COPAGO, MÁS IMPUESTOS O ESTO SE ACABA

sanidad_publica 4Me estoy refiriendo a unos costos farmacéuticos que la Sanidad pública no podrá asumir en breve plazo. El modelo actual será a no tardar financieramente insostenible, así que se aumenta el porcentaje de copago, los impuestos de forma más descarada o sólo podrán acceder a muchos de los nuevos medicamentos quienes los puedan pagar. ¿Injusto? Naturalmente. Y si me preguntan por otras alternativas sin duda las hay, pero ello supondría voluntad política y más decencia, requisitos ambos alejados de nuestra realidad. Entretanto, advertirán en las líneas siguientes cómo está el patio. Para cambiarlo doctores tiene la iglesia como se suele decir, así que yo sólo ejerceré de tal en el tema que conozco.

Para el cáncer de mama, se han lanzado al mercado (nunca mejor dicho) nuevos fármacos a precios exorbitantes: Afinitor, Avastin, Pertuzumab, Kadcyla… Sanidad 11Sólo este último (encima suele prescribirse en combinación con otros) ronda los 8000 euros por mes de tratamiento. Claro que únicamente prolonga la supervivencia (están todos ellos indicados en fases avanzadas de la enfermedad) y tendría cierta lógica que se restringiese el uso por análisis de costo/efectividad. Sin embargo, ¿lo admitirían si fuese su madre/hija la afectada y el especialista asegurase que se trataba de la mejor opción? También son prohibitivos los costes de nuevos medicamentos orales para la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA); Rilutek o Gilenya suponen entre 5000 y 30.000 euros al año. En este caso podrá argüirse que se trata de una enfermedad poco frecuente, pero no sucede así con la Hepatitis C (alrededor de 900.000 afectados en España, un tercio de los cuales conoce a fecha de hoy su diagnóstico). HEPATITISPues bien: el reciente producto que ha comercializado la empresa Gilead asciende, por tratamiento (curación en el 90% de los casos), a unos 60.000 euros, pendientes de negociación con el Gobierno. Supongamos que se consiguiera rebajar el precio a la mitad; si lo multiplican ustedes por el número de enfermos tributarios del mismo, les saldrá una cifra próxima al presupuesto sanitario global.
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Con estos costes, nuestra sanidad se va al garete. Y claro que existen opciones para evitar la quiebra. Las Compañías farmacéuticas (con todo y su alta inversión en investigación) ganan lo que no está escrito. La investigación propia, financiada con dinero público, está como todos saben bajo mínimos y se siguen sin arbitrar otras medidas: desde la compra centralizada para toda la red pública a la venta por unidosis en los centros sanitarios o la revisión de las patentes y su duración. En cuanto a los impuestos, aumentar el de Sociedades y terminar con las amnistías fiscales también podría ayudar. Y todo ello sin contar con sueldos de senadores inútiles, cargos digitados y lo que se queda en el tintero. Pero es mentar a la bicha, de manera que, con esos precios y estos gestores, pronto se tomará algo más que aspirinas únicamente quien se lo pueda costear. Va a resultar que Fukuyama algo de razón tenía cuando afirmó que el progreso del capitalismo perjudica la conducta moral. Pero los inmorales se tratarán sin duda su hepatitis C, si llega el caso.

Acerca de Gustavo Catalán

Licenciado y Doctor en medicina. Especialista en oncología (cáncer de mama). Columnista de opinión durante 21 años, los domingos, en "Diario de Mallorca". Colaborador en la revista de Los Ángeles "Palabra abierta" y otros medios digitales. Escritor. Blog: "Contar es vivir (te)" en: gustavocatalan.wordpress.com
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11 respuestas a COPAGO, MÁS IMPUESTOS O ESTO SE ACABA

  1. Mónica dijo:

    Ahí está la clave. Por decir algo:

