Estoy con Borges cuando sugirió que sólo hay unas cuantas metáforas esenciales y, entre ellas, el tiempo como río y su discurrir.Por extensión de ese fluir del agua como remedo de nuestra propia vida, me ha dado por pensar que la naturaleza entera, desde los sedimentos y estratos que pisamos y nos conforman (la memoria) a lo que ocurre sobre nuestras cabezas, de la luz a la noche, todo es pasajero y cambiante como el mismo existir, líquido en su tránsito.
Nubes, lluvias o arcoiris, brisas o tormentas, todo se deshace o se derrumba, que decía Hölderlin. Cualquier cosa que suceda, al poco se desdibuja, evanescente como nosotros mismos; nacimiento y fin como remedos del alba o el ocaso, surgidos ambos para terminar suplantados como la vejez hará con la infancia… Bajo tal perspectiva, una cierta relativización quizá debiera incorporarse a cualquier análisis y para ello basta con mirar en derredor. La otra tarde y de paseo al borde de la playa, me detuve un rato para contemplar, abstraído, las enormes olas. Se acercaban erguidas y amenazantes, enarbolando sus blancos penachos, iracundas de espuma hasta romper sobre una arena removida y arrastrada por la inclemencia sin matiz, sufrida… Un agresivo espectáculo el de aquel mar bravío que no daba tregua y sin embargo, cuando se retiraba, se diría que no había cambiado nada.
Mucho ruido y pocas nueces si se tomaba la precaución de observar la escena a una prudencial distancia. Pasados un par de días, las aguas tranquilas se habían reconciliado con la arena y ambas convivían sin ruido. Con ganas de divagar, me dió por equiparar lo visto con las tormentas políticas: de Cifuentes a la abortada moción de censura, de Rajoy a Puigdemont, de Jong-Un a Trump… Ganas de rizar el rizo, seguramente inspirado por los de las olas, días atrás. Resultará que para predecir el futuro bastaría con atender a lo que nos dicen, metafóricamente, claridades y sombras; bonanzas y huracanes… Sin dramatizar porque, a la tempestad, sigue la calma.
Si se puede decir que un artículo es «bonito», lo digo de éste; y lo afirmo porque no son sólo palabras entrelazadas con un sentido. Comparto que la mayor parte de cosas son efímeras, y quizás, como nosotros mismos .
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La mayor parte sí, pero no todas. Los recuerdos que ambos compartimos, por un decir…
Un abrazo.
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Hermoso Gustavo. Aunque me has roto el hechizo en tu divagación última con unos personajes zafios, caramba. Besotes!!
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