Con tantos inputs, como dicen ahora, no consigues un rato para darte un respiro. Porque siguiendo con los nombrecitos, a nadie se le ocurría hace unos años hablar de «Gobernanza». Sería gobernación o gobierno, ¿no? Después el «escrache», y veo que anuncian la «Moda casual». Imagino que esto último va de inglés, aunque cualquiera diría que es la moda que se ha implantado por pura chiripa. Puede ser un hallazgo del marketing (¿lo mismo que «propaganda»?) o el desliz de alguno que está haciendo un curso intensivo para conseguir el nivel B en ese idioma (¿qué será el B? ¿Intermedio?) y adecuarse a la Ley Wert.

Leo que hay minifaldas para elevar («push up», aclaran) el trasero. Lo mismo que se hace con las tetas, me informa una amiga. Pero ya me dirán ustedes con qué garantías nos quedaremos prendados ahora de lo que veamos. Y las librerías cierran a causa de unas «tabletas» para almacenar libros. Antes, las tabletas sólo se relacionaban con el chocolate o, si acaso eran tablillas, con la escritura de los hititas. ¿Quieren otro input?, pues me he enterado hace unos días que, si alguien quiere tomarse unas copas, puede hacerlo al modo tradicional o bien metérselas por la vagina o el ano con efectos parecidos. El resultado, entre otros, es que lo de tomar por el culo ya no significa lo mismo que antaño y, encima, la Guardia Civil lo va a tener crudo para los controles de alcoholemia. A no ser que desde la escuela enseñen a soplar por cualquier orificio.

¡A muchos, todo esto nos coge mayorcitos, qué quieren que les diga! Y ahora me sale en pantalla que he de cambiar el «plugin». Que a saber qué coño es. Aun a riesgo de perderme la posmodernidad tardía, prefiero el Gin tonic por la boca (supongo que Millás estará de acuerdo con el suyo de media tarde) y, en cuanto a la «tablet», pienso seguir apostando por el papel; por el libro de siempre. No sea que, con estos mimbres, también el papel de vater acabe sustituido por un remedo virtual.