Todo idioma merece por múltiples razones ser preservado y, no obstante, en ocasiones su uso exclusivo frente a terceros apunta a cierta falta de sentido práctico, olvidando que la lengua -como observara Javier Marías hace unos años- es sobre todo herramienta y nunca un fin en sí misma porque de no entender el lector, el interlocutor, lo nombrado no existirá, de lo que pueden derivarse indeseables consecuencias.
Se me ocurre lo anterior a propósito de algunos rótulos, carteles e indicadores con los que topo durante bastantes de mis caminatas. Atenció: renovació xarxa de clavegueram. ¿Puede suponerse que la mayoría de entre la plétora de extranjeros que nos visitan, con predominio de ingleses y alemanes, evitarán meter el pie donde no deben tras percatarse de que se están arreglando las alcantarillas? Y los castellanohablantes -también hay turismo peninsular sin idea de catalán- tal vez echen mano al monedero por temor a alguna clavelera que anduviese cerca. Sucs y llonguets, anuncian en una tienda, aunque seguramente el negocio mejoraría de añadir traducción en inglés: Juices and sandwiches. Al igual que en las casas de cambio añaden Change, Exchange, Wechsel. Siquiera para que una mayoría sepan a qué atenerse si han venido con rupias o bolívares, por un decir.
En ocasiones la indicación es obvia y leer Centre Ciutat o Es Baluard no supondrá a casi nadie mayor problema, pero en catalán, griego o gaélico, pongo por caso, hay advertencias e indicaciones que merecerían de mejores pistas. Cuentan que Tales de Mileto cayó a un pozo por andar mirando al cielo pero, de transitar por donde yo mismo y sin alcanzar a descifrar el aviso, donde seguramente habría terminado es en cualquier sumidero por haber olvidado los responsables del clavegueram, sucs o vidre (en algún contenedor de basura) que, por no estar todas las palabras al alcance de cualquiera, demasiados son condenados a la ignorancia y quizá a sus resultados, cuando la solución -y perdón por el ripio- parece de cajón.
No sabía que existiese «clavegueram», nunca la he escuchado, y nada intuitivo el significado.
Me pregunto de dónde viene, etimológicamente hablando…
El citado rótulo informativo se lo pueden ahorrar, porque lo que es informar, no lo hace.
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No comprendo bien a qué se refiere al indicar que el significado de «claveguera» no es intuitivo. Gran parte de las palabras de un idioma que no es el nuestro no son ni tienen por qué ser «intutitivas», en el sentido de que no podemos intuir su significado, a no ser que se parezca a la equivalente en nuestra propia lengua (algo frecuente en el grupo de las lenguas románicas), o bien a que se trate de una onomatopeya, etc.
En todo caso, respondiendo a su pregunta, la palabra «claveguera», con la que se designa en catalán la alcantarilla, procede del latín vulgar «clavacaria», combinación de dos formas también vulgares, «clavaca» i «cluacaria», derivadas ambas del latín clásico «cloaca» (que se sigue utilizando así, sin variación, en castellano).
Por cierto, la palabra catalana claveguera está documentada desde el siglo XIII.
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En mi tierra hay un movimiento absurdo por dotar de ‘cuerpo doctrinario’ al habla montañesa, valga decir al castellano troglodita -cuyos términos acaban en ‘u’-, o bien a un conjunto de vocablos prerromanos que, en general, aluden a trebejos o labores rurales.
Los partidarios de semejante chorrada defienden que digamos ‘¿D’óndi has bajau?’ o, peor aún, que lo escribamos. También les encanta decir ‘amugar’, ‘colodra’, ‘lombío’, etc, regionalismos que tienen su gracia, pero que no tienen el menor valor comunicativo fuera de su entorno rupestre.
La entidad lingüística del catalán lo pone en otro plano, naturalmente, pero de él es fácil caerse cuando se pretende no expresar una idea -útil para cualquiera-, sino manifestar categóricamente que uno domina un purísimo catalán. Esa forma de casticismo léxico no es tanto una defensa de la lengua (mal andará si debe ‘defenderse’) cuanto una proclamación de sectarismo. Ridiós vivu.
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El sentido común suele hacer agua cuando se imponen ideologías, prejuicios, apriorismos impermeables… En fin: qué te voy a contar, Ridiós.
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Lo dicho. ¿Porqué no imponer de una vez por todas el esperanto?. Así se acabaría definitivamente con semejantes disquisiciones. ¿No?.
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Lo ignoro todo del esperanto, aunque dudo que tenga una palabra para decir ‘soplapollas’, entre otras muchas que se prestan al matiz, incluso chusco. Por ejemplo, si le digo a alguien ‘no seas hijoputa’, puede que se lo tome como algo coloquial, hasta cariñoso. Sin embargo, si le digo ‘eres un hijo de puta’, la preposición -mejor diríamos la interposición- provocará una reacción violenta. (Acaso injustificada, porque hijos de la gran puta no faltan, pero seguro que violenta.)
Quiere decirse que las lenguas están muy bien como están. Vienen de alguna otra, a la que han degenerado, primero, y eclipsado, después. Y perdurarán mientras sean útiles, no sé, digamos que 6 o 7 siglos, hasta que nadie las recuerde o no sirvan para gran cosa. Háblense, mientras tanto, pero sin impugnar el sentido común.
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Indudable utilidad, pero… ¡tener que aprenderlo! ¡Vaya palo…!
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