Escribo Botín, con mayúscula, porque me refiero a esa doctrina surgida en 2007 y que toma su nombre del fallecido presidente del Banco Santander, exculpado por razones que ahora se pretenden aplicar de nuevo a la Infanta, aunque quizá fuera más oportuno llamarla, a tenor de lo leído estos días y por no confundirnos, «Doctrina pirata». Y el latrocinio tras el saqueo, como ocurría con Morgan o Drake, a buen recaudo en las bodegas. O en Ginebra.
El caso es que la acusación popular en solitario (aunque el pueblo suela ser siempre sujeto del expolio), no basta para implicar a los presuntos sinvergüenzas si los perjudicados (la Hacienda Pública en el caso Noos-Aizoon) y el fiscal se lavan las manos o, lo que es más llamativo, se aplican en exculpar a los saqueadores. Tan flagrante el despropósito que una posterior doctrina, Atutxa, matiza la anterior en caso de que el delito afecte al interés colectivo. Pero esto no parece rezar con la Infanta y sus despilfarros de dinero público o eso creíamos hasta aquí, como también que la fiscalía no tenía entre sus funciones la de ejercer de defensora a ultranza. Y que Hacienda éramos todos; un error que la letrada de la Agencia Tributaria ha desmentido explícitamente quitándonos, siquiera por una vez, la venda de los ojos.
Afirmar lo contrario, como se venía haciendo, era mera propaganda para los incautos. Y seguirlo asumiendo, simple infantilismo tras saber más de la Infanta, los infundios e infaustas infamaciones -ahora me percato- sobre su transparencia. ¡Ay infelice! (y disculparán tanta «inf». La «Inf»anta me ha contagiado). 
A partir de hoy, la permisiva doctrina sobre el pillaje podría estimular al pillastre que muchos llevamos dentro y, si me sorprenden en cualquier renuncio (sin duda de menor cuantía) contaré con la misma complicidad de Hacienda y Fiscalía. A buen seguro igual que Doña Cristina porque aún no han desmentido que todos seamos iguales ante la ley: desde la Infanta a un servidor. Y si he de sentarme en el banquillo, será para dar el pego a la galería, porque también para impartir injusticia, tal y como estamos viendo, se precisa de letrados que preserven, apelando a Botín, el botín. Ahora con minúscula.
Contar es vivir (te) 
Los tertulianos profesionales incurren, a mi entender, en el grave de fecto de opinar sin freno y sin pasar por casa. Por la mañana discuten de Medicina; a mediodía, algo más ligerito, un simple análisis geomorfológico de la falla de San Andrés; ya por la tarde, con la boca caliente, los intríngulis de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.
Hum. Servidor actúa digamos profesionalmente como perito de los tribunales. Vengo a redactar (y ratificar en sala) 1 o 2 dictámenes periciales por mes, y no lo digo por soberbia, sino por la experiencia de convivir no pocas horas, en pasillos y despachos, con gente muy vinculada al Derecho.
Y es un mundo peculiar, con pocas afinidades con el mundo «real» (sea esto lo que fuere), expuesto a toda clase de sesgos, ignorancias, sobreentendidos, fraudes y… cantamañanas. Servidor adivina el primer día, con pasmosa clarividencia, qué va a pasar en ese juicio, apenas viendo a los abogados y leyendo a los peritos. El abogado es crucial. Que no sea un cantamañanas es crucial. No seamos cantamañanas.
Personalmente, lo de la «acusación particular» me parece una filfa. Yo quiero, como ciudadano pagano, que me represente la Fiscalía. Que sea ella, en consonancia con otras instancias OFICIALES, que para eso soy pagano ciudadano. Y si no funcionan , que las cierren. No quiero que, en supuesta defensa frente a su inoperancia, se colapsen los tribunales con pijadas instadas por Manos Limpias o engendros semejantes. No quiero que haya tribunales enteros, a tiempo completo, dirimiendo el coño de la Esteban (y no es metáfora).
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Yo quiero, como un pagano más, que aquí paguemos todos. Con o sin título nobiliario. Y si hay Sociedad interpuesta para defraudar al fisco unos milloncetes, no me vale que se participe al 50% al tiempo que se argumenta que uno/a no se enteraba de nada y era cosa del amor. ¿Devolver unos cientos de miles y con la exculpación de nuevo a Ginebra? Pues quien robe un pollo por mano interpuesta, tres cuartos de lo mismo y no dos años de cárcel. Y es que en ocasiones (Erri de Luca dixit), la justicia vale menos que el papel higiénico.
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Yo albergo los mismos deseos, pero hay un punto -cada uno sabe dónde- en el que se ha llegado todo lo lejos que cupiere.
Urdangarín, que es un sinvergüenza, y su señora, que de no ser igualmente sinvergüenza es simplemente tonta, son una pareja lamentable. Vale. Tendrán que resarcirnos y dejarán sus relajadas agendas oficiales, con sus vacaciones en Baqueira y en las islas del Egeo y en. ¿Habría que ir más lejos? Puede, pero algo me dice que vale.
No obstante, la pasta se la dieron otros gaznápiros, otros que fueron elegidos dizque democráticamente, y que al margen de su escaño/alcaldía/sinecura no son nadie. Moralmente como los otros, claro, pero encima es que no son nadie, lo que se dice nadie. Abusaron de un poder que les dimos nosotros, para tocarnos los cojones a nosotros, y se escudaron en Urdanga, como podían haberse escudado en la senyera, o en la famélica legión del PER, o en la negra mina de negro carbón de Asturiaspatriaquerida.
Abusaron de nosotros usando al tonto útil o a los tortolitos útiles. Éste/éstos ya están finiquitados. Vale. A ver si tenemos lo necesario para enchironar a los chorizos a nuestro alcance y, si les trincamos, a ésos, a los que tenemos CERCA, ya veremos si aún sobran ganas para trincar a los otros, a los de etérea estirpe blú.
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Totalmente de acuerdo; sin embargo, Matas aquí o Camps en Valencia ya están contra las cuerdas, lo que permite aún un resquicio de confianza en el buen hacer del tercer poder. ¿Que hay más en la trastienda? Claro que sí, y confío (quiero confiar, mejor dicho) en que los trinquen cuanto antes. Pero el juicio a la Infanta tiene algo de emblemático y, en ese sentido, creo que deben esmerarse. Aunque nadie se atreva a predecir cómo pueda acabar la cosa y algunos ya anuncien que terminará en el Supremo. ¿Y?
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Lo dijo el filósofo Pacheco: «La Justicia, en España, es un cachondeo». Pero acabó en sus garras, así que vaya usted a saber…
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