¡Por mis cojones! ¡Porque me sale de los hue…! Me siento incómodo escribiendo lo anterior, aunque sea lo oportuno porque quiero referirme a ese machismo que no apela a la razón y emplea, por único argumento, el nacido de los genitales. Unos órganos que por otra parte y si nombrados como se debe -testículos, pene…- quizá restasen contundencia a la sexista imposición que revela, con toda claridad, que puede suplantarse el cerebro por las gónadas cuando el primero se ha vuelto inservible por no cuidarlo y ejercitarlo como se debe.
Frente a derechos fundamentales, y entre ellos libertad e igualdad de géneros, sustituir análisis y diálogo por menciones a la polla o al contenido escrotal es más propio de primates y así siguen algunos: la maté porque era mía o su equivalente, porque me salió de ahí y a las neuronas que les den si acaso supieron alguna vez de su existencia y cometido. Sin embargo, pretender un cambio de perspectiva y en consecuencia de comportamiento, se viene revelando empresa inútil con los tales y es que, por remedar al escritor Céline, cualquier tonto del culo -cualquier hijo de p…, podría precisar si estas líneas procuran bula para la grosería- se mira en el espejo y ve a Júpiter aunque, eso sí, con sus adminículos hipertrofiados y sobre la cabeza. ¡Faltaría más!
Pues bien, el pasado día 23 de este mes, la psicóloga Isabel Duque impartió en Palma de Mallorca una charla, ampliamente publicitada aunque no se permitiese la presencia de periodistas, bajo el título de «Chocho charla: empoderarnos desde nuestros coños» , y la verdad, con independencia de un contenido que pudo ser de gran interés, no parece que mencionar el coño como trampolín de reivindicaciones sea el mejor modo de colocar al machismo y sus cojones donde se merecen. De salir los ovarios a colación, por lo menos los machos y hembras descerebrados/as emplearían por igual sus órganos de producción hormonal en sustitución del pensamiento. Pero no: ellos la polla, a veces, y ellas la vulva o el más vulgar coño y, en ambos casos, un mal camino para empoderarse desde la inteligencia porque en este caso suena también a reprobable sexismo, pero desde el otro lado. Mal andamos si al feminismo no se le ocurre cosa mejor que imitar a los tradicionalmente opresores con sus cojones a modo de justificación y es que, por un decir, no creo que la admirable Clara Campoamor lograse, en 1931, el derecho al voto femenino proclamando a los cuatro vientos: ¡Por mi coño! En resumen y a mi juicio, un título impropio, rufianesco (y no miro a nadie) que hace de su autora remedo de esos con los genitales por montera y que la mayoría de nosotros/ellas, reprobamos.
El taco, la palabra malsonante que expresa el estallido de dolor o furia, pierde todo su valor cuando no hubo estallido, sino un estado perpetuo de mala hostia y pobreza expresiva. Ni taco parece, cuando se malvierte sin venir a cuento, como un latiguillo rijoso: caca, culo, pis. Con todo, me parece más grave que exista un ánimo insaciable de bronca, como si debajo de todo discurriese un amazonas de lava, y el lenguaje fuese incapaz de refrenarlo.
Era costumbre atribuir esa beligerancia al tráfico, a la crisis, a la injusticia… Sin embargo, cualquier minucia la suscita, como pueden atestiguar maestros, médicos, taxistas, cajeras de hipermercados, funcionarios: todo es incendio sin mediar chispa. ‘¿Quién coño eres tú?
¡Que salga tu jefe, que eres un mierda! ¿A que te zampo cuatro hostias?’
La cosa se repite todos los días y en todos los niveles. Antes existía una gradación entre enojo, irritación, enfado, etc. Ahora todo Dios está hasta los güevos y mataría por su prole. Antes solo se arrancaba la mala hierba, ahora se arrancan cabezas: todas son hijaputas. ¡Y todavía hay quien se pregunta cómo puede haber guerras civiles!
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Todo es amenazador, peligroso, ideado para joder… ¡Vaya panorama…!
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Completamente cierto!
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No se comparativamente como estamos con otros países pero para mi es casi imposible eliminar está situación porque cuando puede saber una mujer aunque su pareja no la trate bien que va a ser capaz de matarla?
Saludos
Arturo Rosa
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Ese es tema distinto, delicado y no resuelto. Y opino que, en alguna medida, por desidia de quienes debieran poner le coto arbitrando nuevas medidas, modificando el código penal. .. A la postre, para eso cobran, ¿no?
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Las hembras que imitan a los machos pierden su puesto en la sociedad …los varones que renuncien a su puesto como macho..ganaran en la misma sociedad
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De acuerdo, todo lo que linda con la grosería: actitudes, palabras, gestos…no sólo sirve para demostrar la poca o nula educación sino que incentiva una reacción de la misma categoría.
Violencia «cero» es lo que debemos conseguir para un bienestar general y mejor porvenir para esta sociedad.
Muy buen escrito.
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