Hemos visitado hace poco la ruta cátara. Ya saben: múltiples castillos y encantadores pueblos medievales en los entornos de Narbonne y Carcassonne hasta llegar a Albi, pero no pretendo glosarlos hoy (tal vez en próxima ocasión), sino advertir a los futuros viajeros por dichas zonas de que los horarios con que se manejan por allá pueden ponerlos en más de un brete, aunque no sean el único motivo. Si necesitan repostar gasolina, no van a encontrar empleado alguno en quien delegar, a más de precios cambiantes de una estación a otra y, para abonarlo, pueden pasarlas canutas con su tarjeta de crédito de no contar con algún asesor.
Ni se les ocurra acudir al restaurante pasada la una del mediodía o las ocho de la tarde. Y para desayunar algo con que acompañar el café, «¿Usted se cree que esto es una boulangerie?» –me respondió el de la barra–. Cada comercio abre cuando mejor le parece e igual sucede en los hoteles, de modo que para extender el principio de incertidumbre del que somos presos, pueden estar cerrados a mediodía o media tarde y, cuando consigamos finalmente la llave del cuarto, acostumbran a entregarnos junto a ella un código con el que acceder al regreso. Piérdanlo y no habrá quien les abra por más que aporreen el cristal.
En Montolieu, pueblo de librerías que visitamos en martes, la mayoría estaban cerradas y es que, según nos dijeron, tras abrir en domingo muchos suelen descansar hasta el miércoles. ¿Y los días que abren, a qué hora? Pues depende de cada uno, lo que sin duda obedece a una extendida asunción, en ese país, del sentir horaciano cuando aseguró el tal que se es feliz cuando vivimos lejos de los asuntos de este mundo; para hacer cada quién lo que se le antoje, desde recepcionistas a camareros y comerciantes varios incluidos. Y de las frecuentes perplejidades que les comento, al paradigma del caos cuando regresamos al aeropuerto de Barcelona e intentamos devolver el coche de alquiler. Dificultades como nunca antes y que, probablemente, sean tema del próximo relato (con perdón de los políticos al uso).
De los países europeos, creo que Italia, Francia y España se disputan el dudoso honor de ser el que más turistas recibe al cabo del año. (Digo dudoso porque son países con enormes bellezas, claro, pero lo más que cabe esperar del turismo es que las bellezas devengan sucias y chabacanas.) Para mí que Francia es el que menos se ha plegado a las costumbres del foráneo. Sus ‘villes fleuries’ lo son no para agradar al turista, sino por calidad de vida de sus habitantes. Sus horarios de restaurante, bien que joda, son sus horarios sindicales. Ajusticiaron a un rey y no van a cambiar la hora de la sopa por 4 menesterosos, jajaja.
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Pero si una mayoría fuesen a pedir filete… Porque el negocio está en servirlos y cuantos más mejor, ¿no? Y al hotel (cuya finalidad es albergar turistas) se llega cuando se puede…
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Visto así, hasta es justificable la jornada laboral china. Si el consumidor desea adquirir morralla al precio de bazar chino… Si el trabajador español se conforma con un salario 3 veces menor al del trabajador alemán (de la misma empresa)… Si el negocio demanda bajarse los pantalones hasta…
Aux armes, citoyens!
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muy simpático Xavier Bosch
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¡¡Xavier…!!! Una abraçada que no ens podrem donar el 28 de octubre…
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Dr Lopez Vega: ¡Jo…! Y yo creía que la revolución iba a venir de la mano de Pablo Iglesias…
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O sea que lo de la Dolce Vita ,será al final un invento francés.
No recuerdo muy bien como era eso en los ’70 pero si recuerdo haber recibido las llaves en algún que otro establecimiento para que pudiéramos entrar a nuestro libre albedrío, sin que los dueños hubieran de dejar el restaurante para atendernos en recepción, que era la barra del restaurante.
Creo que la zona del sur de Francia son lo más parecido a los mallorquines en los ’60,Tot arriba, o sigui que tranquil……no mos hauriam de trabucar y fer las cosas malament.
En ese momento eramos EXóTICOS. Ahora luchamos por que se nos tenga en cuenta.
Supongo que eso es lo que quieren en estas ciudades medievales, que siempre se les tenga en cuenta aunque solo sea por una idiosincrasia.
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Caramba ya te adelantaste con Túnez, y ahora con la ruta cátara. Ya me habían comentado el asunto horarios, aunque no lo del hotel, eso lo tendré en cuenta. Esperaré tu narración de la experiencia. Bessss
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Escribiré cuatro líneas sobre el agobio en el aeropuerto de Barcelona. ¡Y eso que no había sentencia del Procés ni el lío que he visto hoy en TV…!
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O sea, que si da para escribir es que tuvisteis una malísima experiencia. Allí ni se me ocurrió coger un coche de alquiler cuando hicimos Gerona y alrededores, por cierto a punto de llegar a Carcassonne, pero idea descartada para hacer precisamente la ruta. Imagino que el problema sería de la empresa que contratasteis. Y no me quiero imaginar lo de hoy, he apagado todo, es un día triste. Besssssss
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La empresa, hertz, ilocalizable, obras y vallas… ya contaré…
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