Creo que es común el deseo de vivir, en buenas condiciones, el mayor tiempo posible. Máxime si nuestro estar ha sido hasta la fecha, con sus más y sus menos, placentero. Cosa distinta es decidir, para quienes crean en la resurrección y tras el finiquito, en qué etapa de la vida, con cuántos años nos recobraríamos para siempre jamás si fuera dado elegir en vez de asumir, en la inverosimilitud del supuesto, lo que parecería más obvio. Es decir: reaparecer para enfrentar la eternidad con el aspecto que teníamos al abandonar este mundo.
El asunto, puestos a reflexionar y cuando menos para los creyentes en el más allá, no se antoja baladí. En un intento de seguir con la hipótesis, se me ha ocurrido revisar algunas fotografías que, en vez de ofrecerme respuestas, no han hecho sino abonar mis dudas.
A mis padres, y seguramente en la edad por la que ellos optarían para seguir aquí, no los reconocería, y sí con canas y algún que otro alifafe. Igual sucede con los abuelos, mi mujer en su infancia o, en cuanto a mí, a saber qué momento escogería: por supuesto con la pelambrera de color negro azabache y en plena forma, aunque cuidando a un tiempo que la elección evitase no poder identificar siquiera mi propia sombra (si bien en alguna circunstancia pudiera suponer un alivio).
Concluyo que la resurrección, si debiera ocurrir, en todo caso previo pacto. Y es que sobre la inmortalidad aún queda mucho por aclarar, por lo que me pregunto si Évole, cuando entrevistó al Papa hace unos meses, no podría haber sacado el tema a colación en vez de algunos otros de menor enjundia. Si a mí me fuera posible dialogar en el Vaticano y con Francisco un día de estos, sin duda pondría la cuestión sobre el tapete aunque sólo fuese para saber, más allá de yo mismo y mi entorno próximo, si podría identificar a Franco de cruzarme con él cuando resucitado en Mingorrubio a la edad de su propia elección y, puestos a iniciar una lista, a Trump, Puigdemont o al maldito sargento Vázquez de cuando la mili, por un decir. Entre otros motivos, por mera precaución.
¡Ja,Ja! De resucitar no sé….. pero una cosa que me he planteado muchas veces en mi vida,¿ te imaginas volver atrás pero solo físicamente , manteniendo los conocimientos de la vida que ya tienes? digamos que hasta los 18 ó 20 años. No creo que el alma se sintiera más vieja sino más sabia, y como hasta esa edad habríamos sido pequeños la experiencia de la infancia, si la sobrevives, estaría ahí.¿ Problema? que la superpoblación sería más grande, ¿ventaja? que quizá no por que mucha gente que tuvo hijos y no supieron que hacer con ellos igual ya no los tenían,pues en su recuerdo tendrían el remanente de lo que fue.
¿Te imaginas?
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Me lo he estado imaginando… Y perdona que no te haya respondido antes. Acabo de volver de viaje. Un abrazo.
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Será que con la edad se pierde la memoria, porque de lo contrario no se entiende que alguien que vivió en el franquismo ponga a Franco y a Puigdemont en la misma lista.
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Algo de broma y, también y en ambos casos, un golpe al Estado de derecho…
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El problema de la resurrección no será tanto el aspecto, sino disputarle la materia prima al resto de resucitados. De hecho, es posible que algunos de tus átomos petenecieran otrora a Franco o a doña Carmen Polo…
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Me preocupa…
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Es un tema que me encanta,ayer en el programa de la cuatro salió la Dra Luján, hablando del tema ,que la energia nunca muere ,nuestro cuerpo es una envoltura para vivir aqui.Yo si creo que no todo termina cuando tu corazón deja de bombear, ,sería largo de explicar he leído muchos libros de la doctora Elizabeth Kublen Ros,me han encantado, y del Dr Bryan Weys,éste no termino de concienciarme con todo lo que describe en sus libros.En fin yo lo que no quisiera nunca es encontrarme con un Paquito (Franco).de ser así,creo que doy vuelta y no me reencarno con nadie ,Saludos.
