Una alimentación equilibrada sin duda contribuye a mejorar la salud y, respecto a la dieta mediterránea, los informes son concluyentes. Asimismo, el cuidado dietético es esencial para, entre otras cosas, controlar el colesterol, la glucemia o, por no seguir, la tensión arterial. Sin embargo, de ahí a atribuir propiedades terapéuticas a los alimentos frente a un tumor metastásico, como afirmaba en una entrevista la médico de familia Odile Fernández (autora de un best seller al respecto), media un abismo y no existe constancia científica.
La susodicha estaba afecta, según afirma, de un cáncer ovárico con metástasis óseas y pulmonares. En tal situación, el único tratamiento con posibilidades es la quimioterapia y, aún así, la regresión completa es infrecuente. Combinar la misma con determinada alimentación podrá seguramente contribuir a un mejor estado físico y superior tolerancia farmacológica, pero de ahí a atribuir a la semilla de lino o el brócoli su respuesta completa (desaparición de la enfermedad), media un abismo. Y sus declaraciones son exponente del nulo conocimiento de la tal Odile sobre oncología.
Su percepción es análoga a la de quienes combinan los tratamientos convencionales, de probada eficacia -no siempre, desafortunadamente-, con las ocurrencias más variopintas: desde la auriculoterapia a lavativas de café o la meditación trascendental. Pero atribuir a homeopatía o acupuntura los resultados terapéuticos, no resiste el mínimo rigor analítico. Una cosa es que, excepcionalmente, se hayan comprobado remisiones espontáneas -de causa aún por determinar con exactitud-, y curaciones en estadios avanzados de determinadas neoplasias (hay más 200 cánceres, según su orígen) merced a la medicina científica, y otra distinta atribuir a la cocina, como hace, su favorable evolución. Apostar por la cúrcuma o los alimentos crudos me parece muy bien como estrategia profiláctica -preventiva-, pero relacionarlos con la remisión de un tumor que ha metastatizado, es clara evidencia de que a esta médico general, por lo que hace a la oncología, le queda mucho por aprender. Y para empezar, que cuando las opiniones no tienen fundamento, mejor calladita y ponerse a estudiar.
leíste el supleento semanal del domingo la entrevista a pedro Alonso hablando sobre los antivacunas? dberias tomar el tema algún dia.
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Sí, lo leí. Queda en el tintero…
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Estas personas pseudocientificas se atribuyen conocimientos que trasmiten a la población general y hacen mucho daño.
recientemente,ente ha habido tambien un congreso sobre cancer en Barcelona con la misma tematica.El colegio de Medicos a traves de su presidente Dr Padrós terció muy bien en al asunto.
Una penosidad de los tiemnpos moernos..
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Andrés: un verdadero placer encontrarte por aquí. Espero que no sea la última vez!! Leí algo sobre el Colegio de médicos en Barcelona, efectivamente. No sé cómo podremos `poner coto a tanto simplón/a como anda suelto. Y hacen mucho daño, como sabes… Un abrazo
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Además de que se trata de pseudociencias, de que cualquier charlatán se autoencumbra como experto y de que hay nula evidencia, lo peor son los efectos que estas terapias pueden tener en los pacientes que están recibiendo tratamiento contra el cáncer.
Muchas sustancias pueden producir interacciones con los medicamentos prescritos por el oncólogo disminuyendo su efecto o potenciando su toxicidad. Y también pueden producir efectos desconocidos que pueden alterar los resultados esperados con la terapia estándar. Además de los desmesurados precios de estos productos placebo. La lástima es que puedo entender a los afectados, pues son enfermos a los que se les hace falsas promesas.
Hoy he visto una foto del resultado de una terapia con “cupping” (terapia con ventosas) que valdría para una película de terror.
Creo que hace falta muuuucha información y muuuucha educación sanitaria.
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No había oído nada de ese «cupping». Ya me enteraré. Por lo demás, qué te voy a contar…
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De todo hay…, aprovechados de la situación en que se encuentran enfermos y familiares. La cuestión es vender y hacerse notable a cualquier precio .
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Al precio de la enfermedad ajena. Son unos desaprensivos que están llamando a una intervención legal y contundente.
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Hay demasiados charlatanes y aprovechados de situaciones graves para enfermos y familiares, no sólo de los que tienen cáncer, ante una enfermedad seria (que compromete también la estabilidad emocional de todo el entorno ) es fácil abrir una brecha y manipular las creencias, actitudes y «el bolsillo » de las víctimas. Estos «delincuentes «deberían detectarse con alguna «onda electromagnética o por «nube»…ya que parecen estar atentos al menor descuido de los enfermos para lanzarse al ataque.
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Ciertamene, en unos casos un lucrativo negocio a costa de los enfermos (no puedo imaginar mayor indignidad); en otras ocasiones, las creencias (la fe nunca exige demostraciones) publicitadas como evidencias. En síntesis: sinvergüenzas o estúpidos. Y no se me ocurren otras posibilidades para la «heterodoxia» sanitaria.
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Me enseñó un maestro que ‘para tener buenos resultados en cáncer, lo mejor es tener un anatomopatólogo pesimista’. En efecto, si el tipo llama cáncer a cosas que no lo son y se curan casi solas, el oncólogo se pone laureles inmerecidos.
El chascarrillo me viene a la mente siempre que alguien ‘cura’ unas metástasis con jugo de rábano o cocciones de lagartija impúber.
Con todo, si ese alguien es un lego -una actriz, un cantamañanas, un charlatán, un ‘famoso’-, ¿qué le vamos a hacer? Los medios lo amplifican y habrá quien haga caso, tontos e incautos nunca han faltado en la historia de la Humanidad. Lo gordo viene cuando el mangarrán es un MÉDICO, un sujeto que traiciona las bases metodológicas y éticas de su profesión. Ahí sí que habría que entrar a saco. Oiga, dígame, ¿a Vd quién le expidió el título? Oiga, amigo, véngase un rato a hacer un examen de re-certificación. Oiga, explíqueme eso del cáncer que se ha curado…
Por experiencia, una frase que comienza con ‘Oiga’, así, con cierta sequedad, en una interpelación directa del rubor facial, aplaca muchos excesos. Prúebenlo con un niño travieso. Vean cómo corre el guaje a refugiarse en las faldas de mamá.
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De tener delante a esa Odile podríamos, efectivamente, empezar con el «Oiga», aunque tambien: «Pero tú, profesional de tres al cuarto…» podría convenir como síntesis de su memez.
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Profesionales enormes contrarrestando tanta charlatanería.
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¡Qué más quisiéramos! (poniendo en solfa lo de «enormes»)… La población es muy sensible a mensajes fáciles, aunque no tengan ningún aval. Lo que hace falta, desde hace décadas, es mayor inversión en educación sanitaria. Pero claro, la corrupción va primero…
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Por supuesto qué la inversión es de una profunda y demoledora escasez y no sólo en la sanitaria. Enorme amigo 🙂
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Pingback: ALIMENTACIÓN Y CÁNCER METASTÁSICO — Contar es vivir (te) | Motricidad Humana
Un orgullo que haya considerado el post interesante. Me gustaríua que no fuese la última vez. Un muy afectuoso saludo
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