El llamado primero Juanito y al poco Don Juan, nos trajo la Transición. O fue la Transición quien nos lo trajo, aunque sin duda había regalos mejores y, a los pocos años, no sé qué habría hecho de salirse Tejero con la suya, aunque dada su demostrada capacidad para hurtarse a situaciones difíciles, quizá hubiese continuado, por mera coherencia, viviendo a cuerpo de rey y reservándose para un futuro, de ser preciso y cambiar las tornas, la frase con que pone el borrón y cuenta nueva: “Me he equivocado. No volverá a ocurrir”.
Pese a todo y según su criterio, se ha erigido en preclaro ejemplo de honestidad, fidelidad y buen hacer, como puede apreciarse en lo que sigue.
En cuanto a lo primero, la honestidad, no se trata tanto de preguntarles a Bárbara Rey, Marta Gayá, Corinna u otras decenas, como de subrayar su asunción de no negar las querencias que profesa, aunque ello pudiera poner en entredicho la propia imagen. Y de fidelidad –más allá de la reina Sofía-, hay ejemplos sobrados porque debe reconocérsele el esfuerzo por corresponder: tanto con los que le proporcionaron jugosos beneficios al punto de irse a vivir a su lado tras acudir anualmente al gran premio de Fórmula Uno en Abu Dabi, como con el nombre de su barco, identificándose con él al extremo que, de nombrar alguien al Bribón, nadie podría deducir si se refiere al velero o a su propietario.
Por lo demás, el amor a Galicia permanece inmune a sus variados avatares y ello explica la encendida defensa que del emérito hace Nuñez Feijóo. Como recordarán, huyó a los Emiratos Árabes desde Vigo, y en su primera vuelta del exilio, pues a Sanxenxo, población de Pontevedra. ¡Faltaría más! Mientras que nadie lo ha visto por Arganda del Rey, Huerta del Rey o Villar del Rey, por un decir.
Pero sería injusto pasar por alto la tercera cualidad que lo perfila: su buen hacer, y tanto por lo que se refiere al animalismo de que ha venido haciendo gala, como en cuanto a los dineros necesarios para sobrevivir a las dificultades propias del cargo. La querencia animal hacia especies varias (hacerse con un bisonte, osos en Suecia o un elefante, más al sur) explica también su repetida presencia en las corridas de toros donostiarras. Y para los gastos corrientes, esos u otros, comisión de 100 millones (2008) por su intermediación en el AVE a la Meca, otros dos (2010) procedentes del sultán de Bahréin… De modo que nada de gravar la economía de este país; dineros negros y en el extranjero: Suiza, las islas Vírgenes…, evitando quebraderos de cabeza a Hacienda (nada de declaraciones al fisco) o los bancos nacionales.
Un hombre ahorrador. ¡Pero si incluso en Sanxenxo no se alojó en hotel, sino en casa de un amigo! Así que, como dijo al ser preguntado, “¿Explicaciones? ¿De qué?”. No obstante, algunos malpensados contra viento y marea seguimos en las dudas y, remedando a Séneca, de encontrarnos con él le espetaríamos que habla de un modo y vive de otro. Podríamos aceptar que a rey muerto rey puesto, pero a rey sinvergüenza, ¿cuál es la opción? Seguirlo en la distancia y entretanto, a diferencia de la Justicia española, ni olvido ni perdón.
El borboneo es genético. Así lo sugiere la historia de la dinastía.
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Parafraseo a Cela y digo: ‘Yo, señor, no soy monárquico, aunque no me faltarían motivos para serlo’. Tomo la monarquía -la actual, con su coletilla de ‘constitucional’- como un bien/mal menor, un elemento del paisaje y una convención del paisanaje. Defectuosa, seguramente, pero no más que cualquier otro invento sujeto a las mismas entropías.
Todos los linajes han tenido sus cimas y sus simas. Los Austrias nos dieron a Felipe II y nos cargaron con el Rey Pasmado. Los Borbones nos dieron a Carlos III, un suponer, y nos encalomaron a Alfonso XIII y sus 2 secuaces más directos. Quiere decirse que la estirpe proporciona una ilusión de continuidad, aunque luego el protagonista no equivale.
Respecto de las andanzas de Juan Carlos I (algunas de cariz francamente chocarrero), albergo un sentimiento de estupor por la razón de que, al parecer, eran archiconocidas entre la crème del periodismo y el boudin noir de la intelectualidad, pero NADIE las aireó, salvo en refilones más bien risueños. Dícese que el mismísimo Felipe González optó por ocultar las correrías y golfadas a una opinión pública deliberadamente engañada.
Lo cual que menudo canalla, el uno, y menudos hijoputas, los otros. Vayan todos a tomar por cofa. Creo que han hecho una serie de TV. Caiga yo muerto antes de ver ni un solo capítulo de semejante estafa del todo fuera de cacho.
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Vasallos rancios como Núñez Feijoo (ya está demostrando cómo el salto a la primera línea es de la misma catadura rancia que sus predecesores), me hacen sentir ese desprecio que siento, en muchas ocasiones, por nuestra historia tan diferente a los países que nos rodean.
Este Borbón, sinvergüenza, y que tanto loan cómo el que nos trajo la democracia, fue el gesto del atado y bien atado que dijo el Dictador, pero no lo hizo con el padre porque había sido molesto por su potentes seguidores monárquicos que tantos dolores de cabeza le dieron, y no manejable como su hijo.
La Transición tuvo su mérito, y no fue por él, sino primordialmente por Suárez, que sí dio un paso para el intento de desmarcarse de dónde procedíamos, con las espadas en alto al acecho, que vimos a los pocos años con el intento de golpe de estado…El elefante blanco, este individuo que al pasar las horas vio que no valían ya los métodos heredados y dicen que fue su decisión acabar con él, ja!
Me quedo corta con lo de sinvergüenza, pero nuevamente me autocontrolo públicamente.
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Pilar: a lo que parece, seguimos en sintonía. Un abrazo
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Desde hace ya taaanto tiempo me he sentido en sintonía con vos!. Besosssssssssssss
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Un día habrá que celebrarlo.
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Bribón por partida doble,borbones pura raza!!!la genética no perdona.Alfonso Xlll,ya decía»»No hay mujer fea por allí donde se mea.
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No conocía la frase de Alfonso XIII. ¡Me la anoto! Ja..ja…
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