Demasiadas veces, las certezas pertenecen a un ámbito distinto del que alberga las opiniones, y de ahí el escepticismo de muchos respecto a los resultados de cualquier estadística obtenida tras preguntar a una muestra poblacional porque, por más grande que sea ésta, el distinto grado de conocimiento que tengan los entrevistados respecto al tema en cuestión sólo cimentará una probabilidad de que los resultados obtenidos se aproximen a los que se obtendrían con otra selección del segmento interrogado.

                          En ocasiones, puede tratarse de cuestiones desconocidas o poco meditadas por algunos, sobre las que no poseen suficientes elementos de juicio o éste es sesgado por sus apetencias e intereses personales. En dicha línea, ya me dirán cuál es la objetividad que puede suponerse de algunas encuestas efectuadas en meses pasados: ¿Cuándo supone que finalizará el conflicto en Ucrania? ¿Cree que puede aproximarse una tercera guerra mundial? ¿Opina que estamos abocados a un cambio climático? ¿Estás de acuerdo en que España aumente la inversión en defensa?Hace un par de semanas se preguntaba: ¿Qué les parecería una coalición política en España parecida a la alemana?, o la escuchada por radio el pasado diciembre: ¿Qué cree que debería mejorar en la Sanidad Pública? Convendrán en que hay supuestos con escaso o nulo respaldo, mientras que otros deberían basarse en datos contrastados que no suelen incorporarse a la pregunta en cuestión, cuyos resultados, por otra parte, suelen ser tenidos en cuenta por los gestores a su conveniencia y sin que importe el criterio recogido si no coincide con sus planes a corto o medio plazo.

                         Otras veces, la subjetividad en la opinión obedece a experiencias previas, propias o de conocidos, lo que sesga asimismo la contestación. Pronunciarse frente a la eutanasia, por ejemplo, puede subordinarse a la edad, creencias, estado de salud, vivencias anteriores con familiares… Y eso siempre que se conozca vocabulario y significado, ininteligible para algunos. Los habrá que enarquen las cejas frente a determinados planteamientos: ¿Cree que el deterioro neuronal es consustancial al aumento de edad? ¿Debería terminarse de una vez con el uso de combustibles fósiles? (quizá haya quien pueda suponer se trata de esqueletos), o la emitida por Radio Nacional en febrero de este mismo año: ¿Cuál es tu opinión sobre la velocidad de sincronización de los archivos de Dropbox?, pregunta ésta de la que por supuesto quedaban excluidos muchos oyentes mientras que otros, entre quienes me incluyo, debieron tener que pararse a pensar, sin acertar con la respuesta a falta de elementos con que comparar.

                        Pero no quiero terminar sin aludir también a la información que nos llega y sus manipulaciones como sustrato de las reacciones, así que los porcentajes obtenidos en distintas encuestas, están encima cocidos a conveniencia por quienes tienen en sus manos las llaves del cotarro y hacen de la opinión colectiva, o por lo menos lo intentan, plato de su gusto. Con tales mimbres, ¿importan mucho los resultados de cualquier sondeo? ¿Cuál es su fiabilidad?