En el mes de julio, Biden dio paso a Kamala Harris como candidata demócrata para las próximas elecciones, previstas el 5 de noviembre. Apoyada por conocidos líderes del país, desde Clinton a Obama, la recién nombrada se encerró a solas durante una semana para preparar el primer cara a cara con su oponente, el republicano Trump, que tuvo lugar el día 10 del presente mes en Filadelfia y donde se contrastaron opiniones respecto a 13 bloques temáticos.
Harris fue considerada vencedora tras el debate por una mayoría, enfrentándose con serenidad a un adversario a la defensiva, agresivo y con un discurso reiterativo y plagado de vaguedades cuando no los despropósitos a que nos tiene acostumbrados.
La demócrata se manifestó partidaria del aborto cuando justificado, del alto el fuego entre Palestina e Israel e igualmente respecto al conflicto ruso-ucraniano, sugiriendo entre otras cosas que, de ser Trump quien tomase decisiones y como se sabe alineado con líderes autoritarios de otros países, Putin estaría ahora en Kiev.
Para el republicano, negacionista del cambio climático o de cualquier alternativa distinta a las suyas, la demócrata es una extremista radical de izquierdas, “Con un plan para destruir nuestro país”, y tal su envenenado talante que, sin duda, se habría referido a ella como Que mala, y no Kamala, de haber tenido lugar la controversia en castellano. Continuó sin reconocer que fue derrotado en los comicios de 2020; sin él, USA acabará por ser una nueva Venezuela y el planeta amenazado por la 3ª Guerra Mundial, a su juicio los demócratas son partidarios de asesinar niños tras su nacimiento o, en cuanto a los inmigrantes, unos invasores vinculados al crimen y comedores de las mascotas que se crucen en su camino.
Sonrisa y argumentación de la opositora frente a un Trump en la línea de mentiras, exageraciones e improperios habituales.
Según encuestas varias, los resultados de noviembre son aún impredecibles aunque cabe esperar, en bien de todos, que se imponga la reflexión, el sentido común y Kamala Harris termine por llevarse el gato al agua siempre que, si hemos de hacer caso a Trump, no se lo haya comido previamente cualquier forastero.
Como siempre, das en el clavo.
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El que estemos de acuerdo, refuerza mi autoestima…
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