A más de facilitar la comunicación en otros países, ejercita la memoria y es ahora el motivo, llegado a la tercera edad por no decir la cuarta, de que me empeñe diariamente en un objetivo con ese fin y sin final.
Puede intentarse con cualquiera de ellos y por ello dudé, meses atrás, en la elección. Pensé inicialmente en alguno que me fuera totalmente desconocido y con buen número de hablantes, así que me vino el chino a la cabeza, aunque lo descarté al poco de visitar una tienda de los tales y escuchar el diálogo entre ellos.
Jamás lograría enhebrar tres frases, de modo que de nuevo he vuelto a decidirme por el inglés como ha ocurrido otra media docena de veces en el pasado y, aunque nunca haya superado – siendo optimista – el nivel intermedio, por lo menos me sale un yes o perhaps con cierta soltura, así que, con la mejor voluntad, sigo en la brecha media hora diaria y sin desánimo pese a que mi mujer es capaz de expresarse y entender prácticamente lo mismo que yo, tras haber asistido unos meses a clase hará como cuarenta años.
Es la desazón consiguiente, al percatarme de lo anterior, la que me induce a continuar erre que erre (no me atrevería a pronunciarlo en inglés), procurando memorizar palabras inusuales para poner en evidencia los avances siquiera frente a mí mismo, aunque las olvide al poco y únicamente consigan robarme el sueño en su persecución, así que eso de que si una cosa no hay es el olvido, como afirmara Borges, no pasa de falacia.
Y tan inseguro ahora frente al ocasional angloparlante como lo estuve cuando años atrás, ejerciendo de moderador en una mesa redonda, sólo se me ocurrió, al empezar el turno de preguntas, dejar el asiento y esconderme tras la cortina del fondo al sospechar que alguien, de entre la audiencia, podría dirigirse a mí como si fuese Gustav Young (por el nombre). Y espero pudieran disculparme si evitase pronunciar, frente a ustedes, el nombre del personaje en alta voz.
Un ejercicio neuronal para mantenerlas vivas, sí, aunque podría haber otra razón que me haya impelido a volver una vez más a ese idioma en lugar de decantarme por el portugués o el italiano, quizá más accesibles dada mi torpeza idiomática, y es que, cuando me meto en los phrasal verbs, de estar lloviendo a cántaros me viene el got-on, el pick-on me sabe a Mojo Picón canario, con el catch-up recuerdo el cachopo de mi amigo asturiano, y repetir put-in o put-on hasta la saciedad, para que no caigan en saco roto, es por supuesto un sonriente estímulo adicional. Máxime si los relaciono al pensar en el líder ruso.
Me pongo en tu lugar, a los españoles les cuesta un poco más que por ej a los suecos que no pueden salir de su pais sin un minimo de conocimientos en una lengua extranjera Una lengua universal seria la solucion. ? Yo lo propuse a la edad de 12 años cuando empezaba estudiando aleman .. y, no era excusa para seguir con las clases porque alguien que me insinuaba que la lengua universal nunca seria el sueco, aqui estoy defendiendome en castellano, y hasra en «mallorquin» .
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Una lengua universal, sí… aunque puedo imaginar las controversias…
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No se olviden del Esperanto solo hay que reactivarlo, os dejo de tarea
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Hay que buscar el diccionario del tal…
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Bueno Gustavo, ya que segùn dices los idiomas no es lo tuyo, permíteme te recomiende disfrutar con el Esperanto en su historia y conocerlo aunque no te servirá mas que eso, aumentar tu bagaje cultural que no es poco. Yo lo estudiè y te aseguro que disfruté en todo su contenido y entender que la historia de este mundo pasa por por los caprichos a veces no justificados.
Saludos,
Toni Frau.
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Toni: me meteré en el Esperanto a ver de qué va. Saludos muy cordiales.
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Gustavo, si entras en una APP denominada DUOLINGO podrás escoger el Esperanto y ponerte a estudiar.
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Meto el Duolingo en cartera. Jamás lo había oído. Al final seré multilingue…
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No he encontrado Duolingo..
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