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Ante la posibilidad de encontrarnos con Paquito, yo también regreso al féretro (al mío, que no al suyo…). Un abrazo
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Cuando era niña, incluso una jovencita, y hablábamos sobre la posibilidad de la reencarnación yo decía que querría ser un caballo…y no me he quitado esa idea jamás. Me he vuelto a dar cuenta al leerte, y supongo que mi mente pragmática no es propensa a pensar en estas hipótesis, por lo que he sido más propensa en realizar un ejercicio: y es buscar y situarme en momentos vividos, refrescándolos.
Tú ultimo párrafo supongo que lo has escrito en plan «boutade», porque no te he creído…:) muaskkkkkkk
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Me gustaría saber cómo reeditar un comentario…cachis con «propensear» y dar el intro sin releerme.
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Amic Gustavo… Supongo que como ironía con humor relativiza todo.
Y cuando digo todo me refiero también al TODO que imaginamos hacia un infinito palpable
como humano. De hecho no podemos de momento desprendernos de lo humano.
Aun así sacamos un pié fuera hacía esta «atmósfera»… externa??
Y sólo lo hace el género humano al parecer.
Es curioso y divertido en cualquier caso.
Abrazosss, Toni R.
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Toni: una alegría contactar contigo. Espero que sigamos comentando nuestras ocurrencias… Aunque no hayamos resucitado. Una forta abraçada
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Vaya por Dios. Si lo de la resurrección debiera ser un alivio para los desfavorecidos en esta vida, viene usted, y con su preocupación encubierta pseudo narcisista, se la complica, aumentando su desazón actual y desestabilizando su posible transito al más allá con su referencia al acierto o desacierto en la elección de cómo quisieran ser para la eternidad.
No tengo una idea muy clara sobre eso de la eternidad, pero solo pensar en ella me agota. Si además le añadimos una determinada apariencia para siempre, la idea parece incluso más agotadora si cabe.
¿Yo, igual, para siempre y con una única misión que es la de intentar reconocer con su apariencia elegida caprichosamente, a propios y extraños? Hombre, eso ultimo sí parece más prometedor.
Intentar tropezarse con aquellos a los que uno admiró por alguna razón, o de los que conoció algunos aspectos de sus vidas y milagros por referencias, incluso aquellas infantiles en las que había que memorizar cabos, ríos y gestas, o a los que, al menos por seguir la corriente, está obligado a rechazar por los juicios peyorativos vertidos sobre ellos por la historia o parte de ella, e intentar reconocerlos, puede ser una diversión muy prometedora ante la inmensidad de lo atemporal.
Pero, ¿la resurrección, de ser, es eso: la elección de nuestra envoltura en algún momento de nuestra existencia? ¿Pretender ser estéticamente atractivos para nosotros mismos y los demás buscando aquel momento menos imperfecto de nuestra existencia? ¿Y los que no sabríamos encontrarlo porque posiblemente nunca lo tuvimos?
Que ganas de complicarnos la vida, sí señor. Salimos de una, y ya nos prepara para meternos en otra: de resucitar ¿con qué apariencia? A mí que me den la opción de elegir mi apariencia, pero que no la circunscriban a mi propia existencia temporal. Puestos a elegir quiero tener la opción de pasar previamente por el cirujano plástico y de poder elegir a mis anchas y sin tener que cargar conmigo mismo por toda la eternidad.
Además, y celoso de mi propio espacio, mantener el anonimato no es nada desechable.
En fin, que estoy por dejar lo de la resurrección para otros.
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Habrá que consultar a los expertos si es o no voluntaria. Y si cada quién puede elegir la edad en la que renacer, incluso con cirugía plástica interpuesta… Tengo que encontrar alguien más versado en la hipótesis… Saludos muy cordiales.
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