Tenemos en este país una sanidad pública que se cuenta entre las mejores del mundo. Sin embargo, en los últimos tiempos asistimos a un notable deterioro de la misma, debido a circunstancias varias que convierten la paciencia de muchos enfermos en esa “virtud heroica” de la que hablaba Rossi en su Manual del distraído. Para empezar, no es razonable tener que esperar semanas, meses en ocasiones, para conseguir cita en los servicios de Atención Primaria,
donde tal vez la consulta se lleve a cabo por un recién licenciado/a sin la necesaria formación que preceda a la actividad profesional.
De ser derivado a un hospital, la consiguiente visita puede retrasarse más de un semestre, al igual que una intervención quirúrgica de la que puede depender la vida del afectado. Y de acudir al centro a través del Servicio de Urgencias, es posible que deba permanecerse varios días en una camilla, antes del ingreso, por falta de camas, carencia del personal necesario…, y habrá suerte, caso de ser verano, si la habitación asignada dispone de aire acondicionado o siquiera ventilador.
Los bajos salarios de los sanitarios (médicos/as y enfermeras), en muchas ocasiones necesidad de prolongar los horarios sin la adecuada contrapartida económica o exigencias – idioma cooficial…- sin nada que ver con la competencia, explican también, siquiera en parte, la crisis referida, agravada por la prolongada carencia de determinados especialistas (oncólogos, alergólogos, pediatras…) o la dilación para autorizar el uso de algunos medicamentos de última generación, a veces superándose los dos años de demora debido a su elevado coste mientras, en paralelo, se sugirió recientemente la eliminación del copago farmacéutico (?).
La inversión en sanidad es a todas luces insuficiente, no se dispone de los recursos necesarios y, a resultas de ello, aumenta el trasvase de enfermos a centros privados, sumándose en este caso, a la impaciencia, otra plétora de inquietudes que genera una recortada información. ¿Por qué yo y con qué criterios? ¿Será equiparable la calidad asistencial a la del hospital que me transfiere? ¿La cualificación de los profesionales y sus horarios lo garantiza? ¿Son fiables los equipos de guardia o se ha contratado sin mediar selección previa alguna? ¿Las decisiones terapéuticas se toman en comité o quedan al albur de cada cual?
El caso es que la atención, sea en centros públicos o clínicas privadas, plantea numerosos interrogantes que van en aumento y, globalmente, no pinta bien. Sólo cabe esperar que el gobierno decida implicarse más allá del discurso y puedan evaluarse con objetividad los resultados de sus medidas. Si es que las toman junto a las destinadas a hacerse y perpetuarse en el sillón.
PD: la semana próxima no habrá post porque salgo de viaje. A la vuelta, unas líneas sobre el periplo…

No entenc que ser capaç de parlar l’idioma de la terra on es treballa et sembli una exigència que no té a veure amb la competència. Un metge que no és capaç de parlar la llengua dels seus pacients no és competent per atendre’ls.
La resta de l’article: completament d’acord. La pregunta difícil és: estem disposats a pagar el preu (augmentar impostos i/o retallar despeses -quines?) per millorar la salut pública?
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Sin embargo, en estos últimos meses en la pública hemos tenido unas actuaciones magníficas. Aunque opino que ciertamente sería necesario más inversión, y lo más urgente cómo fidelizar al personal, especialmente en estas islas con el problema de vivienda que padecemos.
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Soy Pilar, ni nueva suscripción no me sirve para aparecer con nombre
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Ostras al final si lo he conseguido…Buen viajeeeee
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Vivienda y carestía de la vida en general… Inversión sanitaria aún insuficiente… Ya iremos viendo. Y vuelves a figurar con nombre y apellido. ¡Bieeen!
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Muchos más factores, cierto.
Y sí lo he conseguido. A ver hasta cuando dura. Besosssss
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Parece que no sólo en Uruguay hay problemas…con la asistencia médica.
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