En el debate de ayer se llegó al esperpento que nos siguen ofreciendo día tras día los candidatos, con argumentos falaces de los que todos participan aportando su personal toque y con el principal objetivo que no es, como sería deseable, aclarar su posición, sino oscurecer más si cabe la de los contrarios y, todos, con salidas por la tangente: actitudes propias de una casta que, con la aparición de los nuevos Partidos, se ha multiplicado. Como pudo comprobarse una vez más, cada facción tiene su peculiar modo de vestir la realidad, de identificar sus postulados con la verdad y, pese a que todos debieran ya saber a estas alturas que de la ideología no se puede hacer ciencia, dicha obviedad no ha permeado las actitudes y comportamientos de ninguno de los intervinientes.
Las derechas nos auguran un sombrío futuro de no contarse con ellos, pese a que los otros se acusen recíprocamente de favorecer su continuidad. En la izquierda siguen, como acostumbran, creyéndose exclusivos depositarios del tarro de las esencias y, en cuanto al centro (centro derecha los de C´s o centro izquierda el PSOE, si acaso fuesen razonables dichas adscripciones), es tradicional el rechazo hacia quienes se sitúen a uno u otro lado de sus temblonas fronteras, aunque nadie alcance a saber dónde empiezan o terminan. Ninguno de ellos interactúa para lo que no sea depredación o parasitismo, lo cual revela a las claras que anteponen el protagonismo a otras consideraciones, negándose a asumir que el equilibrio de los contrarios –en palabras de Empédocles, y no precisamente ayer- es el secreto del Universo y, en el terreno que nos ocupa, condición sine qua non para la gobernabilidad.
Pese al encuentro televisivo y a disimulada cara de perro, intuyo que la ciudadanía sigue a estas alturas y entre tanta polvareda, sin acertar a distinguir entre coletas y coletillas, tictacs o tactic-as, apostura o postureo… Y, lo que es peor (o no), tras el domingo que se avecina podríamos seguir en las mismas, convirtiendo aquel “Bienio negro” del que se hablaba en los años treinta, en un cuatrienio de no te menees. Sea como fuere, la semana próxima terminará la pantomima. Entretanto, sólo nos queda esperar a verlas venir; los creyentes santiguándose y, los otros, sin asidero al que agarrarse a falta de fe en los milagros.
P.D: Por ser fiel a la verdad, debo precisar que escribí todo lo anterior ayer tarde, antes del debate, con intención de modificar mis apreciaciones hoy, a tenor de lo sucedido, y de paso comprobar hasta qué punto los prejuicios y estereotipos condicionan mi opinión. Sin embargo, esta mañana y ya ocurrido el evento, no me veo en la necesidad de cambiar una sola línea. Ustedes juzgarán.
El 2º párrafo empieza con ‘las derechas’ y ‘la izquierda’. (No ‘la derechona’ y ‘las izquierdas’, como se estilaba.) ¿Es menester interpretar la conversión, o es simple inercia?
Vaya por delante que hace apenas 3 años, el inefable Sánchez buscó la complicidad del saltimbanqui Rivera para tumbar a Rajoy. Se veían mutuamente como garantes de una España renovada, o eso decían, pero hoy se profesan mutua aversión. O eso dicen.
Vaya también que en las filas del PSOE (Rubalcaba, creo recordar) se acuñó lo del ‘gobierno Franskentein’ para desacreditar la alianza del PSOE con Podemos. El tal Sánchez abjuró de esos ‘ilusos y demagogos’, aunque luego no tuvo empacho en ‘gobernar’ con ellos.
Quiere decirse que uno ya no sabe dónde está la izquierda y dónde la derecha. Peor aún, que no sabe dónde está la frontera y hasta qué punto es inviolable.
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Lo que suceda el domingo y las alianzas posibles, daría para hacer un libro a lo Asimov. A no ser que se prefiera la novela negra…
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Ninguno de los cuatro tiene capacidad para gobernar en medio de la situación de deuda que tenemos y de una Europa que nos ofrece un complicado futuro entre la caída de Alemania y la salida de Inglaterra por las buenas o por las malas
Entonces la votación va a servir de poco
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No he presenciado los 2 debates televisivos, entre otras cosas, porque con un intervalo de 24 horas no debería haber diferencias apreciables: si las hubiere, solo cabe atribuirlas a un esfuerzo consciente por engañar más todavía al prójimo.
