¿Cómo traducir en palabras la detención del mundo que conocíamos? Hay algo amenazante en la quietud que nos rodea, y en esas estaba cuando reparé en él con más atención que en el pasado. Lo aprecio estas semanas de un modo distinto a meses atrás por ser, muchos ratos, la única señal de vida, con excepción de alguna que otra golondrina sobrevolándolo. Detenidos en nuestra travesía, asalta a veces la añoranza por aquel paisaje en movimiento del ayer, hoy sólo presente cuando la brisa lo mece en suave vaivén para hacer más llevadero el ominoso silencio.
Se diría que ya no hay sangre circulando ahí fuera; únicamente su savia como promesa de que habrá un futuro distinto más allá de este cuarto y esos vecinos techos y paredes que lo enmarcan. Afirma o niega al agitar en vertical u horizontal sus ramas y, aunque no llegue a comprenderlo, hace palmarias mis incertidumbres. Otras veces se contagia de parálisis. En esos ratos, mañanas o tardes también se detienen y, mientras estamos ambos frente a frente, me digo si será quizá más consciente de lo que parece, sepa de mi presencia a pocos metros y por eso, solidario incluso con muy poco viento, se empeñe en convencerme de que será más estimulante el tiempo por venir. Es entonces cuando, con sólo el cristal de la ventana entre los dos, me pregunto si sería posible despertarle el alma, como sugería el gitano Melquíades en «Cien años de soledad», para un mejor dialogar con su copa.
Lleva unas semanas en que su verde va mudando a ocre como sucede en la tercera edad. Y las hojas comienzan a caer; tristeza y esperanza unidas en espera de que, tanto él como yo, podamos rebrotar. 
Una distinta primavera tras nuestra compartida soledad y sin que, en cada puesta de sol, nos abrumen los versos de Quasimodo: «Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra…/ y de pronto anochece». Hace un rato lo he mirado fijamente y le he asegurado, haciéndome eco del «Resistiré», que viviremos sin duda un próximo amanecer con nuevas hojas y alegrías. Y otro más, y otro… Para los dos.
Contar es vivir (te) 
Estimado doctor!
Gracias Gustavo por estas observaciones filosóficas que me sirven de buen desayuno. Tu conversacion con el castaño (o lo que sea) sustituye «un árbol no hace un bosque» .. a la espera entrar en uno, me deleitará con el pinar que roza mi ventanal lo demás puede esperar.. de momento..
Un saludo mañanero
Bon día
Birgitta
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Feliz semana, Birgitta. Y disfruta del pinar.
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No lo veo bien, pero diría que es una acacia, arbusto/árbol que en mi tierra tiene mala prensa, vaya Vd a saber por qué. Como fuere, Gustavo hace un ejercicio de contemplación que mucha gente parece estar repitiendo en estas semanas infaustas, en las que la Superioridad ha decretado que veamos el mundo detrás de una rendija, no vaya a ser que el Diablo se nos cuele en forma de virus. Se da la paradoja de que la contemplación tenga un tono más bien melancólico, como de lamento de algo que se perdió sin remedio, cuando lo propio sería admirar lo que siempre ha estado y estará ahí. El cernícalo casi inmóvil antes de su ataque fulgurante, las arañas desplazándose con lianas apenas perceptibles, el petirrojo camuflándose entre las acículas del abeto. Todo eso lo teníamos delante; me niego a que la Superioridad se lo apropie como manifestación de la Felicidad Recobrada. (Me asoma la arteria perrótida, pero de verdad que me ha gustado mucho.)
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Me alegro (del final). En cuanto a la especie, pues no lo sé; me enteraré, aunque espero que no sea una acacia…
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Suerte los que nos podemos asomar a ventanas y balcones y observar el verde de los árboles así como su movimiento con el viento y la lluvia, te da un no sé que de alegría su color y cambio.
Lo siento es que soy muy de jardín y similares, cualquier cosa que no sea el asfalto o un patio de luces que no te deje ver más allá.
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Poetizando en un día gris lluvioso. Observamos con una mirada diferente e inesperada.
» Pasos nacidos de un silencio, tenue, sagradamente dados hacia el recinto de mis sueños, vienen tranquilos, apagados». P. Valery.
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Compartimos «Xicarandana», no esta en su mejor momento, se le caen las hojas par que salgan las flores……..
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María: una alegría llegirte aquí…
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Es una jacaranda, gustavo, con flores azules en junio!!!
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El color de su flor es muy intenso y recuerda que llega por fin los días de calor aún más intenso..
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En estos días tan largos, tristes por la limitación a todos los niveles, entiendo que el disfrute de admirar la bella naturaleza se hace más inmensa la satisfacción de cuando se puede hacer a diario no le prestamos la misma atención, se antoja más hermosa tal vez por tenerla al alcance no le damos la importancia que ahora además de tiempo contemplamos con admiración especial, cuando siempre a estado ahí…………..en mi pequeño refugio rodeada de distintos arboles, en cuanto el estruendo y el bullicio de la ciudad me agobia es donde recobro y cargo energias para incorporarme otra vez a lo cotidiano es una inyección de fuerza, que no valoramos son en estos momentos en que no los tenemos cuando notamos más lo que necesitamos , si estos mandatarios no vuelven a cambiar de opinión ya queda poco para elegir donde pasar el tiempo de ocio, a no ser que vuelvan a cambiar otra vez de opinión ,, tienen muchos asesores pero poca decisión, solo consiguen llevarnos a la confusión.. casi preferiria no tener ningún tipo de información. L@s que podaís escaparos a un lugar rodeado, de naturaleza es lo mejor, pasear , escribir, pintar , leer y escuchar música el tiempo se pasa muchisimo mejor ,, QUE OS SEA LEVE , esta espera y que tengamos un mundo mejor .¡¡¡¡¡¡¡¡¡
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Que decir de tu relato hermoso, como siempre de cualquier tema haces que lo miremos con infinita admiración,y a cada uno nos enseñas a valorarlo con la importancia que no detectamos algun@s, solo con tus razonamientos despiertas ideas y pensamientos hermosos de lo que sea que tratas con esa fina explicación ,, gracias
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Gracias a ti, Cati, por leer siempre los post con ese talante…
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Cuanto me ha gustado ver con cuanta admiración habla del árbol, al que contempla todos los días, quizás antes insignificante. Las pequeñas cosas las veremos más diferentes, las miraremos con ojos diferentes, al pasar esta pandemia, todo será distinto, hasta nosotros mismos seremos distintos. Pero D. Gustavo, no deje de contemplarlo, seguro que él de alguna manera se siente observado, y cuando saque sus flores, serán una gran belleza para contemplarlas.
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Me encanta todo lo que escribe y me ha comprado del todo al nombrar a Melquiades, uno de los personajes de mi novela favorita.
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Me has recordado a don Manuel Semillas, campesino de mi pueblo muy apreciado porque en sus bolsillos cargaba semillas que sabía recoger en los caminos y orillas del bosque, cada dia sembraba un árbol, le observaba día tras día o semana, les hablaba y muchos viajeros venían a acompañarlo porque en cada árbol existía una historia ligada a esos cambios de la vida y los acontecimientos paralelos de esos mismos días que pasaban con los cambios de los árboles, los nacimientos de los hijos, las trifulcas y las guerras. Nos enseño a observar y a pensar con esa profundidad que genera nuestro diálogo asombroso ante la naturaleza.
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Me habría encantado conocerlo. Y el nombre, muy sugerente… Saludos muy cordiales.
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