respetables, debieran emponzoñarse aireando asuntos que no son de interés público; que no nos conciernen ni afectan, y es que, como afirmó en su día, hará ya más de 30 años, un antiguo director del Washington Post, Ben Bradlee, «Borracho en casa, asunto suyo. Borracho en los pasillos del Senado, asunto nuestro». privacidad 3¿Las consecuencias? Hollande forzado a explicar lo que no es de nuestra incumbencia, su esposa hospitalizada por una crisis de ansiedad, y el marido de la supuesta amante, objeto de sorna. Se antoja imprescindible un algo más de respeto por la intimidad ajena cuando todos, incluidos los paparazzi, cuidan de mantener la suya propia a buen recaudo.
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Ni el bunga bunga, oigan, salvo que orgías u otros dislates tengan ribetes delictivos: malversación de caudales públicos, acoso a menores… Privacidad 7Todo lo demás ha de cargarse en la conciencia de cada cual, sin que la información veraz y puntual que exigimos de los medios, haya de contaminarse con indignos espionajes sobre asuntos que sólo a los protagonistas pertenecen. ¡Como si no hubieran temas de más calado para el periodismo de investigación! Lo cierto es que he dudado en hacer pública esta reflexión, pero no he sabido resistirme. No volverá a ocurrir.

Acerca de Gustavo Catalán

Licenciado y Doctor en medicina. Especialista en oncología (cáncer de mama). Columnista de opinión durante 21 años, los domingos, en "Diario de Mallorca". Colaborador en la revista de Los Ángeles "Palabra abierta" y otros medios digitales. Escritor. Blog: "Contar es vivir (te)" en: gustavocatalan.wordpress.com
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16 respuestas a LA PRIVACIDAD, EN ALMONEDA

  1. drlopezvega dijo:

    Cuando el escándalo Lewinsky, yo opinaba que Clinton debía dimitir, pero numerosos colegas me tacharon de «reaccionario» y me aleccionaron sobre la necesidad de escindir los asuntos públicos de la privacidad sexual. Andaban errados, porque yo no soy un moralista mojigato. Lo que soy es un convencido de que el ser humano es civilizado -si lo es- cuando es capaz de alojar sus conductas en 3 nítidas esferas: a) La íntima (evacuaciones y apetitos), b) La privada (intereses y sentimientos/emociones); y c) La pública (obligaciones).

    Clinton, que tenía en sus manos el «botón rojo» (aunque sea una metáfora resobada), que recabó de sus compatriotas justo el poder de apretarlo, justo sobre la base de su excelsa individualidad… No podía comportarse como un bonobo, eyaculando a deshora por cualquier rincón. No por moralismo o indecencia -él sabrá-, sino porque los sujetos llamados a tareas «superiores» no pueden venir con el cuento de que son personas «cualesquiera».

    No sé hasta dónde llegará lo de Hollande, pero veo que los presidentes de Francia mantienen guerras coloniales en África, y poseen fuerza nuclear, y deben contrapesar el Deutschland über alles, y son el rescoldo de un idioma y una cultura universales, incluso son el faro de numerosos republicanos -incluso en España-… Por lo tanto, deberían mantenerse un poquito, siquiera un poquito, por encima del meublé.

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    • Pues disiento. Cosa distinta sería que su comportamiento «bonobo» pudiese interferir en el manejo del botón rojo y, en ese caso, todo el peso de la ley, y el de la opinión pública. Pero en la alcoba, más allá del horario laboral por el que se le paga, con discreción y sin dar tres cuartos al pregonero, que sea felación o sodomía, y con quien le apetezca, no es la ciudadanía ni los medios quienes deban juzgar o intervenir. En otro caso, estaríamos auspiciando una restricción de la libertad individual a tenor del cargo: el concejal no puede hurgarse la nariz en privado, el alcalde no puede acomodarse sus partes y al Ministro ni se le ocurra mirar otro trasero que el pactado en el altar. Y no es eso. Vamos, creo yo. ¡Por fin una discrepancia! Un placer.

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  2. Antonio Duque Amusco dijo:

    Estoy de acuerdo con José Manuel López Vega. Uno espera de un presidente de gobierno que ostenta la representación, en este caso, de los franceses, que sea un hombre íntegro en todos los aspectos. Como hombre público todo lo relacionado con su vida privada debe ser un reflejo de una honradez intachable. Al igual que tenemos que dar por sentado que para ser un buen médico, ante todo hay que ser un médico bueno (sencillamente por cuestiones éticas), un presidente de gobierno ha de ser un ejemplo para los demás que le han otorgado su confianza, y esta confianza ha de sustentarse en la ejemplaridad. ¿Quién puede asegurar que mañana no puede tomar decisiones injustas, desleales o perjudiciales? Y meto a todos los políticos en el mismo cajón, tengan la responsabilidad que tengan.

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    • Un cargo público, ejemplaridad pública y honestidad en el manejo de los recursos que le han sido confiados. Si custodio de la norma moral, pues ejemplaridad moral (caso de los sacerdotes, por un decir). Pero se puede ser eficaz y responsable en el puesto de trabajo sin que la servidumbre abarque tu intimidad. El ámbito de la ejemplaridad, según veo por vuestras opiniones, varía, y yo lo limito al compromiso suscrito. Allende esa frontera, pues allá cada cuál.
      Por lo demás, la ingerencia de los medios en la esfera privada, supone para los inocentes un sufrimiento inmerecido. ¿Por qué han de estar en boca de todos la compañera de Hollande, que será sin duda filmada a su salida del hospital, o el marido de la supuesta amante, tal vez ignorante de esas andanzas? ¿Por qué se ha de utilizar una vara de medir sobre temas que son responsabilidad exclusivamente suya y que, cualquiera que sea nuestra opinión, no implican dejación de responsabilidad institucional ni delito alguno? ¿Con qué derecho nos erigimos en jueces de la moral ajena, si no hay agravio a terceros otros que sus propios familiares? ¿Quién o qué nos legitima para desvelar un secreto que ellos quieren mantener y no perjudica a otros que, en todo caso, ellos mismos?

