Suelen cambiar escenarios y hábitos en nuestro entorno a poco que nos fijemos, pero hoy quiero referirme en concreto a las peculiaridades de quienes deambulan cerca de nosotros. Muchos siguen llevando el teléfono móvil en el bolsillo de atrás aunque ello incite a su pérdida o sustracción, como vi en una ocasión. Ellas, el pelo a veces de insólitos colores o moños de lo más variopinto y, hacia abajo, algunas con falditas a punto de descubrir intimidades por su escaso tamaño.
Pero hay que seguir hasta los pies para constatar la nueva querencia, en paralelo a pantalones rotos, y por una vez aplaudir la generalizada elección.
Me refiero a las zapatillas de cordones, actualmente el calzado habitual en ambos géneros y que en las mujeres, afortunadamente, están sustituyendo a los zapatos de tacón y evitando los riesgos que comportaba su uso: caídas y esguinces que con el cambio dejarán paso a la comodidad. También se están imponiendo entre los varones, pero son esos pies, antaño con tacones – aunque, como cualquier uso con riesgo aparejado, pudiesen fascinar –, los que me llevan a manifestar mi absoluto acuerdo con la acertada opción.
¿Pegan con cualquier vestuario? ¿Se ha impuesto el bienestar al estilo de antes? ¿Pasará la moda para dar paso a otra, como es la regla? Pues de nada estoy seguro, pero ¡qué quieren! No puedo por menos que recrearme en la nueva estampa y, en días pasados, me di a pensar que si nuestros políticos siguen la tónica y optan por cambios en los pies en lugar de en sus cabezas, será circunstancial deriva para seguir en las mismas y, la novedad, mero espejismo sin otra trascendencia que la mayor seguridad, ahora, del paseo femenino. Haya baches o grietas en el asfalto. Por cierto: de titular en otra ocasión -y referido a nuestros mandamases- un nuevo post como “El cambio, cerebral”, lo escribiré en letra de mayor tamaño y con signos de admiración.

Vaya, es que no se te escapa nada ¿eh?, no sólo te quedas parado observando balcones y terrazas, qué también tu observación es más amplia…Pero mira que, me sigue resultando atractivo ese zapato de aguja, que asoma en ese pedazo de peliculón. Muaskkkkk
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Pilar: es que siempre he pensado en lo mal que deben acomodarse los dedos en esos zapatos en punta; retorcidos, superpuestos… De poder, gritarían socorro.
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No te creas, están diseñados para que no ocurra, se queda media punta vacía…Lo cierto es que si es un buen calzado de piel sólo te tienes que preocupar de no ir por un empedrado.
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En realidad ya hace muchos años que, efectivamente, ya apenas se ven.
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¡Ya he aprendido otra cosa!
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Ciertamente, se nota que la comodidad impera, y es mucho menos comodo, llevar tacones, por motivos lógicos poder apresurarnos si advertimos algo desconfiable, y ( eso abunda) con robos y otras patrañas en estas epoca, cuando menos lo esperas, notas que alguién viene y de , poco confiar, los tacones elegantes, ademas de ser una opcion, para aparentar algo más de altura, regala elegancia, si los lucen con seguridad, aunque es más seguro, las deportivas, y ayuda a salir. Pies pá que te quiero, en caso de peligro, que a fin de cuentas es lo que abunda.
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¡No hay peor cosa que intentar huir con tacones! Mejor en patinete, si no se dispone de zapatillas…
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Toda mi vida tacones,zuecos de aquellos altos,ahora comodidad con zapatillas,y no vea lo comodísimo que és.Peró cuando uno es jovencito sufrir un poco por moda es lo habitual.
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