Tiendo a pensar que el voto (o el no voto) están más que decididos antes de los dichosos debates. A mi entender, son más un programa de entretenimiento que un elemento de juicio consciente.
Ahora bien, de no serlo, es decir si estoy equivocado y el personal los emplea para decantarse definitivamente, observo que todos los comentarios coinciden en denunciar la endeblez de los 4 candidatos. Salvo el tal Iglesias, tan histriónicamente versallesco como otrora incendiario, todos han sido nefastos. La conclusión lógica, por lo tanto, ¿no sería la abstención?
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Hombre, doctor.. Del mal el menos, ¿no? Cosa distinta sería que, de sumar las abstenciones y en blanco una cifra respetable, no hubiesen de repetirse los comicios sino previamente cambiar los candidatos.
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Arturo: panorama vidrioso. Por los de fuera y, para terminarlo de arreglar, también por los de dentro. El domingo veremos. Un abrazo
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De vez en cuando salta a la prensa un alcalde de esos que llevan 35 años de alcalde, haciendo cosas útiles, al parecer, pero sin alharacas propagandísticas, pues de hecho llevábamos 35 años sin tener la menor idea de su existencia. Gozan de respeto si no unánime sí muy ‘transversal’, como se dice ahora, y a menudo se da la circunstancia de que no cobran por su dedicación, que vienen compatibilizando con un trabajo fuera de las instituciones.
A ver, no es que yo quiera una congregación de franciscanos para dirigir el país, ni un sanedrín de tecnócratas mortecinos, pero desde luego tampoco quiero esta patulea de saltimbanquis rodeados de ‘asesores’ con cargo al presupuesto. Gente sin trayectoria profesional alguna, gente de estricta obediencia partidista que un día, por arte de la propaganda, se transmuta en traidora visionaria.
Con todo, lo que más me irrita es cómo manipulan los votos que reciben. Eran para hacer A, pero solo han podido hacer Z. Ya se sabe, la herencia recibida, circunstancias de última hora, Bruselas, disensiones en el partido, grescas parlamentarias, los jueces… Siempre hay algún roto y no pocos descosidos, pero tú votaste A y te dan Z, por sus cojones, y encima tienes que tragarte que solo era posible Z, entonces, pero ahora será posible A, a condición de que te mantengas fiel.
¡Ni de cojones! A chupar banquillo y, mientras tanto, que salga el sol por Antequera. De hecho, estoy involucrado en una magno experimento sociológico: ¿qué harían el Rey, las Cortes y el Supremo, si las elecciones se saldan con un 97% de abstenciones? No me negarás que sería graciosísima la investidura de un campanudo buenoparanada.
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Sería de ver el experimento, pero presumo que va a haber, pese a todas las reticencias y constataciones de inepcia, una alta participación que va a superar el 70%. Despues será de ver (y quizá no creer…). En cualquier caso, será como en el chiste: «¿No hay nadie más?».
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No los he visto, he estado fuera y a lo mejor los busco para tener más opinión. Por los resúmenes que he leído en prensa aparenta que sí podías haber cambiado algo, aunque solo sea por la escenificación al que se recurrió, no sólo mediocre sino ridícula y reforzaría ese patetismo que ya se vislumbraba antes de esos debates. Me han gustado vuestras reflexiones, pero a estas alturas me asombra que exista dilema en cuestión de abstención, porque los programas de unos son un peligro en cuanto a lo social, diversidad, y respeto.
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¡Abstenerse, nunca! Sólo nos faltaba recibir la bofetada por mirar hacia otro lado… Mañana, como clavos. Y que haya suerte.
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A estas horas parece que van a ser unas cifras de participación altas, ahora a ver donde está repartida lo que yo agradecería que no fuera cuestión de suerte. Que un engendro pueda tomar decisiones con un programa electoral de retroceso sería gravísimo. Besossss
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¡¡pegados a la tele!!!
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Sí, anemmn!!
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