LEER: A VECES UN CASTIGO

                     El hastío que pueden generar algunos libros puede asimismo hacerse presente en otras circunstancias, de modo que no es exclusivo de ellos: ustedes mismos lo habrán comprobado tras escuchar a Cuca Gamarra, Pedro Sánchez tras su chasco o ser abrumados por los comentarios de algún que otro evento deportivo. Sin embargo, hoy quiero referirme a un par de novelas leídas recientemente y que terminé por estricta disciplina. También me ha ocurrido en el pasado con algunas que debí dejar a la mitad para buscar un mejor rato, pero últimamente me obligo siempre a llegar hasta el final, lo que no hace sino poner en jaque la paciencia y cargar de razón a Bernard Shaw cuando advirtió que lo único que se aprende de la experiencia es que no se aprende nada de la experiencia.

                      Hay que leer con entusiasmo, de modo que la inmersión en la lectura no ha de suponer ahogo, sino un respiro por sobre la cotidianidad. Se hace, creo, para transitar otra realidad, pero la que describía “Grandes esperanzas”, de Dickens, me llevó a pensar que habría sido más acertada titularla “Grandes bostezos”. Afirma la contraportada que se trata de una novela de madurez, magistralmente construida y para muchos la mejor novela del autor, pero la vida de Pip, el protagonista, desde la niñez hasta su enriquecimiento y posteriores avatares, es de una reiteración insoportable, una fraseología que acaba por hacerse previsible y, en suma, cerca de 500 páginas para esquivar de haberlas sospechado en su contenido, de modo que cuando Schopenhauer escribió que él no leía libros que tuviesen menos de 50 años, supongo que pasó éste por alto.

                    Y por no seguirle la corriente, me dio por “Pájaros de América”, de Lorrie Moore: un conjunto de relatos con ninguna chicha y, en conjunto, todo un tostón repleto de americanismos, alambicado lenguaje, ironías sin contagio y, encima, faltos de argumento que pueda enganchar. ¿Elegido Libro del año por The New York Times? ¡Válgame el cielo! Tal el tedio con ellos, que estoy pensando en la relectura y volver a El Lazarillo de Tormes cuando no a Salgari y Julio Verne, siquiera por unos meses, para quitarme de encima el recuerdo de los reseñados. Lo único que mantiene mi duda es si acaso andaba sobrado de razón Fernando Aramburu al decir que, una vez muerto y enterrado, ¡cómo echaría en falta el aburrimiento! Si fuera el caso, Pájaros de América y Grandes esperanzas bajo su lápida. Y la mía cuando llegue el momento.

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About Gustavo Catalán

Licenciado y Doctor en medicina. Especialista en oncología (cáncer de mama). Columnista de opinión durante 21 años, los domingos, en "Diario de Mallorca". Colaborador en la revista de Los Ángeles "Palabra abierta" y otros medios digitales. Escritor. Blog: "Contar es vivir (te)" en: gustavocatalan.wordpress.com
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3 Responses to LEER: A VECES UN CASTIGO

  1. Avatar de Desconocido Anónimo dice:

    Que te guste o no una novela es algo muy personal. Yo ahora leo libros formativos, en especisl sobre música, pues doy clases sobre arte musical en la universidad . Siempre me queda Don Quijote o alguna novela de Victor Hugo, o cuslquiera de tus novelas, que están muy bien escritas, para gozar de la lectura. Un abrazo.

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  2. No sé quien eres, «Anónimo», pero en cualquier caso, un placer tu elogio. Un abrazo.

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