OKUPAS AL PODER

                      Inquiokupas porque se apropian de lo que nos pertenece. Además, esos okupas que estuvieran antes y deban salir para dar paso a los nuevos, lo harán bajo la convicción, permanente en todos ellos, de que los sustitutos entrarán apropiándose de cuanto es suyo: cargos y entramados varios. Así ocurrirá tras cada elección, que llevará al Congreso a parecidos perros (dicho sea con perdón) aunque porten distintos collares. Las denuncias de la ciudadanía caerán siempre en saco roto, y son los que quieren alzarse con el santo y la limosna quienes vociferan las constantes acusaciones, ciertas o falsas, en pos de esa nueva okupación, la suya, tanto tiempo postergada e injustamente a su juicio. Las corruptelas más variopintas serán aireadas a diestro y siniestro hasta que consigan el alojamiento en los habitáculos que habremos de seguir financiando con nuestros impuestos.

                  Tras hacerse con el poder, ampliaciones y reformas – que no de sus conciencias – para que quepan junto a ellos, por pura dedocracia, cuanto amiguete crean que podrá afianzar su permanencia (“¡Después de nosotros, el diluvio!”) y procurarles beneficios adicionales. Las llaves a buen recaudo, y discursos de propietario legal hasta que su plumero a la vista se haga insostenible por los inaceptables huracanes de rechazo que hayan propiciado porque, como apuntara Quincey, una vez que uno empieza a deslizarse cuesta abajo, ya no sabe dónde podrá detenerse. En consecuencia, tras un lapso variable, paso a sus homólogos y vuelta a empezar la sucesión de estafas y engañifas.

                  Lo peor es que, vengan quienes vengan e igual con sus sucesores, nosotros, los verdaderos dueños por financiar el tinglado mal que nos pese, convocados de uvas a peras, carentes de aforos que valgan y sin otro remedio que seguir pagando a los nuevos inquilinos de Moncloa y aledaños: sustanciosa pensión de por vida a los expulsados, mantenimiento del negociete y alquileres para familia y queridas si acaso no compraron en su día los suficientes áticos. Como alternativa, ¿votos de veto? Se habría terminado lo que llaman democracia con la boca llena, ese espejismo, así que papeleta en la urna para el que sea: tanto más seguros los jerifaltes cuanto mas inseguros los votantes y, tras conocerse a los vencedores, los electores al baile de san Vito hasta caer en la cuenta de que estamos de nuevo en las mismas.

                    Entretanto, podríamos preguntarnos, más allá de esa egolatría que consiguen satisfacer de alcanzar las poltronas, cuáles son sus habilidades para hacerse y justificar el momio conseguido, ya que no hay formación exigible y puede accederse al cargo tras trabajar de albañil, fontanero, con el bachillerato elemental o tras una carrera que nunca se ejerció y, metafóricamente, se tradujo en correr para llegar hasta ahí. En tal escenario, no hay otro filtro que el de las ganas por alcanzar la soñada meta y, como herramienta, apostar a escondidas por “la banalización del mal”, la confusión y la ambigüedad, mientras se asegura a los eventuales seguidores que han descubierto como llegar (ellos) a un mundo mejor. De todo lo anterior se deduce la razón que tenía Fernando Vallejo al asegurar que “los políticos son roñas incurables”. Y ahora, a verlas venir mientras nos rascamos las decepciones y el consiguiente picor en cuanto aparezcan los siguientes.

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About Gustavo Catalán

Licenciado y Doctor en medicina. Especialista en oncología (cáncer de mama). Columnista de opinión durante 21 años, los domingos, en "Diario de Mallorca". Colaborador en la revista de Los Ángeles "Palabra abierta" y otros medios digitales. Escritor. Blog: "Contar es vivir (te)" en: gustavocatalan.wordpress.com
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2 Responses to OKUPAS AL PODER

  1. Avatar de Desconocido Anónimo dice:

    El discurso de «todos los políticos son iguales» (o, en tu cita, «roñas incurables») es una antesala del fascismo. Porque si todos son iguales, la solución lógica es librarse de todos e instalar una autocracia. Y quien piense que una autocracia es mejor/menos corrupta que una democracia, o no ha vivido dicha autocracia, o tiene memoria muy selectiva. En las autocracias hay más corrupción que en las democracias («…el poder absoluto corrompe absolutamente»), la diferencia es que en las primeras se prohibe hablar de dicha corrupción, lo que puede crear una falsa impresión de limpieza.

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  2. Desde esa perspectiva, creo que tienes razón, pero yo me refería a corruptelas varias sin poner en solfa la democracia…

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