Conocía de su existencia a través del médico Antonio Mesquida, buen amigo y alma de la misma, de modo que acepté con sumo gusto asistir al acto en que, a través de filmaciones sobre el terreno, se mostraban con cuatro pinceladas (resumir la solidaridad y sus matices es empresa imposible) los veinte años de actividad en diversos países.

He sido colaborador de otra organización en parecida línea y que habré mencionado en alguna ocasión: Voluntaris de Mallorca. No obstante, las pasadas experiencias no restaron un ápice de interés a la entrañable exposición que seguí embebido. Y es que enfrentarse a la miseria lo es siempre por primera vez y no hay vivencias que la conviertan en digerible. Llevant en marxa comenzó su solidaria andadura en la selva peruana, entre las comunidades aguarunas del alto Amazonas y, por aquellos lares, la construcción de escuelas, talleres y centros de salud, se alternó en una de las grabaciones con la descripción del Masato: un puré de yuca que cuando bien fermentado permite una soberana cogorza en cualquier fiesta popular.

De San Lorenzo y la Hermana Sagrario, cambiar al Altiplano:  4800 metros de altura y junto a los quechuas. Después Honduras, El Salvador y Haití (se financió una escuela tras el terremoto de 2010); casas para algunos pobres y un centro con capacidad para 180 niños en Colombia… Finalmente y desde 2003 hasta hoy, la colaboración se ha centrado en Etiopía a través de la construcción de pozos, escuelas para más de 2500 alumnos o contribución tecnológica y formación profesional en el hospital de Gambo. Terminé, supongo que como todos los asistentes, reviviendo un cúmulo de sentimientos que, de algun modo, redimensionan. Aunque no quede más remedio que seguir cada cual en ese espacio que media entre la compasión y el egoísmo. Afortunadamente, Llevant en marxa nos empujó, siquiera por unas horas, hacia la primera y, con ello, la certeza de que seguir por ahí no sólo beneficia a algunos desheredados sino, aunque sea de paso, también a quienes se esfuerzan en conseguir, contra viento y marea, un mundo más justo.