Ayer, día de las elecciones europeas, me dio por pensar en el soplo de aire fresco que supondría oír, por boca de muchos candidatos al momio de Estrasburgo, que ésta iba a ser su última intentona en caso de no resultar elegidos (y de serlo también, por eso de renovarse o agostarse). Y se me ocurrió a propósito de unas declaraciones a la BBC de Philip Roth, el escritor estadounidense que, con 81 años, aseguró que no volverá a escribir ni aparecer en público. Pongo su plan en cuarentena porque tal vez todo dependa de la intensidad de una nueva pulsión. Ahí tienen por ejemplo a Lobo Antunes, el portugués que, en 1998, manifestó que renunciaba a publicar en su país, aunque dio marcha atrás pasado un tiempo; o a Amelie Nothombe, la belga nacida en japón y que tomó la decisión de publicar una novela al año desde 1992 y, tras veinte de ellas, dejarlo para vivir de rentas. Pero finalizó el plazo y sigue en sus trece (en cuanto a libros, más).
Supongo que lo mismo sucedería con nuestros politicastros, si la momentánea frustración les moviera a parecidas promesas. Y claro que hay ejemplos de otros novelistas que han abandonado: piensen en Imre Kértesz; en Salinger, que hizo mutis con cuarenta y pocos años, en Simenon, que escribía media docena de libros al año en sus mejores tiempos o en Juan Rulfo, que no volvió a publicar tras su «Pedro Páramo». Y esto me lleva a una segunda reflexión: ya me gustaría que dejaran la pluma otros que los citados pero, a lo que se ve, sólo los mejores, con excepciones, mantienen su intención. Con esta regla, y de aplicarla a los políticos, aviados estamos.
¿Alcanzan a imaginar a Soraya Saenz, Cospedal, a Rubalcaba, Cañete o nuestro Bauzá, regalándonos por anticipado su definitiva retirada? ¿Y qué demonios iban a hacer para apuntalar el ego? Porque no creo yo que la narrativa de ficción o el ensayo filosófico fueran, en su caso, alternativas viables. Sólo les quedan salidas a lo Aznar o Felipe González y, de no haber sueldazos para todos en la empresa privada, no les queda otra opción que seguir en el machito. Aunque sea a expensas de escribir, para la Historia, penosas y adocenadas historias. Que ninguno tiene el perfil de Rulfo, vamos. Más bien habilidades para el panfleto o, todo lo más, para darnos el coñazo mientras envejecemos a su compás. Y Philip Roth podrá o no mantener su decisión e igual nos convendría lo segundo. Pero no es lo mismo en el caso de los personajillos a que me refiero. Ni de lejos.
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15 h: Acabo de escuchar que, a causa de la debacle del PSOE, Rubalcaba ha decidido convocar un Congreso extraordinario el mes de julio, al objeto de elegir a su sucesor en el cargo. Por algo se empieza.
En esto de retirarse «a tiempo», para luego retomar los trastos, ha habido verdaderos fenómenos en la tauromaquia. A fin de cuentas, si el público paga una entrada por ver el retorno del Jedi o el regreso de la Momia…
Puede que suceda algo similar con los candidatos electorales. Se han elegido, según parece, varios parlamentos europeos. De España han salido cada cita cerca de 60 paisanos hacia la sinecura, que consiste en cobrar una pasta por… Esto… Por… En fin, ¡pelillos a la mar!
Todavía se recuerda (¿o no?) la vergüenza de europarlamentarios que firmaban la entrada un viernes a las 8 para trincar la dieta y apenas a las 8.30 ya iban echando el bofe por los pasillos del aeropuerto. Hemos designado no sé, quizás a 200 españoles, en distintas elecciones, para que vayan a Bruselas a lo que podríamos definir como «aprender idiomas». Dabuten, por lo de ampliar horizontes y tal, pero ¡joder con la academia!
Claro que, según creo, entre sueldo y dietas se levantan 12.000 euracos al mes. Multiplicando por 14 pagas, sale una buena pasta, y además hay ciertas dudas sobre dónde tienen que tributar y cuál es el tipo aplicable. Más que tipo, un gaznápiro es lo que les aplican. De modo que, bien mirado, ¿por qué coño van a dimitir? Son sacrificados conciudadanos, no héroes.
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Van cayendo, acabo de leer que Patxi Lopez también se va.
Sigamos esperando…
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Debe ser porque intuye que Susana, la de Andalucía, puede anular sus posibilidades para hacerse con la Secretaría General en el Congreso que se avecina.
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18.000 euros brutos, creo haber leído. Y, efectivamente, por unas horas de trabajo a la semana. ¿Pero quién les compensará del cabreo por no viajar en primera?
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Pero sigo esperando reacciones en el «partido mayoritario».
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Apuesto a que no las habrá.
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