POR EL CAMINO DEL SOL, MÁS DE TREINTA AÑOS DESPUÉS

No me refiero al Camino del Inca en dirección a Machu Picchu, sino a uno que está mucho más cerca de casa y también de mis nostalgias. Ahora que de casi todo hace veinte años… -escribía Gil de Biedma-, y en este caso son algunos más aunque, cuando volví, creí que era al ayer. Les cuento. Con veintitantos años decidí dar un giro a mi vida e irme a Sudamérica sin billete de regreso. Una vez allí los planes se torcieron, pero esa es otra historia. El caso es que poco antes de partir y casi recién casado, fui aquella tarde a despedirme de mi mujer y la isla de Mallorca, quién sabe por cuánto tiempo, y no se nos ocurrió mejor sitio para hacerlo que el mirador sobre la Foradada. Cuando se pone el sol, el reflejo sobre el agua dibuja una encendida carretera que, desde la roca horadada (de ahí su nombre), llevaba hasta más allá del horizonte nuestras quimeras de entonces.
Foradada 7Foradada 9
No había vuelto al lugar hasta que hace unos días lo hice. Esta vez, y además de ella, con dos nietos de corta edad. Mientras lo contemplaba ocultarse, deslumbrante, se me fueron los años hasta sentir de nuevo la inminencia de una separación en pos de la felicidad. Foradada 4No crean a quien les diga que no se puede regresar a nada porque yo lo hice y, siquiera por unos instantes, me fue dado gozar de ese don preclaro de que habló el poeta: el de evocar unos sueños que al poco se mezclaron con las atropelladas preguntas de nuestros niños y sus expectantes miradas en busca de un rayo verde que, según cuentan, aparece de uvas a peras con el ocaso.

El camino es más bien autopista sobre el mar y sigue hasta donde no alcanza la vista. Cuando os hagais mayores teneis que venir a verla de vez en cuando. Para recuperar la memoria y algunas de las dichas que guarda, iba a decirles, pero lo callé por no interrumpir con palabras el efecto de una puesta que a ellos los mantenía con la boca abierta y a todos nos hechizaba. Foradada con nietos 1El sol seguía ahí como antaño, con su progresivo y deslumbrante recato, para llevar a cada cual donde quisiera ir pero, a diferencia de treinta años atrás, esa tarde me bastó con poder volver, desde sus reflejos en las pupilas de mis nietos, a una dulzura que en mi anterior visita no pude saborear; a esa infancia donde la luz es feliz y se demora, como escribió el poeta Eugenio de Andrade. La Foradada lo hizo posible y, en cuanto a Andrade, cualquier día les hablaré de él porque también, alguna vez, leerlo se me antojó un camino de sol.

Acerca de Gustavo Catalán

Licenciado y Doctor en medicina. Especialista en oncología (cáncer de mama). Columnista de opinión durante 21 años, los domingos, en "Diario de Mallorca". Colaborador en la revista de Los Ángeles "Palabra abierta" y otros medios digitales. Escritor. Blog: "Contar es vivir (te)" en: gustavocatalan.wordpress.com
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8 respuestas a POR EL CAMINO DEL SOL, MÁS DE TREINTA AÑOS DESPUÉS

  1. Preciosa historia Gustavo de la que algún pedazo conocía. Es difícil hoy en día dejar a los críos con la boca abierta, tus nietos dan muestra de gran sensibilidad y tienen en su abuelo un pozo sin fondo de historias que los sorprenderán sin duda.

    Una abrazo.

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  2. Javier: nada de pozo sin fondo; más bien agujerillo…
    Por cierto: ¿cómo está nuestra niña Bety? A ver si volveis por aquí y la llevamos también al Camino del sol.
    Un fuerte abrazo

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  3. Manuel Gayol dijo:

    Como me han gustado tus palabras sobre el ocaso. Yo anhelo esa experiencia profundamente, puesto que mi casa en La Habana era en un piso 16 frente al mar, y todos los días de este mundo yo me paraba en la ventana de mi cuarto, cuando empezaba el crepúsculo, y me extasiaba con la caída del sol. Efectivamente, es como dices, cada vez sobre el mar se arma una autopista de variados matices, que toma colores extraordinarios; es como si te conectaras de pronto con algo que se encuentra muy adentro de ti y descubrieras que verdaderamente no somos solo materia, sino que venimos de la luz, de una luz muy intensa pero al mismo tiempo delicada, que a mas de ser resplandeciente y blanca tiene todos los matices de la humanidad. Y te sientes que eres uno y eres todos. En ese instante puedes comprender muchas cosas, y te das cuenta que tus nietos (mis nietos) están ligados a esa luz, son parte de esa luz, y vives, vives lo que ya esencialmente eres eternamente. Felicidades, amigo, Te estimo, un abrazo, Manuel

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  4. Manuel: muchas gracias por leerlo, y ni te digo de tu elogioso (e inmerecido) comentario. Pero es lo que me sucedió. Lo mismo, seguro, de haber visto el atardecer en esa Habana que añoras. Sin embargo y por seguir con Cuba, si pudiese elegir me iría ahora mismo a Baracoa. Uno de los disfrutes de mi vida ha sido pasear por el Yumurí. Una delicia y luego, por qué no, llegarnos juntos al faro Maisí; y ver la puesta desde allí…
    Un fuerte abrazo

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  5. Anónimo dijo:

    Dicen que los mejores escritores trabajan ahora para la televisión, para esas series «de culto» entre las que bien pudiera citarse «Mad men». En un episodio, el amargo Don Draper tiene que diseñar una campaña publicitaria para el «carrusel», aquel carro circular de Kodak para pasar diapositivas. Se pueden ver muchas versiones en YouTube, incluso subtituladas, precisamente buscando «El carrusel».

    Don Draper te arranca las lágrimas enarbolando la nostalgia. No sabe si la nostalgia es solo dolor, o una forma perversa de alegría, o una mezcla inefable de desgarro y autoafirmación, pero lapidariamente dice de ella que es «poderosa». Y no había leído a Gustavo.

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  6. Dicen que es falso todo lo que ha sido reinterpretado por la memoria, pero no estoy seguro de eso y, en cualquier caso, me da igual, cuando es posible regresar a algo, cierto o menos, pero con efecto de lenitivo.

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  7. carmen hidalgo dijo:

    qué bonito Gustavo, a ver si me acerco a verte un día de estos…

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