Dejémonos ya de alcohol y el salto a la fama de esa veintena de felaciones a cambio de una copa. Porque ni el desmadre ni el pub crawling son cosa de hoy. Lo que ha irrumpido en muchas zonas «de marcha», de unos años a esta parte, son las drogas; primero las clásicas y luego las de diseño. Ahí está muchas veces la causa del «balconing»,
de la violencia y unos comportamientos, en suma, que no van a modificarse por multar a algún que otro local o cerrar durante un año el tan traído y llevado de Punta Ballena.
Se vienen del norte de Europa -de Inglaterra muchos de ellos/as- huyendo del hastío invernal; del tedio que supone preguntarse, como hacía la heroína de la novela «El gran Gatsby», qué van a hacer durante los próximos treinta años. La respuesta no debe satisfacer y, cuando planea el aburrimiento, hay que inventar la alegría. Y si es preciso, ayudar farmacológicamente a que se manifieste, desbordada. 
En eso invierten sus ahorros, siguiendo el lema de aquel famoso profesor de psicología de Berkeley, Timothy Leary, gran defensor del LSD para conseguir la «paidomorfosis», como llamaba al retorno a la juventud. «Turn on, tune it, drop out!» (¡enchufa, sintoniza, sal!), aconsejaba el tal, y eso es lo que hacen algunos: alejar el tedio enchufándose, ingiriendo, aspirando…
Todo con tal de huir del hastío. Y la locura, como sabemos, es más fácil en grupo. Si además se dispone de cualquier sustancia (y se dispone), sea éxtasis, polvo de ángel o la reciente «droga caníbal» (MDPV),
el descontrol está servido y, en consecuencia, las agresiones o conductas suicidas durante esas horas en que se ha dejado de ser simple mano de obra barata (con suerte) para los años que resten por vivir. Son los psicofármacos; los alucinógenos, señores políticos. A ver si se enteran. Desde esa perspectiva, la prevención no pasa por prohibir el botellón o el sexo oral en público. Y si lo dudan, pregunten en los servicios médicos de urgencia por las drogas en sangre de los ingresados.
Contar es vivir (te) 
Una verdad como un templo!!!!!!!!!!!
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Pero que los que debieran obrar en consecuencia, parecen echar en saco roto…
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Cierto es que cada vez más mierdas anfetaminoides atiborran los anaqueles del armario drogueril, expandiendo las posibilidades de que cerebros desnortados pierdan más la brújula, si cabe. Pero también es cierto que drogas las hubo siempre, y no parecían tener el mismo grosero impacto.
Borracheras, las había, ¡coño que sí! Pero, ¿a los 13 años, hasta llegar al mismísimo diagnóstico de «coma etílico», precedido por la escena increíble de que la niña arrastre el pubis casi imberbe por la puta acera, porque arrojó las bragas hacia el techo de la discoteca?
Costo se fumaba, ¡claro! Pero ¿a la mismísima cara del guardia de tráfico, que te ha detenido por circular a lo que da de sí el coche, en un polígono industrial convertido en circuito de carreras?
Me temo que no. Las drogas están poniendo de manifiesto, de forma cruda, un problema muy, muy de fondo, que despachamos ingenuamente como «cosas de chicos» y en verdad revelan la desintegración moral e institucional de una sociedad cuyas fuerzas de seguridad ni son fuerzas, ni confieren seguridad. Quizá no la necesitemos. Cuando todo es mierda, hasta la mierda parece bienoliente.
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Nada que añadir. Ciertamente, la degradación a cambio de dinero tiene muchos más escenarios que los de las discotecas. Basta con echar una mirada crítica a las principales instituciones del país.
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ARMAS , DROGAS, PROTITUCION, mueven cientos de miles de millones. ¿ Alguien cree que ese negocio tan rentable y los que se benefician tantos » mafias» van a dejar que unas normas municipales o el malestar de los ciudadanos les impedirá seguir manejando el «cotarro».
Ahora bien una cosa es la ilegalidad de todo ello y otra que los ciudadanos debamos aguantar los resultados de su consumo.
La droga está en todas partes, la prostitución en millones de cada y calles, y no por ello debemos dejar de exigir una convivencia segura. Si es ilegal la te eco de cocaína, la prostitución callejera y la posesión de armas ¿ por qué aplicamos la ley a los que delante de nuestras narices y por diversión lo hacen por nuestras calles ? .
Alguien recuerda lo que son los «acto incivicos» y las consecuencias que tendrían si se produjeran en plena puerta del Congreso con desnudos, vómitos, gritos, sexo ?, sin contar con las peleas y el daño al mobiliario urbano.
Amigos, claro que se puede acabar con esto, consiguiendo así un turismo de mas cálida y los derechos perdidos de los ciudadanos, pero para ello sólo hay que aplicar las mucha y variadas leyes que al parecer y por presiones político-touroperador no interesan .
Un saludo.
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La ley se aplica filtrada, como bien apuntas, y por lo general a quien no dispone de medios para saltársela a la torera. Hoy acaban de encarcelar, en Magalluf, al jefe de policía y otros dos uniformados, por compinches de algunos empresarios de la noche. Con semejantes guardianes, ¿qué se puede esperar?
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