Se sabe de antiguo que cada cual cuenta la feria a su conveniencia. Ya dijo Nietzsche, antes de enloquecer (de vivir hoy, quizá le habría faltado tiempo), que no existen hechos sino interpretaciones y, para muestra, el botón de esa voluntad ciudadana (V.C. No confundir con WC) que todos valoran a la medida del propio interés. Estar implicado en el negociete condiciona la perspectiva y ya se trate de vender humo, embutidos para adelgazar, inútiles remedios de «medicina alternativa»o componendas y coaliciones para un mejor gobierno. Porque la tropa de fulleros, de sinvergüenzas empeñados en disfrazar la realidad, no se restringe a comerciantes y políticos aunque los segundos sean buen ejemplo antes, durante y tras las elecciones.
Si meses atrás se trataba de un aluvión de promesas con las que contentar a tirios y troyanos, pasados los comicios se apela de preferencia a la V.C. –se hayan conseguido diez votos o diez millones– para respaldar cualquier maniobra u ocurrencia. El más votado representa el sentir global, y quien solo arañó un exiguo porcentaje se siente legitimado porque «Creo interpretar la V.C si le digo…». Las coaliciones traducen la V.C., su rechazo es fiel exponente de la misma y cualquiera de los interpelados afirmará que no hacen sino anteponer la V.C. a las consideraciones de sus adversarios.
¿Acaso existe una sola V.C? ¿Tantas como individuos o discrepancias? Pues, de escucharlos, imposible llegar a conclusión alguna porque todos son, en sus posiciones respectivas, servidores de esa V.C. empleada a modo de comodín, y es que, como apuntara Oscar Wide, lo que cuenta es el estilo y no la sinceridad. ¿La Voluntad Ciudadana dividida? ¡Quiá! En todo caso, tan polivalente que vale para el roto o el descosido y patrimonio de cualquier Partido o grupúsculo; los desplantes o egolatrías se justifican por ella y, el buen sentido, a tomar viento; supongo que, en línea con todo lo anterior, también por V.C.
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25-7: Y tras una segunda sesión de investidura fallida, ¿quién podrá interpretar una V.C que ya no sabe a qué carta quedarse? Ni el más voluntarioso ciudadano, vamos…
Miedo me da, pues entre tanto paripé,y «fijate como te tengo sujeto por…» aún le dará tiempo a algún lumbrerilla, que si no fuera por la democracia de la cual estamos disfrutando, ni levantaría nariz del suelo, pues dictaduras las hay de diferentes colores, y se le ocurra al tal, encender los ánimos de sus seguidores por pocos que sean, que con ser dados a la barbarie ya les basta, y nos hagan retroceder 50 años.
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No creo que volvamos al franquismo del 18 de julio, aunque contemplando el comportamiento en los extremos del espectro político, uno no termine de creer que la democracia sea mucho más que una etiqueta…
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Voluntad colectiva, bien común, memoria histórica, señas de identidad, lengua propia, alma del pueblo… Locuciones resobadas que no dicen nada o, peor aún, dicen demasiado. Dicen, por ejemplo, que el emisor es un perezoso -por reiterativo en la nadería-. o un demagogo.
No sé qué virus ha eliminado la idea simplísima de que el INTERÉS no tiene nada de perverso. Votar según lo que interesa (tan mudable como cualquier otro criterio) es del todo juicioso y razonable.
Ahora bien, como ya no hay tiempo para matices y enseguida te encaloman el insulto que esté de moda, ya no oigo tertulias políticas. Las he sustituido, todas y de golpe, por RNE Clásica. Hoy venía oyendo un trío de Alkan, para piano, violín y cello. Nunca supe de su existencia (la de Alkan, digo), pero llego a trabajar y me dicen no sé qué mierda de la Gerencia y no les mando a la idem porque aún resuena el piano en mi cabeza.
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Dr. Lopez Vega y Rosario Ferrá: las respuestas son mías, aunque disfrazadas de anónimo…
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Con los programas que nos es dado ver o escuchar, la música es buena opción, siquiera para evitar meterte en ese abanico que va desde el cabreo al hastío…
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He tenido la fuerza y coraje de seguir el debate de investidura…Solo puedo repetir un aforismo de nuestro querido Profesor Jorge Wagensberg: La mentira será ley y el simulacro, institución. Menos mal que estoy con esas vibraciones generosas de la mar.
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Anoté muchos aforismos del inimitable Wagensberg… Y tenía razón en todo. Y estos días, y como bien haces, ¡pelillos a la mar!
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Una joya sí. Sigo con la mar. Besossss
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Hablando de Wagensberg, no lo conocía, pero compré su libro « Si la naturaleza es la respuesta,¿cual es la pregunta?» Es genial, una frase al día y tienes mucha materia para pensar.
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Fue un intelectual admirable. Lástima de esa prematura muerte…
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Sí, en ese caso debería decirse los buenos se van pronto, pero sería un insulto a tu buen hacer e intelecto.Y.. sin animo de peloteo.
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¡Venga Rosario…! Los buenos no abundan…
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