Convendrán conmigo en que, dejando a un lado sus indudables ventajas respecto a la comunicación cuando utilizados con mesura, los teléfonos móviles se han convertido para muchos en instrumento de alienación, y la viciosa adicción los/nos convierte en mercancía al servicio del negocio electrónico, haciendo evidente la paradoja de transformarnos, buena parte del día e incluso de la noche, en seres aislados a través de la interacción auditiva o visual que proporciona el aparato de marras.
Parasitados por el artilugio, eso de que nadie es una isla es ya afirmación que no pasa de obviedad desde que buena parte de la humanidad permanece abstraída en su compañía, al extremo de que si antes podía asumirse las conclusión de que cuando el sabio señala la luna el tonto mira el dedo, hoy sería más propio sustituir dedo por móvil.
Para refrendar lo anterior, bastará con fijarse en la actividad de los políticos, en Congreso o Senado, más atentos a la pantallita que a los discursos (evasión por otra parte, y en su caso, comprensible), o pasar de la curiosidad a la compasión por esa pareja de enamorados que han trocado la abstracción de una mutua contemplación por la que les brinda lo que tienen entre manos, que no invita precisamente al erotismo. Y por no hablar de los niños, cuya socialización futura va exigir de apropiados cursos cuando no de coach, porque la liberación supone, cuando presos, del oportuno entrenamiento.
Por todo ello, ¿y si se restringiese el uso a políticos en ejercicio, en la infancia o a los amantes? Podrán argüir que el aparato es de manifiesta utilidad, pero también lo son las vacunas, prohibidas en su día por el Papa Gregorio XVI y, ¿vamos a ser más papistas que el Papa?
Esa es la realidad pero lo que ha decidido Francia parece positivo
No sería posible que en determinados espacios (por ejemplo el Congreso o el Senado)los móviles no funcionen?
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No me parece mal… Un abrazo
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Toda la vida anduvimos por el mundo sin estar ‘geolocalizados’, al parecer inmunes a toda clase de desgracias horrorosas que, ahora, vaya por Dios, se han hecho extrañamente frecuentes y, sobre todo, urgentísimas. (No sé en qué puede ayudar que un fulano sepa, mientras va volando por la mitad del Atlántico, que su suegra tiene un orzuelo, pero en fin, cosas de los tiempos.)
Es obvio que determinados espacios tienen que estar libres de TELÉFONOS, no ya por lo molesto de las chicharras, sino porque los interpelados se sienten conminados a responder, interrumpiendo todo discurso circundante. En una sala de conciertos, en un teatro, ya bastan las salvas de toses compulsivas. ¿En una escuela? ¿Una llamada a un arrapiezo de 9 años, en medio de una clase? ¡Anda y que te ondulen con la permanén!
Ahora bien, ya no me parece tan indignante que se use el móvil (la pantalla) para obtener información que bien puede ser objeto de conversación. Servidor lleva casado (noviazgo aparte) 31 años. No es que los temas escaseen -ejem-, pero tampoco les viene mal un pequeño refuerzo externo. Así que de vez en cuando incurro en la costumbre de ver alguna cosilla digamos novedosa. ‘¡No me haces caso!’ – me recrimina. No parece compartir que sea por su bien.
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Una cosa es predicar y otra dar trigo, efectivamente… Nadie, ni incluso la consorte, acaban de asumir que si andamos con los ojos en la pantallita es por amor a la colectividad o esa pareja sin la cual ni tal vez el móvil tendría sentido. Yo lo dejo en la mesilla de noche pese a saber que es el modo en que un misil podría dar conmigo incluso mientras duermo.
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Yo voto !!! es un armamento altamente destructor tanto para los que lo utilizan de forma enfermiza, cómo a los que lo padecemos. Se observará que, independientemente, lo que agradecí, cuando aparecieron se ha convertido en pesadilla para esta individua. Besssssss
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Lo cierto, en mi caso, es que ha servido para acercar a la familia de otras latitudes. Que también conlleva contratiempos y desventajas; me he llegado a enterar en primer lugar de enfermedades y males menores que sus médicos de cabecera y otros allegados que conviven con ellos (recibir analíticas, RX, informes médicos, etc.). Bueno, esto lo justifico dado que mi profesión invita a las consultas de este tipo. Pero también me he visto involucrada en disputas del tipo: recordar el nombre de tal o cuál vecino de nuestros padres o abuelos (a cualquier hora del día o noche). Y ni qué hablar de los ex compañeros/as del secundario y universidad !!! De todas maneras, siempre está la posibilidad de silenciarles durante cierto tiempo….Es una tecnología que debemos aprovechar pero no dejar que nos absorba, y es lo que está pasando….Con lo bonito que es mirar a los ojos de nuestro interlocutor/a, y admirar todo el lenguaje no verbal que acompaña a sus palabras..!!!
Saludos, Gustavo.
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Pros y contras como en casi todo. .. un abrazo
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