Ése almacén es ya en buena medida cosa del pasado, del mundo de ayer como escribiera Zweig, porque hoy se acostumbra a guardar las fotos en el móvil o transferirlas al ordenador donde también podrán clasificarse a voluntad pero, incluso así y alcanzada cierta edad, muchos seguimos prefiriendo para las imágenes la costumbre de antaño y echamos de menos, de no haberlos guardado o ya abandonado el hábito,
aquellos álbumes que aún podríamos seguir haciendo de no ser presas de la pereza o la incompetencia para trasladar de nuevo las imágenes a cartulinas. En consecuencia, ahora suelen permanecer en formato digital hasta que, por causas varias, puedan caer en el olvido: su desaparición u otras veces la del propietario.
En mi caso sigo siendo presa ocasional de la nostalgia, e incluso frente a la pantalla y con el pasado a la vista, me vuelve el siempre fallido propósito de imprimirlas para poder tener, como antes, los recuerdos entre mis dedos al abrir las páginas y regresar a lo que quise inmortalizar porque, en palabras del poeta Carlos Pujol, aunque no se pueda regresar a nada / hay que regresar para saberlo, y si lo impreso facilita ese camino, quisiera guardar las huellas de lo que fue sin teclado de por medio.
Por lo demás, las niñeces de entonces sólo podían mudar de la cámara al papel; abuelos y padres permanecen en una memoria para la que los álbumes son asideros que la reavivan y hay mucho más: nuestra madre de joven, los primeros viajes o la fiesta en el Instituto, amigos de entonces que quizá no hayamos vuelto a ver, esa cena junto a la que años después sería mi esposa o aquellos profesores que en la adolescencia hicieron de nosotros lo que ahora somos… Cada vez que abro uno de los álbumes, me propongo hacer otro y me viene a la cabeza aquello de que la vida no es la que uno vivió sino la que recuerda, así que sigo con el propósito y voy a intentarlo mañana a pesar de Miguel Hernández, y a su través ser consciente de que algún día / se pondrá el tiempo amarillo / sobre mi fotografía. En otras muchas que conservo, ya ha sucedido.


