LA DUQUESA DE ALBA. Y CONDESA, Y MARQUESA…

DuquesaEs frecuente basar la opinión que alguien nos merece, en estereotipos alejados de la objetividad. No soy ajeno a esos prejuicios y, cuando se trata de personajes públicos con relevancia social y/o mediática (ambas suelen ir de la mano), demasiadas veces solemos encasillarlos con independencia de su historia personal.

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El reciente fallecimiento de la duquesa de Alba -entre otras decenas de títulos y grandezas-, sirve como ejemplo de lo que antecede. La condición noble (me refiero a ducados, marquesados…), así como las resonancias históricas de su linaje, han contribuido a definirla más allá de su valía, cultura y talante. Se trataba de alguien a quien bastaban los marchamos de nacimiento para brillar en sociedad sin necesidad de esfuerzo adicional (en otros casos se precisa de determinación, aunque ser famoso tampoco es difícil; basta con que uno dé muerte a su portera, que decía Camus) y, sin embargo, más allá de comportamientos que no podían por menos que llamar la atención, atesoraba cualidades sobresalientes.

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Alguien llano como era ella, desinhibido, con demostrada capacidad para beber la vida a grandes sorbos y con una alegría que según cuentan se contagiaba, se eleva por encima de sus blasones para convertirse en persona, más allá del personaje, que requiere ser valorada con parecidos baremos a los que utilizamos para con quienes no han rehuido el esfuerzo y han evitado las máscaras porque no quieren ni tienen por qué mudarse en otro/a. Duquesa 2Y claro que es fácil ser modesto desde la celebridad, pero tengo la impresión de que, en ella, una cierta espontaneidad que no perseguía la lisonja, le era consustancial y no impostura. ¿Simpleza? No lo creo; pasotismo, quizá, propio de quien está de vuelta. Por todo ello, su desaparición es una pena. Entre otras cosas, porque a muchos nos caía bien.

Acerca de Gustavo Catalán

Licenciado y Doctor en medicina. Especialista en oncología (cáncer de mama). Columnista de opinión durante 21 años, los domingos, en "Diario de Mallorca". Colaborador en la revista de Los Ángeles "Palabra abierta" y otros medios digitales. Escritor. Blog: "Contar es vivir (te)" en: gustavocatalan.wordpress.com
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2 respuestas a LA DUQUESA DE ALBA. Y CONDESA, Y MARQUESA…

  1. Mónica dijo:

    Yo soy una de ellos….
    Alguna vez he dicho «yo de mayor quiero ser como la duquesa de Alba»

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  2. drlopezvega dijo:

    Los Álvarez de Toledo, linajudos castellanos, poseían desde mediados del XIV las tierras de Alba, unos 60 pueblitos a orillas del Tormes, a 15 km de Salamanca. Un siglo después ostentaban el título de «condes de Alba de Tormes».

    Por sus servicios al rey Enrique IV, el conde García se convirtió en «duque de Alba» (1470), pero siguió engrandeciendo el título al traicionarlo con su rival, la encantadora Isabelita. No digamos ya cómo medró la cosa/casa cuando sucesivos duques se hicieron perejil de todas las salsas con los Reyes Católicos, su nieto Carlos V y su biznieto Felipe II. Firmaban «Alva» o «Alba» cuando mejor les apetecía y se fueron adueñando de labrantíos, títulos, cazaderos, palacios y obras de arte hasta perder el sentido.

    La familia ha sabido conservar tamaño patrimonio histórico, cultural, arquitectónico y artístico. La última duquesa no cejó en la tarea. Hurra. La nena casó bien y montaba chupi a caballo y vivió opíparamente y ella y sus hijos han protagonizado las páginas de la «vida social». Hurra. La duquesa se lo pasaba de puta madre bailando sevillanas en las casetas y sentía las saetas como una lanzada de amor y se ponía el mundo por montera en los toros y en todos los saraos el populacho le prodigaba una espontánea simpatía que ella sublimaba en campechano jolgorio. Hurra.

    Hurra. Aunque enviar las cámaras de la televisión PÚBLICA a cubrir el entierro en directo, en fin, exhale cierto tufo lacayuno… a mí también me caía bien. Porque vivió como yo hubiera querido. De puta madre y que salga el sol por Antequera.

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