EL POST Y LAS CROQUETAS

Post 2Sin duda habrá quien piense que esto de escribir en un blog (o, en general, lo de sentarse a solas y a ver qué sale), una afición porque a nadie se obliga, ha de tener evidentes contrapartidas que lo expliquen. Y las hay, por supuesto, aunque de tener que exponerlas el asunto se complica. No es sólo que en ocasiones pese la falta de inspiración o el preguntarse a veces que hará uno aquí sentado, en soledad, cuando podría… sino que, instado a verbalizar los motivos, suelo recurrir a argumentos descontextualizados y procedentes de otros (casi todo está ya dicho) a quienes me hubiera gustado ver en mi situación de ayer.

Podría salirme con lo de García Márquez: eso de que escribo para mantener el brazo caliente; por poner algo a resguardo de la muerte (Gide), para ascender a las fuentes. / Y volver a nacer…

-Oye: ¿y por qué, para cambiar un poco, no haces algo útil? -sugirió mi mujer-. Post 8Ya llevo 60 croquetas y no me da por pensar que, cuando no sabes bien quién eres, te pones a hacer croquetas. O tú a escribir, como has dicho alguna vez. Si me echaras una mano terminaríamos antes. Además, para ascender a las fuentes conviene tener el estómago lleno, ¿no?

Lo cierto es que, frente a la bandeja y escrutado con mirada entre irónica y recriminatoria, no acerté con una respuesta que me sacara del brete. «No te vendría nada mal acercarte al mundo real en algún rato libre y hacer algo de provecho. Van sesenta y dos». ¡Cualquiera salía ahora con lo de Proust y que la única vida plenamente vivida es la literaria! Me habría respondido, como si la oyese, que la única vida que se sostiene pasa por la andorga, así que déjate de monsergas. Post 7Sesenta y cuatro. No es de extrañar que olvidase ayer lo que pudo ser el post y haya acabado en éste. Tras colgarlo, las probaré y, desde luego, en próxima ocasión me hago el firme propósito de colaborar. Siquiera por quitarme de encima la mala conciencia y, de paso, igual me da para contar cualquier día cómo se siente uno cuando deja las divagaciones por algo más prosaico y, con seguridad, más sabroso. En cuanto a lo de cambiar la vida en palabras, ya me guardaré de remedar a Borges en voz alta. Podría quedarme con las ganas de hincarles el diente sin culminar la faena. Por lo demás, he de confesar que las croquetas me han motivado más que las elecciones andaluzas. Con todo y la debacle del PP.

 

 

 

 

Acerca de Gustavo Catalán

Licenciado y Doctor en medicina. Especialista en oncología (cáncer de mama). Columnista de opinión durante 21 años, los domingos, en "Diario de Mallorca". Colaborador en la revista de Los Ángeles "Palabra abierta" y otros medios digitales. Escritor. Blog: "Contar es vivir (te)" en: gustavocatalan.wordpress.com
Esta entrada fue publicada en Humor y etiquetada , , , , , , . Guarda el enlace permanente.

4 respuestas a EL POST Y LAS CROQUETAS

  1. Rosario Ferrà dijo:

    Muy realista y muy cercano, si que es cierto que a veces nos perdemos cosas al parecer tribiales pero sin las cuales, ¡a ver quien era el guapo que echaría pa lante!
    Un saludo
    Rosario

    Me gusta

  2. Yo he decidido a aprender a hacerlas. ¡Si lo dice Julio Iglesias…! Pero, más que nada, porque comer de las letras es asunto complicado…
    Saludos.

    Me gusta

  3. Mónica dijo:

    O sea que, al final, ¿no hiciste ninguna croqueta?.
    Tras el ataque frontal que sufriste, que por lo que cuentas supiste esquivar, además de la reflexión que nos relatas, es casi pecaminoso no haber ayudado en su elaboración, cuando sí en su deguste.
    60 y pico croquetas son muchas croquetas. Y como la masa no esté en su punto, es harto difícil hacerlas. Puede que más difícil que alguna disquisición dialéctica.
    Deberías probar a ver qué tal se te da.
    Pero, por favor, no dejes de escribir, por mucho éxito que tengas.

    Me gusta

  4. Prometo convertirme en un experto antes de ponerme a leer las memorias de José Bono. Con mi escasa habilidad para la cocina, igual me libro de la lectura…

    Me gusta

Deja un comentario