Así decía el escritor César Vallejo y me ha parecido título apropiado para lo que pretendo expresar. Tras los fallecimientos de amigos y otros seres queridos, jubilaciones o alejamientos varios, el presente va perdiendo ataduras porque algo de nuestra propia vida parte con cada uno de ellos/as y el porvenir va suplantando las presencias del ayer por un cúmulo de nostalgias. Menos anclajes, la socialización en declive y en palabras de una poeta también desaparecida, los que llegan no me encuentran. / Los que espero no existen.
Alcanzada cierta edad, sobrevivir es ir perdiendo puntales, pasar a receptáculo de la melancolía y es que, aunque la defensiva resignación pueda mantener los ojos secos, las ausencias siguen tiñendo de dolor los recuerdos, se reencarnan muchas veces en los insomnios y también durante el sueño, al extremo de preguntarnos en ocasiones si sería más fácil seguir de agarrarnos al olvido, aunque paradójicamente y por soslayarlo si acaso quisiera hacerse conmigo, me he hecho una lista de los que me fueron dejando y, con cada añadido, no puedo evitar el repaso de los que le/la precedieron, de modo que esa soledad, impuesta por el paso de los años y sus consecuencias, termina haciéndose en tales ratos dueña absoluta del pensamiento.
En el periódico matutino, el obituario es lectura obligada y temerosa por si debiera ampliar mi listado. Claro está que actividades varias relegan dichas remembranzas evitando la obsesión y son útiles atajos para rodear tantos duelos, pero continuar es también cargar frecuentemente con la memoria de aquellos a quienes quisimos y, por acabar copiando el final de El gran Gatsby, “Así seguimos adelante,…empujados incesantemente hacia el pasado”. Que no podremos recobrar en los cariños que lo trufaron y perdonen hoy, como reza el título, la tristeza. Es que la pasada semana falleció inesperadamente alguien con quien mantenía una entrañable comunicación. Por cierto, y a pesar de mis reflexiones al respecto sobre el coronavirus y su prevención en este mismo blog, no se había vacunado.
La tristeza y nostalgia por amigos y familiares debe existir para recordarlos con cariño y…si miraremos hacia adelante pues otras personas nos reclaman, por suerte y nos hacen volver al presente, pero si hemos tenido amigos y familiares a los que quisimos la nostalgia no es mala compañera en momentos de recuerdo.Yo intento recordar los buenos y malos chistes compartidos, las meteduras de pata y arrancarle a esa nostalgia antes de que se vuelva turbia y oscura, una sonrisa y que no se transforme en melancolía que no tiene ni pies ni cabeza.
Un abrazo. Rosario
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Otro abrazo para ti, Rosario. Y sigue comentando para no provocar una nueva nostalgia…
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Eso está hecho!
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¿Perdonar a lo descrito de forma tan brillante y hermosa?. No, Gustavo, agradecimiento por hacernos cómplices, que lo somos, de los mismos sentimientos ante las ausencias y más si es reciente e inesperada. Besosssss
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Lo siento,por perder ése amigo!!.Peró es verdad cuantos más años tenemos,más los recuerdos de los que se fueron,y amábamos, nos invaden ,quizás simplemente el recuerdo esté en una música,en una canción,etc.Peró no queda solución,hay que segui adelante y ponernos todas las vacunas.Un abrazo.
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En el clavo .. gracias a nuestra bendita memoria podremos seguir gozando de tus escritos ..ojalá que sigas por muchos años así!
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Birgitta: ¡gracias mil!
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Maravillosas palabras que invitan a replantearse muchas cosas y a ratificar otras .
Te he solicitado amistad , seria un honor que me aceptes .
Te seguiré por más , venga !
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Gracias, Alejandra. Y si te haces seguidora del blog, podremos seguir comentando… Saludos muy cordiales
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