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  3. H.f. Herrera dijo:

    !Dios! !Cuánta moralina, cuánta hipocresía anda suelta por el mundo! Develar los secretos de una persona es mayor crimen que develar los secretos de un Estado.

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    • No se ha entrado en esta comparación. Si vamos a ello y en una pincelada, pues dependerá de cuáles sean los secretos de la persona y del Estado en cuestión: qué vayamos a obtener, la sociedad, con ello; qué derecho nos asiste para atisbar los entresijos (preservar los valores democráticos es algo distinto a la malsana curiosidad)…
      ¡Ah!, por cierto: no es «develar», como escribes en dos ocasiones, sino «desvelar». Si te refieres a quitar el velo, claro. ¿O es otra cosa?

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  4. MARIA dijo:

    Gustavo, por una vez no estoy de acuerdo contigo y sí con los dos primeros «opinantes». No es cuestión de mojigatería, ni puritanismo, ni de cuernos, sino de honradez. Un político, que representa al pueblo, si no es honrado en su vida íntima, no lo será con los ciudadanos. No se trata de que no pueda ser libertino, gay, rascarse el culo o sodomizar, se trata de no engañar. Otra cosa sería que este señor no tuviera pareja o esposa. Entonces sí que me adhiero a tu comentario, y pienso que nadie debe meter las narices en su vida. O que su señora, en vez de tener un ataque de ansiedad, hubiera salido a la palestra a defender que ellos son una pareja abierta y cada uno puede tener relaciones con quien le dé la gana. A partir de ahí ya no habría justificación para la crítica. Pero como parece que engañaba a la legítima, y encima debía desplazarse para sus escarceos con la escolta que pagan todos y como el papel de Primera Dama lo asume la que se acuesta con él… pues va a ser que sí que es incumbencia de los votantes.

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    • Tengo mis dudas, hondas, al respecto, y es que en cuestión de pulsiones erótico-sentimentales, la razón se bate en retirada. Quiero decir que así, a bote pronto, puedo aceptar que alguien sea escrupuloso en sus compromisos políticos, honesto en su trabajo y, a un tiempo, infiel en sus relaciones de pareja. ¿que ello pueda mover a sospecha, y deducir que si es capaz de mentir en su vida privada, tal vez no tenga empacho en hacerlo cuando mejor le convenga? Bueno… podría ser. Sin embargo, sí estoy de acuerdo en que la infidelidad con escolta a cargo del erario público es harina de otro costal.
      Me habría gustado conocer un abanico más amplio de opiniones antes de proceder a una revisión de mi planteamiento; no obstante, que tú disientas, al igual que han hecho los otros comentaristas, me da que pensar, y creo que uno no debe mantener su criterio contra viento y marea (¿Qué prefieres ser, viento o marea?), así que quizá resulte que he de meditar sobre mi posición y eso es lo que haré, a falta de método científico que me permita decantarme sin lugar a dudas.
      No obstante, María, ¿no crees que los medios podrían emplearse con más eficiencia y levantar polvaredas de más interés para la mejora democrática?
      En cualquier caso, un placer compartir. Y debatir, si se tercia.
      Un abrazo.

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      • Maria dijo:

        Sí Gustavo, en esto estoy completamente de acuerdo. Los medios se ceban en estas situaciones y los televidentes también, cuando podríamos hacerlo en otros temas de mucho más interés. Supongo que los líos de alcoba son más fáciles de entender para la mayoría que las políticas financieras, acciones preferentes o subordinadas, SWAPS. Pero desde tiempos inmemoriables los linchamientos se hacen por adulterio. Todavía tendrá que dar gracias porque no lo han apedreado… 🙂

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  5. carlesbenz dijo:

    A la prensa siempre le han interesado los lios de los famosos. Cuando son políticos puede tener consecuencias. Recuerda el caso Prófumo. Pero debería separarse lo público de lo privado.

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  6. carlesbenz dijo:

    Es poco conocida una infidelidad que tuvo gran influencia en la politica española. Un jefe de gobierno (no doy nombres, era almirante) padeció la infidelidad de su mujer y pidió ayuda al OD. En consecuencia miembros del OD entraron a formar parte del gobierno, acaparando poder y echando a los falangistas a raiz del caso Matesa.

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    • Muy misterioso te veo…

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    • drlopezvega dijo:

      No es por «chercher la femme», pero a los pobres nos van quedando pocos reductos. Primero se nos dijo que la bragueta no era lo importante, que lo sustancial eran las políticas. Pero empezaron a pasarse los programas electorales por el forro de los oeufs, y ya no se paran en barras. (Véase la monumental estafa de Marianico el corto.) Si, encima, pueden irse de picos pardos en horario laboral, endosándole la factura a los fondos reservados, ¿qué coño nos van dejando? Pensándolo bien, «coño» podría no ser apropiado en este contexto. En fin. ¿Y qué me decís de la pobre Gayet? Todo Progre defendiendo a Hollande, pero ni una voz en defensa de ella, que la van echando de todas partes. Ma belle, qui êtait si jolie!

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      • Los pobres pues lo de siempre. ¡Faltaría más! ¿Qué imaginas? ¿Un revulsivo que subvierta las bases del orden establecido? El delito no es robar un banco sino fundarlo y manejarlo. Sin embargo, mira lo bien que funciona uno con ciertos delitos. Claro que Hollande y Gayet están en otras cosas…

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