Ya he comentado en alguna ocasión mi nulo interés por ese deporte y debido a motivos varios: millones de personas abducidas por veintidos indivíduos persiguiendo una pelota no me parece un espectáculo que justifique hacerse con nuestro tiempo… Tiene algo de azaroso, mucho de reiterativo, no estimula precisamente la imaginación y si encima consideramos el dinero que mueve y ganan los implicados, es incluso ofensivo para con una sociedad manifiestamente mejorable en cuanto a empleos y salarios se refiere.
Que algunos cuasi analfabetos se embolsen en un mes lo que muchos profesionales en toda su vida y empleando el cerebro, da bastante que pensar. O que el dichoso jueguecito ocupe la primera posición en prensa y televisión, con más de lo mismo década tras década. Y ya ni les cuento de los reiterados clichés en cualquier entrevista a entrenadores o jugadores, absolutamente previsible en sus repuestas para volver a las andadas la siguiente semana.
Y para contradictorio colofón, el nacionalismo identitario, de por sí reduccionista y ombliguero, volcado en unos colores que visten gentes de procedencia dispar y para quienes la simbología que lucen podría ser cualquier otra de llenarles más y mejor los bolsillos. Un Barça de forasters y a quienes jalean los indepes o, en el caso del Club Mallorca por quedar más cerca, con hace poco un propietario alemán y el entrenador ruso para llevar por esos mundos las esencias de la mallorquinidad. Se me ocurre que los equipos de fútbol son el mejor ejemplo de globalización, transversalidad y xenofilia -mal que le pese a Torra y adláteres-, aunque sólo sea para corretear. ¡Pero cualquiera sale con esas frente a los forofos! Y es que sospecho que, de ganar el Barcelona, se refuerza la vía unilateral hacia la secesión y, de hacerlo el Madrid, el borbónico estado centralista. Aunque metan los goles portugueses o keniatas. Así que, por motivos varios, ¡menuda comida de coco!
¿Por qué el fútbol, uno de tantos ejercicios británicos sobre la hierba, como el croquet o el criquet, ha tenido tanto éxito? ¿Cómo es posible que en menos de 100 años ese juego tosco, de casi insultante simplicidad, le haya comido la tostada al rugby, que en origen era infinitamente más seguido? A mi juicio, precisamente por su simplicidad. Lo puede jugar cualquiera (bastan 4 montoncitos de ropa para configurar 2 porterías) y lo entiende cualquiera. Salvo la sutileza del fuera de juego, todo es nítido e irrefutable. No la tocas con la mano y chutas p’alante y los de enfrente hacen lo mismo: ya está. (Hay otras consideraciones más técnicas, pero no creo que Gustavo quiera adentrarse en tales misticismos.)
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Creo que llevas razón: no hace falta romperse la cabeza para entender el gol…
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En parte tiene razones tu comentario
En cuanto a lo que ganan podrías aplicarlo al tenis al golf al baloncesto etc
Aquí por lo menos en San Sebastián aunque también se nos cuela algún extranjero tenemos una gran base donde se forman desde niños y de verdad sentimos los colores de nuestra Real que con un presupuesto relativamente bajo compite con los ricos y A veces hasta les gana pero la Real está muy por encima de la política…..
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¡Vaya Arturo! ¿Aficionado? No he dicho nada… Un abrazo
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No soporto el futbol y me obligan a tragarmelo en todo TV, radio etc.
Y para colmo estos millonarios si pueden no pagan Hacienda, encima son admirados.
Mas teatro, cine, musica y menos incultura futbolera
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Se decía que Franco daba fútbol, como los césares romanos daban gladiadores, para distraer al personal de los asuntos serios. Pues el tal Franco era un aprendiz; jamás hubiera imaginado un mundo gobernado por el fútbol a todas horas, por 8 canales distintos, lo mismo de 1ª división que de 2ª, o de 3ª, o de cuando jugaban Gento o Pelé.
Por si no fuera bastante, el futbolerismo conlleva un curioso efecto secundario, y es que todo se enfoca como un partido/guerra. Mourinho o Guardiola. Madrid o Barcelona. Derechas o izquierdas. Fascistas o progresistas. Un nive dialéctico lamentable, que no lo arregla ni un árbitro de la UEFA, de manera que a un partido soporífero solo lo iguala una soporífera tertulia ‘política’.
¿El dinero? ¿Hacienda? Puede arreciar el paro -como suele-, y no habrá manifestaciones al respecto, pero ¡amigo! Como el equipo ‘representativo’ descienda a 2ª se arma un pollo de cojones. Y si ‘el equipo’ sube a 1ª, aunque tenga un agujero negro en las finanzas, el júbilo popular exige que a sus ‘héroes’ les eximan de pagar impuestops y hasta les pongan una estatua pagada a escote.
Quiere decirse que el gentío consta de numerosos gilipollas. ¿Cómo dice? Como le digo, y no me preocupa tanto el fútbol como el hecho de que los gilipollas votan. Y suelen votar al alcalde/preboste que se gasta más en fútbol. Po’ los colores, lo que haiga farta.
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Poco más que añadir. ¡Y ni te cuento en fines de semana, donde no hay cadena de radio que no esté copada! Con esa voz del locutor, de falsa excitación, diciendo lo mismo… ¡Gooool! No queda sino apagar y dedicarse con fruición al langostino si da el bolsillo… ¡Y encima Guardiola dando lecciones de política!
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Tenía una opinión muy parecida acerca de este deporte, pero la afición de mi hijo por su práctica -que prometo no ha visto en casa (cuestión kármica?)- me ha hecho replanteármela. Propicia vínculos que, mantenidos dentro de una afición sana, considero muy recomendables. Que estos mismos vínculos podrían establecerse con otra afición? Pues probablemente. Que lo mismo puede pensarse del botar una pelota con la mano, golpearla con un palo o con la mano? Creo que sí. Pero en el deporte base, y sin salarios por medio, reconozco que he descubierto un nuevo mundo. Mens sana in corpore sano. Slds.
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Con esa perspectiva, las cosas cambian… Afición del hijo, sin dinero de por medio…
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Estoy muy de acuerdo con lo expuesto y vuestros comentarios, incluyo la barbarie donde se alimentan los energúmenos, aunque lo que dice Daniel es también importante, porque hay que delimitar a los que son aficionados, y potencian el vital ejercicio. Yo fui jugadora de basket unos cuantos años y me enseñó mucho de lo que es formar equipo, y desde entonces ese valor lo he tenido presente en muchos aspectos de la vida.
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¡¡Yo también fui jugador de basket en mis años mozos!!! Ya me daba a mí que teníamos un lazo invisible…
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Creo que alguno más, por ejemplo: tú escribes y yo disfruto con ello…Besazosss
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