¿DISCIPLINA O NEUROSIS?

                           Años atrás y durante el ejercicio profesional, los horarios eran obligados y, por responsabilidad, necesario estar al día en avances sobre la especialidad, lo que relegaba otras aficiones a ratos libres e impedía dedicarles el tiempo que uno hubiera querido. Sin embargo y ahora, con absoluta libertad para distribuir las ocupaciones a mi antojo, sigo con hábitos subordinados al reloj y otros que, en ocasiones, inducen a plantearse si acaso el cerebro, habituado a las exigencias del pasado, no se habrá trastornado al extremo de convertirme en una máquina de quehaceres, sin dejar espacios que pudiesen albergar ocio o azar.

                               Tras el desayuno, caminata diaria en la que deberé pensar, secuencialmente, en argumentos para los siguientes posts y a la vez observar el entorno para memorizar inspiraciones varias que, en cuanto regrese, anotaré en la correspondiente libreta. Después el periódico y, terminada la gimnasia de tronco, media hora estudiando otro idioma, repaso de móvil y ordenador para, seguidamente y por este orden, café y de nuevo a la pantalla para actualizar si es preciso el listado con que ordeno citas literarias y pasar a las ya más de 300 páginas en las que incluir cualquier novedad oncológica, aunque sea obvio que no volveré a ejercer el oficio de antaño. Luego la comida, siesta y a escribir blog y novela en ciernes hasta la hora en punto del paseo vespertino.

                           Y todo ello sin haber citado aún otras actividades a lo largo del día en las que me emplearé sin renuncia que valga. Aplastar cualquier hormiga que aparezca mientras desayuno o durante la comida, con alguna que otra pausa para anotar, en la hoja sobre la pared, las próximas compras. Colocar en la mesilla los tapones para los oídos, cambiar zapatos por zapatillas dos veces y revisar el monedero para comprar mañana, a más de la prensa, el cupón de la ONCE que habrá de terminar en siete. Leer durante hora y media, colgar el post si es lunes, un artículo en Facebook cada sábado, cortarme de la barba cualquier pelo desbocado, memorizar el número de veces que orino en 14 horas y por supuesto, antes de meterme en la cama, comprobar que el móvil tiene la batería cargada…

                          ¿Se me habrán pegado al alma las rutinas, o será exponente de libertad el repetir lo que sólo yo me obligo a hacer? ¡Cualquiera sabe! Ventajas sin duda las hay porque no existe hastío ni incertidumbres que valgan, aunque en contraposición y como escribiera Gracián, la repetición es carcoma que roe todas las cosas y, a este respecto, contaba Goethe que un inglés se ahorcó para no tener que vestirse y desnudarse diariamente. Por fortuna, se trata de una solución ésta que nunca he contemplado en unas reiteraciones que, por el momento, pienso seguir. De no haber electroshock que me haga cambiar la agenda…

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About Gustavo Catalán

Licenciado y Doctor en medicina. Especialista en oncología (cáncer de mama). Columnista de opinión durante 21 años, los domingos, en "Diario de Mallorca". Colaborador en la revista de Los Ángeles "Palabra abierta" y otros medios digitales. Escritor. Blog: "Contar es vivir (te)" en: gustavocatalan.wordpress.com
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4 Responses to ¿DISCIPLINA O NEUROSIS?

  1. Avatar de marioglobal8d90a0bc25 marioglobal8d90a0bc25 dice:

    Amigo Gustavo solo decirte que tengo asiento en ese mismo coche así que al menos no estás solo en ese desierto, abrazos y siempre interesantes tus meditaciones

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  2. Mario: viajar acompañado es siempre un placer. ¡Y de compartir las rutinas ni te cuento! Un abrazo

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  3. Avatar de Desconocido Anónimo dice:

    Increíble reflexión, la verdad es interesante ver cómo muchas veces pasamos una vida buscando desarrollar algo tan vital como la disciplina y hasta olvidamos algo tan sencillo como lo es desconectarse y fluir. Mientras esto no afecte el humor ni las risas, yo diría que todo bien! Saludos cordiales y Dios lo bendiga.

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  4. Un abrazo y felices fiestas.

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