Que la verdad también se inventa es algo en que los políticos son maestros y hoy, día de otra investidura de nuevo fallida -y lo escribo por anticipado-, es buena fecha para echar la vista atrás y hacer memoria de los fiascos que han jalonado una democracia lastrada por la hipocresía y el oportunismo de quienes cobran, siquiera en teoría, para dotarla de contenido y dignidad. Deficiencias que durante el último año se han desvelado sin el menor pudor entre ninguneos y secretismos de camarilla para con una ciudadanía que es sólo tapadera con la que encubrir inconfesados intereses.
Durante el debate, de nuevo la escenificación para justificar sus comportamientos y, respecto a lo que subyace bajo la esperpéntica situación, fruto de sus manejos, de rabiosa actualidad la advertencia sartriana: aunque sea cierto, no hay que hablar de ello. Siguen el consejo al pie de la letra y, por ello, la total dedicación para afianzarse en el momio o acceder a él mientras que, para enfrentar los problemas reales, únicamente la vacuidad del discurso. Las mayorías que avalan distintas posiciones ideológicas son pura entelequia, toda vez que los sufridos votantes no son consultados en ningún momento con relación al tinglado que se organiza de tapadillo para hacerse con las poltronas y, en ese ínterin que puede durar lo que no está escrito, la intrahistoria de este país sólo se publicitará -ya se viene haciendo- cuando sirva para maquillar una deriva con los beneficiarios de costumbre: el gran capital y, a menor escala, esos que hasta la fecha se han venido blindando económicamente el futuro con base en dar cuatro precarias pinceladas a nuestro presente y, últimamente, perciben sus abultados sueldos sólo por defender, a tiempo completo, su propio estatus.
En semejante contexto, no cabe esperar que quienes finalmente gobiernen (?), emergidos por entre la confusión, estén en condiciones de procurar serenidad y confianza en un hipotético buen hacer que, como se ha visto, hunde sus raíces en la avidez y el adanismo.
Las convicciones que los inspiran son impermeables y en esa tesitura, la de la papeleta cuatrienal cuando no cuatrimestral, estamos abocados a seguir transitando entre espejismos. ¿Cinismo? Pudiera ser, pero no ha surgido de la nada ésta nuestra posición, la de una mayoría profundamente aprensiva hacia esas fuerzas políticas que siguen siendo en buena medida, y como dijera Arendt, pura insania. En consecuencia y puestos a fracasar en nuestras expectativas una vez más, por lo menos hacerlo sin sentirnos devorados por los artífices de la frustración colectiva. Desde esta noche, de nuevo a esperar y, por salud mental, quizá con tapones en los oídos y mirando hacia otro lado.
PD: ayer, viernes, de nuevo Rajoy a la papelera. A partir de aquí, de nuevo justificaciones, análisis cojos, deducciones sesgadas y las responsabilidades, al vecino. ¡Lo peor es que, en los meses por venir, más de lo mismo!
Qué puedo decir a todo lo que suscribo?. Solo una objeción, tú no mirarás jamás a otro lado. Mejor sigamos con esos momentos que describiste en tu artículo del D.M., paréntesis que digo yo, y que tú lo contaste mucho más bello, denotaste tu disfrute.
Besosssss
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Ussp otra vez salgo anónima. Pilar Bonilla dixit.
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Pilar Bonilla: da gusto saber que sigues ahí.
Un abrazo
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Triste pero cierto, pero a medida que van desarrollándose los acontecimientos, más convencida estoy en que nunca estuvimos mejor sin gobierno … cómo circula un chiste por ahí, quizás para 2023 se pongan de acuerdo para nombrar a Chiquilicuatre de presidente 😉
Penny
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La bolsa está subiendo… Y ni te cuento mañana, tras el segundo fracaso…
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Parece todo apunta de nuevo al desgarro gran parte población sufre, asi como tb. para resto por otras razones….la identidad parece horizonte inalcanzable…en dónde se ha desconectado lo personal de lo social
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Y esta tarde, de nuevo sobre mojado…
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