Impermeables los hay por doquier y de todo color. Por lo que hace a la mayoría de sapiens, es sabido que las creencias, ideologías y en suma cualquier convicción arraigada, nos hace impermeables frente a las alternativas que puedan plantearse y, cuando no oídos sordos, las neuronas distraídas. Nadie convence nunca al otro/a de nada, aseguraba Emerson, y como ejemplo los líderes políticos con sus réplicas frente a cualquier oponente.
Bien sea por conveniencia, coherencia respecto a arraigados posicionamientos previos o simples ganas de reforzar la propia imagen y no bajarse del burro por eso del qué dirán, los debates no suelen llevar a la asunción de interpretaciones distintas a las propias y, demasiadas veces, las construcciones sentimentales o intelectuales de cada quien, inmutables, sólo generan chispas e hirientes chirridos cuando se rozan con las expresadas por el de al lado. Ahí tenemos la argumentación de los enfrentados en/por la guerra en Ucrania o entre Hamás e Israel, la eutanasia y el aborto serán derechos o crímenes, el juicio en cuanto a la prevista legislación sobre alquileres, opuesto según se trate de mileuristas o propietarios quienes lo manifiesten… Atrincherados todos frente a matices o excepciones, y sólo en inusuales circunstancias optará alguna de las partes por un silencio que auspicie la reflexión.
Por lo que hace a los políticos que citaba, la permeación de sus análisis – coyunturales o menos – por otras ideas que las mantenidas contra viento y marea, es una utopía que, de cristalizar, haría de este mundo la panacea a que cualquiera de ellos dice aspirar de puertas afuera. Entretanto, las decisiones que no provengan de su facción serán siempre cuestionables, de resultar populares “deberían haberse tomado en el marco de un pacto”, “han llegado con retraso” o, tal vez, “no son sino tapaderas”…
Posturas impermeables, y el tema se me ha aparecido al ver sudar a las nubes, como escribiera Onetti en una de sus novelas. He comprobado la utilidad de cobijarse bajo el impermeable; para no mojarse, que es a lo que tendemos la mayoría aunque no llueva y pese a que la sequía sea una mala compañera para el espíritu.


Impermebles, en efecto, tal vez porque de lo que se trata realmente no es de la búsqueda de la verdad sino de la conquista o la conservación del poder.
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Creo que así es las más de las veces
..
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Así andamos, cobijados y con sequía. Yo hablo de blindaje.
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