Cambiar de domicilio obliga a una readaptación tanto más llevadera cuanto mayores las similitudes entre lo nuevo y cuanto dejamos atrás. Me refiero en concreto a costumbres y horarios, ubicación de determinadas pertenencias… En mi caso, una de las neurosis se manifiesta en la necesidad de conservar los hábitos clasificatorios y el almacenaje sin variar un ápice respecto al pasado, asumiendo -sería incapaz de otra cosa- que sustituir la posibilidad de encontrar lo que busco por la certeza de dar con ello, lleva aparejado un alto precio que se paga en inquietud y comportamientos compulsivos.
Archivos en carpetas varias, ordenadas numeral o alfabéticamente y, en lista aparte, una relación de cuanto contiene la letra efe o el 23; la agenda, electrónica y copia en papel por si desapareciese cualquiera de ellas… En cuanto a los teléfonos, por apellidos aunque se trate del tuyo propio. Mensajes y fotos del ordenador en pen-drive actualizado a intervalos regulares (fechas anotadas) para evitar el despiste y, los duplicados, ocultos en lugar seguro porque por algo se llaman copias de seguridad. Seis mil pasos diarios así caigan chuzos de punta, y las ocurrencias que puedan surgir durante los paseos, convenientemente registradas en la libretita que guarda cada chaqueta. Por todo ello, eso de que hay un tiempo para cada cosa como se afirma en el Eclesiastés, pues no estoy yo tan seguro teniendo además en cuenta que las libretas deberán ser revisadas periódicamente y las anotaciones archivadas, lo que quizá obligue a la periódica puesta al día del inventario temático.Tal vez sea cierto que en la disciplina está la clave de la eficacia, y que el caos puede transformarse en orden si se está dispuesto al gasto energético que ello comporta. Pero sucede que, para algunos (he conocido a otros cuantos sometidos a parecidas pulsiones), no es cuestión de elección sino obligada aceptación de una forma de ser, lo cual no evita que entre una y otra manía puedan añorar los tiempos -si acaso los hubo- en que eran felices e indocumentados o, para mejor precisar, felices por indocumentados y referidos estos a los que ahora guardan como si de tesoros se tratara. Y, para más inri, la paranoia agravada por la mudanza. ¡Vaya palo ser alguien así. Encima, entre embalajes!
¡¡Vaya fardo esa mudanza que te ha tocado¡¡¡¡ y ¿que dice
tu dulce y amorosa Luisa ?
Cariños a todos
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Ella encantada con la nueva situación si no fuese por el fardo que le ha tocado en suerte; es decir: yo.
Un abrazo a todos.
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