Durante nuestra obligada estancia en Figueres (Girona) para resolver una dramática situación, decidimos una tarde ir a cenar, con mi hermano y las respectivas esposas, a Les Escaules, lugar que muchas décadas atrás frecuentábamos junto a nuestros padres, ya fallecidos. Pero fue llegar y allí estaban como antaño, sentados en la mesa que era un remedo de la de entonces; el escenario sin cambio alguno y, al fondo, la cascada que guardábamos con celo en la memoria, dando razón al aserto azoriniano de que, vivir, es ver volver.
Allí estaban; sentados y a un tiempo flotando en las aguas: del riachuelo precipitado desde treinta metros y las de unas súbitas lágrimas que evidenciaban el duelo renacido por aquellas imágenes del pasado en común, embalsamado y surgido otra vez en un presente de catarata y arboleda: sentimientos que alimentaban, con hilos de tristeza, los mismos colores que nos admiraban cuando sentados junto a ellos, acariciados por la puesta de sol y el murmullo del agua.
La sensación, mirándonos con mi hermano los ojos húmedos, no precisó de palabras porque ambos sabíamos que estábamos respirando a un tiempo su luz y sus cenizas.
La cena una delicia, aunque cualquier cosa, presos de la nostalgia entre verdes del musgo y espumas de recuerdos, habría merecido el mismo juicio. Pasadas ya un par de semanas, me pregunto si tendrá algún valor lenitivo, de consuelo, el trasladar la añoranza a un escrito. Pero he querido hacerlo para decirme también, y dotar de valor positivo a la tristeza, que estar vivos implica recordar. Y hacerlo en Les Escaules era un propósito que finalmente pude culminar.
Volver a un lugar querido y poder emocionarse de esa manera ha de ser una de las mejores experiencias para el alma que esta vida pueda deparar….Os deseo que podais disfrutar de muchos más momentos como ese.
Un abrazo.
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Gracias Rosario. Un abrazo
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Me reconozco en esta experiencia entrañable cuándo has vivido ya unos cuantos años. Si tuviera ocasión de volver a transitar a través de Figueres, me encantaría conocer esta hermosura, y vuestros sentimientos estarían presentes.
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Cuanta ternura en su escrito,me parece fantástico recordarlo de ésta manera,y con un paisaje extraordinario como demuestran las fotos.Siempre hay algún lugar que nos recuerda los momentos vividos con los que ya no están aquí.El remanso de paz de éste lugar,les acerco más al recuerdo.Vuelva cuando tenga otra oportunidada .Un abrazo.
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Volveré en cuanto tenga ocasión. Un abrazo
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