    Eliminar despilfarros de todo el aparato gubernamental y asesor, sobradísimo de cargos y asesorías a primos y amiguetes con sus mariscadas y megafiestas en Ibiza pagadas por todos nosotros,
    Adecuar sueldos y pensiones de los cargos políticos,
    Aumentar impuestos a los que más tienen y por supuesto a las grandes fortunas, eliminando paraísos fiscales y maniobras “legales” para tributar lo mínimo (solo a su alcance una buena asesoría; el resto tributamos hasta por pestañear)
    Eliminar trincadores, hacerles devolver todo, con intereses, y darles un castigo ejemplar que se vayan pata abajo a ver si aprenden,
    Negociar precios adecuados con las farmacéuticas y dejarse del cinismo y doblez de aprobar precios impagables y luego decirnos, oiga, no lo prescriban,
    Potenciar políticas de equidad para todas las Comunidades Autónomas y proponer planes de centralización para abaratar costes,

    O sea, priorizar los intereses de la población (recodemos “democracia”), por ejemplo sanidad y educación, justo los más castigados, y no los suyos, siempre de cara al electoralismo y al latrocinio, podredumbre manifiesta diariamente.
    Todo este dinero de todos perdido, debería derivarse ahí. Donde más hace falta.

    Sólo en cuestión de medicamentos, hay muchos en la cola.
    Eficaces. Y muy caros.
    De seguir así, no sé qué derrotero nos harán tomar.

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  2. Tú sabes, igual o mejor que yo, lo peliaguda que está la cosa…

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    • Mónica dijo:

      A nosotros nos solicitan Informes de Evaluación de Medicamentos.
      Cando se llega al apartado costes, se te llevan los demonios.
      Es como andar por la cuerda floja sabiendo que en algún momento se va a romper.

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      • Mónica dijo:

        Lo de la hepatitis C está trayendo cola…
        Acabo de leer y firmar el MANIFIESTO PROFESIONAL RECLAMANDO UNA DISMINUCIÓN DE LOS COSTES DE LOS NUEVOS FÁRMACOS PARA EL TRATAMIENTO DE LA HEPATITIS C”, el cual asumen médicos y otros profesionales sanitarios en ejercicio activo en España que atienden directamente o tienen una implicación profesional importante en la asistencia a pacientes con hepatitis C.

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      • drlopezvega dijo:

        Cierto, pero sucede que los precios van disminuyendo, a veces a tal velocidad que las predicciones agoreras no llevan la sangre al río.

        Yo participé en los primeros ensayos con ondansetron (un antiemético carísimo, incluso más que la quimioterapia), allá por los últimos 80. Pues bien, apenas 5 años mas tarde, su precio era francamente asumible. Lo mismo podríamos decir de los factores estimulantes de granulocitos; de un impacto presupuestario gordo, pero gordo, en pocos años han pasado a ser un producto no diré que regalado, pero casi.

        Esto obedece a la dinámica «natural» del capitalismo y, a mi juicio, permite ver el futuro con ojos menos catastrofistas. Habrá que pagar más impuestos -snif-, habrá que manejarlos con más eficiencia -snof-, pero desde luego no creo que se joda el cotarro. Lo están podando por aquello de desviar fondos al pesebre paralelo, pero creo que siempre interesará tener un fuerte nicho pagador al que enchufarle las medicinas, primero muy, muy caras, y después más, más baratas, porque a fin de cuentas parece que tomando buenas medicinas vivimos más y mejor.

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  3. drlopezvega dijo:

    Los economistas estudian algo así como «teoría de formación de precios», porque la asignación de un precio, al medicamento o a cualquier otro artículo mercantil, es un arcano de cojones. Digo yo que la empresa vendedora intenta colar el MÁXIMO precio posible, el máximo que, en su opinión, el comprador estará dispuesto a pagar. Al vendedor, en principio, le trae al fresco cuánto esfuerzo haga el comprador -si lo paga fácil o si tiene que endeudarse-, al menos mientras no el pobre diablo entre en asfixia financiera, cuando ya no puede ni pagar, ni comprar, ni sostener una mínima erección.

    Enfrente, el comprador desea agenciarse el producto de sus sueños/amores/dolores al MíNIMO precio posible, incluso pondrá un careto lastimero por si queda un vestigio de caridad y se lo largan gratis. Pagará lo menos que pueda, no sé, buscando otro proveedor, demorando los pagos, implorando una rebajilla por internet, comprando un sucedáneo marca garrafón…. Malabares, hará, para librarse de otra pastilla que alivie sus ganas de ahorcarse.

