Los más jóvenes no sólo empiezan ya a darme el jaque mate en ajedrez, o en una carrera perderme de vista y no precisamente por delante sino que, más allá de las derrotas y sobrevolándolas, se ha hecho omnipresente su compasiva mirada cuando hay un móvil nuevo u ordenador -el mío- de por medio.
El obligado uso que impone su innegable utilidad, corre parejo con el desasosiego por una creciente dependencia del impredecible artilugio porque, de funcionar como debe y convertido en insustituible herramienta para trabajo u ocio, ¿cuánto tardará en mostrar un críptico mensaje que seré incapaz de descifrar? Y, en consecuencia, forzándome a pedir ayuda a esos que desde la niñez conviven con la tecnología como yo antaño con peonzas y canicas. Cada dos por tres, sé que quedaré en suspenso, contagiado de igual parálisis que la del disco duro y emparedado entre la frustración y el cabreo.
«No apague: actualizando». Sin embargo, ha llegado al 100% y sigue detenido. «Realizando una negociación TLS», «Puede ser víctima de una falsificación de software» y, si consiguiera averiguarlo, ¿qué debería hacer? «No se puede cargar la página: puede que esté inaccesible o haya desaparecido» o, para remate, «Aplicando la operación de actualización 6581», lo cual, y para evitar en lo posible la sensación de ineptitud, me lleva a pensar que debería hacer un listado de lo que ocurre a partir de la actualización número uno. Y eso de no mediar los ¡Uf! o los ¡Vaya!: «¡Vaya, algo va mal!»; «¡Vaya, su pestaña no funciona!» (y menos mal que no alude a otros apéndices corporales) o «¡Uf! ¡No se puede conectar!». Se antoja evidente, frente a semejante desconcierto, que debería hacer un curso de capacitación siquiera para evitar que mis ocasionales ayudantes me coloquen la definitiva etiqueta, aunque no sé si voy a tener cabeza para eso. Tal vez sea más propio resignarse, y si sólo las manos duchas comen truchas, como reza el dicho,aceptar de una vez que no podré ir más allá del pan con tomate.
Gustavo, tengo la impresión que tienes un modelo muy de nivel, qué jerga!. Y respecto a tú pregunta, ¡demonios! pues que esos jóvenes se crean lo que son: generación «2.0». Si te parece inadecuado mi comentario le das al «delete». Besossss
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Nada de inadecuado, pero, ¿qué es «generación 2». A ver si vas a ser como mi ordenador… Un beso.
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Es que quería compensar «tus palabros», que el único que he entendido ha sido el de software, nada de lo que has puesto de actualizaciones o negociaciones :). Este término se refiere a una nueva generación de webs, y ya se utiliza mucho para definir asuntos corrientes.
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Siempre hay una tecla en lugar visible, llamada ON/OFF. Pues es sencillo: ON significa ‘ondesenciende’.
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¡Ahora he caído…! Llevaba tiempo dándole vueltas…
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A pesar de todos los peros Gustavo que has expuesto tan bien, ya no podemos prescindir de la informática para comunicarnos y relacionarnos con mucha amistad, que es amor.
Podemos eliminar toda esa jerga inútil de palabrería sin menoscabo de su utiilidad a nuestra forma y manera.
Que los más jóvenes hagan lo que les dé la gana y que a nosotros nos dejen en paz a nuestro aire. Allá ellos con sus paranoias y sus déficits conigtivos que provoca la adicción.
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¡Adelante, Eugenio…! Entre otras cosas, porque no queda más remedio. ¡Un abrazo! Y no dejes las constelaciones.
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