Tuvo lugar el día 13 de este mes en la Avenida Istiklal o de la Independencia, una de las principales en la ciudad moderna, de unos 2.5 kms en el barrio de Beyoglu y que conecta la Torre de Gálata con la plaza Taksim. El resultado: seis fallecidos y decenas de heridos por explosión de una bomba al parecer colocada allí por una mujer siria.
Años atrás visité la zona en un par de ocasiones y me encantó aquella calle peatonal, “la del tranvía rojo”, bulliciosa y repleta de comercios, bazares, exposiciones, bares y terrazas. A través de mis notas de entonces he recordado el folklore de una “noche turca” o la comida en el restaurante Haci Baba, cercano a la plaza. Finalizado el postre, un vaso de agua que, según es allí costumbre, ha de beberse antes del deseable café y, tras el mismo, convendrá vaciar sobre el plato el poso residual, colocando encima la taza que si se adhiere a la pasta con firmeza anunciará buena suerte al comensal en cuestión. No debió ser el caso para las víctimas del atentado si acaso lo habían hecho, como tampoco la misericordia divina protegió a los asesinados por ETA en España entre los años 59 al 98. Como se comprueba, no hay creencias de índole alguna, magia ni supersticiones, que sirvan de escudo frente a la adversidad o desgracias como las mencionadas. En Turquía, y tras cinco años sin dramas de esta índole, ha vuelto a suceder en una zona emblemática; al igual que lo sería de ocurrir, entre nosotros y por poner ejemplos, en el Paseo de Gracia o la Gran Vía en Barcelona y Madrid, respectivamente.
La condena del hecho ha sido unánime. Sin embargo, se está a la espera de conocer cuál ha sido la intención de ese “uso estratégico de la violencia” que justifica el terrorismo para sus autores. ¿Por qué ahora, con qué objetivo y contra quién? La cercanía de unas elecciones (Junio) en las que el actual presidente, Erdogan, habrá de competir entre otros con el Partido Democrático de los Pueblos, minoritario, apoyado por los kurdos y en trance de ilegalización, centra unas sospechas que los presuntos implicados niegan. No obstante, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (apoyado, entre otros países, por EEUU) controla el norte de Siria y de allí procede, precisamente, la en principio autora del desastre. Los kurdos lamentan lo ocurrido y nadie, dentro o fuera del país, asume responsabilidad alguna. Pese a ello, convendría que el actual Gobierno turco esté con cuatro ojos bajo los nubarrones que se cernirán sobre él en los próximos meses. Siquiera para poder predecir con verosimilitud quiénes podrían planear utilizar de nuevo el polvorín. Aunque responder con un bombardeo sobre Siria se parece demasiado a la desdicha sufrida porque, en ambos casos y como resultado de la confrontación, solo víctimas inocentes.
No pensaba que eras un experto sobre lo que pasa en Turquía que parece se lleva muy bien con Moscú al menos para conseguir que les dejen sacar los cereales aunque podían conseguir que acabasen con los miles de muertos del asesino Patín
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Lo de Putin daría para una enciclopedia…
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Según leí se lo adjudicó un grupo kurdo, y Turquía atacó días después a objetivos de estos en Irak y Siria…Un tema muy complejo para comentar con brevedad. Mundo disparatado
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Pilar: la razón se ha echado a un lado y priman las emociones; de mal en peor…
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Sin duda, reitero lo que tantas veces hemos comentado…Añoro circunstancias más frecuentes dónde primaba la esperanza. Sólo en nuestro círculo existe.
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Desastroso!!Siempre suelen pagar justos por pecadores.El mundo está muy mal,peró mal.
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Cati: francamente fatal…
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