    Todas estas banalidades se hacen peliagudas al hablar de salud como un DERECHO; cuando el Estado TIENE QUE garantizar una cobertura suficiente, en calidad y en recursos financieros. Lo dice la papela llamada Constitución, así que habrá que cumplirlo, ¿no? Pues bien, entonces el Estado debería ser el comprador de fármacos -si no fabricante- y las industrias farmacéuticas (en plural, porque eso del monopolio está muy feo) deberían estar al otro lado del mostrador.

    En mi visión del mundo, tan tajante e ingenua, Estado e industrias deben ser agentes INDEPENDIENTES, que funcionen con reglas explícitas y compromisos racionales y transparentes: uno gastará los impuestos de la mejor manera, otros venderán las cajas en buenas condiciones de frescura y precio. Ya, ya sé que la cosa no va así, pero la gracia está en saber por qué no es así. A mi juicio, la respuesta es fácil: contra el lugar común de que somos una democracia, lo cierto es que vivimos una forma degenerada que ya los griegos llamaron plutocracia.

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  4. ¿Y como se termina con la plutocracia, siquiera farmacéutica, sin acudir a las «guns»? Porque de seguir el asunto en las mismas, lo tenemos más que crudo la mayoría. A no ser que recurramos a lo de «siempre nos quedará París». Porque he leído que en Francia hay muchos fármacos que son más baratos…

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    • drlopezvega dijo:

      Pues no lo veo fácil. De momento, el nivel educativo de la plebe es el que es, y la peña se comporta como se comporta, y la exigencia moral de la basca es como es, y no veo en el horizonte signos obvios de que la ciudadanía quiera/pueda asumir un protagonismo solvente. Oigo alguna que otra conversación de barra de bar, que empiezan así: «Yo, lo que haría, es…. blablabla». Y el blablabla me suena sorprendentemente hueco, inconsistente o inviable. Quizá por eso escribo, a sabiendas de que es pasto para librerías de viejo (si es que en el futuro perduran).

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  5. JuanJ. Lopez dijo:

    Muy acertado. Se podría añadir que la industria farmacéutica podría abaratar el costo de muchos de estos fármacos si regularizara sus ganancias y se controlasen los costos de promoción de los mismos.

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  6. Lo que sucede es que las ganancias (su cuantía es otro asunto) deben formar parte indisoluble de la estrategia empresarial. En cuanto a la promoción, ¿a cuántos congresos hemos asistido, financiados por el propio hospital, el Estado o el Fondo de Investigación de la SS? Podríamos contarlos con los dedos de una mano y nos sobrarían. Todos somos, en mayor o menor medida, corresponsables de tu segunda sugerencia. Y a este paso, el asunto tiene difícil salida de no adoptarse otras medidas. ¿No te parece?

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    • Por otra parte, las empresas farmacéuticas son legales y cotizan en bolsa, lo que significa que TODOS participamos en ellas, quizá sin saberlo. ¿Dónde está invertido TU plan de pensiones, TU fondillo para imprevistos, TU depósito a plazo? Pues también en farmacéuticas, entre otros negocios incluso más turbios.

      ¿Y si vas por Navidad a retirar tus intereses y el director de la oficina te informa que no TIENES nada porque en un rapto de militancia anti-farmacéuticas decidió desplazar TU pasta de las medicinas a la lencería fina para poblados de Afganistán? «¡Oiga, oiga!», le dirías tú, al borde la apoplejía. Y él te explicaría que los medicamentos son una estafa, pero observe usted el amplísimo margen comercial de las bragas de Nina Ricci. Entonces, ¿cómo es que no queda NADA? «Es que los talibanes me quemaron la carga», dirá, compungido, el director.

      En realidad quemaron TU carga, pero la recompensa moral por combatir con ardor en la guerra anti-farmacéuticas no tiene precio. Se van a enterar. Encima, esta noche no te tomarás la pastilla para la tensión, sino que arrojarás al reciclado esa mierda con las que se forran los buitres. Menudo eres.

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