Por fin, el consorte de las trapisondas ha ingresado esta mañana, sobre las 08h., en la cárcel de Brieva (Ávila).
Sorprende su elección de una ciudad que no se cuenta entre las mejor comunicadas para que la Infanta Cristina pueda visitarlo con la asiduidad que sin duda dictaría su ciego amor. Tal vez Iñaki la haya preferido por pura españolidad con el consiguiente rechazo de Cataluña a diferencia de Torres, su mentor, o quizá la mayor tranquilidad del lugar y su clima invernal más frío y parecido al de Suiza hayan influido en la decisión aunque, puestos a lucubrar, no pueda soslayar una peculiaridad de Brieva que inspiraría el fondo del asunto.
Pudiera ocurrir que el ex-duque empalmado, según su propia caracterización en el pasado, sólo haya sido interferido por ese «ex» en lo referente al título nobiliario y, de seguir empalmado a la menor oportunidad (en erección, para los menos familiarizados con el culto lenguaje del delincuente), permanecer en una prisión de mujeres con un único y despoblado módulo masculino, cual es el caso de Brieva, podría parecerle un buen escenario para disminuir, a la mínima oportunidad, su necesidad de alivio. Bajo esta perspectiva, cabe suponer que la mayor dificultad para las conexiones con Ginebra sean para el susodicho cuestión menor y, de ser el caso, sólo cabe desearle suerte. Siquiera por lo que hace a su proclamada y orgullosa congestión genital.
Puede que haya un fondo de razón en lo que comentas aunque el problema pueda estar.En que las presas cobren por el servicio….
Saludos
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Debe tener un fondito, de lo que robó, para esas contingencias…
Un abrazo
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Un buen fondo seguro.
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Nunca creí ver a Urdangarín preso. Debe haber un acuerdo secreto con su cuñado.
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¿Un acuerdo? No creo que a Felipe le beneficie…
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No es de dudar que un preso como él pueda tener éxito en una cárcel de mujeres…
Puede que tengas razón, a ver los favores por dónde le vienen.
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Bueno, cuando llegue el gélido invierno abulense no creo que Iñaki el Empalmado pueda hacer honor al apodo…
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Una bragueta helada, lo peor para el amor carnal…
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Me resisto a invocar lo del árbol caído y en leña convertido, pues el tópico se me hace tan jodido como dicen que era la peste bubónica. Empezaré recordando la opinión (bastante generalizada) de que Urdangarín jamás pisaría la cárcel por-ser-vos-quien-sois. Pues bien: la está pisando.
La justicia (minúsculas, por favor) es una rutina autosuficiente, que se obedece a sí misma, o no, pero es ella quien decide. Como te lances contra la puerta equivocada -como en aquel programa de ‘Humor amarillo’-, te pegas una hostia de reglamento. Según parece, Urdangarín no supo calibrar que no había puerta, sino pared de ladrillos. Acaso el entendimiento no le daba para más…
Mi 2ª reflexión va para el juez Castro, un cantamañanas al que el traje le vino grande. El juicio de Urdangarín tuvo lugar en Palma, por esos azares de Dios, y le tocó al juez del lugar, q
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que no era el más listo de todos los jueces, sino el juez del negociado correspondiente. El tal Castro no era Braveheart, aunque él lo crea; era simplemente el juez de la plaza. En el escalafón de la judicatura, ¿para qué engañarnos?, una plaza periférica y menor. Fue juez instructor y lo demás no es asunto suyo.
La última, porque no quiero aburrir al personal, radica en la personalidad del chorizo. Urdangarín, chorizo. Parece obvio, ¿pero es cierto? He llegado a creer que más bien es un chuloputas codicioso, un mendrugo aprovechado, al que bastaba orientar la vela para recoger todos los alisios. Le fue bien en la medida en que políticos ful le largaban la pastizara, en realidad pequeñas comisiones de un negocio que no era el de Urdangarín, sino el de los políticos. Personalmente, me alegra más el encarcelamiento de Matas que el de Urdangarín: aquél sí que era un chorizo, era el que manejaba los fondos públicos (mis impuestos), para costearse sus gansadas y putiferios. No quiero, sin embargo, que se pudra en la cárcel; quiero verlo salir y entrar, entrar y salir, entrar otra vez, y entrar otra, y otra más, mientras yo disfruto de mi menesterosa libertad. Sigo pagando impuestos -para que los malgaste otro chorizo-, pero que Matas perciba la dureza de que la vida pasa y él la ve desde el trullo.
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No comparto el juicio (nunca mejor dicho por tratarse de un juez) que te merece Castro. Tuvo que enfrentarse a carros y carretas en defensa de lo que creía justo y en mi criterio le sobraban razones.
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