El tema está lo suficientemente sobado como para pretender la originalidad y, prueba de ello, algunas citas de conocidos intelectuales desde el remoto pasado hasta hoy. Según dijera Heráclito, todo proviene de la discordia; la realidad (Ortega) se ofrece en perspectivas individuales y en ocasiones (Machado) se inventa, lo cual tiene explicación si la verdad absoluta (Wagensberg) sólo existe en matemáticas. De todo ello podría deducirse que la ausencia de certidumbres podría no ser defecto sino un índice de madurez, y ejercicio que algunos –a la vista de los debates que se trasmiten- convendría que practicasen. Sin embargo, no deja de cansar el hecho de que las desavenencias se hayan convertido en regla, sin que de las mismas se origine un posterior acuerdo que mejore las posturas inicialmente encontradas.
Y no me refiero, por archisabidos, a los desencuentros políticos, pero es que no hay propuesta que se asuma por todos como positiva ni matices que valgan, lo que lleva al hartazgo tras comprobar que nunca bastan pruebas ni razones; la decisión no convence a cierto sector, unos querrán más, los otros menos y, de hacerse efectiva, cualquier coyuntura servirá para poner en entredicho la medida. ¿Ejemplos? Ustedes disponen de ellos a centenares: sindicatos y empresarios frente a la modificación del salario mínimo, hosteleros y vecinos del barrio en su juicio sobre las ampliaciones de las terrazas de bar promovidas en su día, evaluación de medidas antipandemicas según se trate del Gobiero o la oposición, del derecho a la autodeterminación, de las restricciones circulatorias en el centro de las ciudades o, por no hacer la lista interminable, la prohibición de cazar lobos y consiguiente discrepancia entre organizaciones ambientalistas y agrarias.
Las medidas, para unos acertadas y otros adivinando segundas intenciones, oportunismos, sesgos en los análisis y, demasiadas veces, opiniones basadas en conjeturas en lugar de evidencias. No obstante, la pretensión de las presentes líneas no es poner en solfa un inconformismo que podría procurar mejoras, y priorizar la unanimidad induciría a suponer que se dificulta la reflexión crítica, un camino oportuno para avanzar. Pero ¿siempre, y la mayoría de veces sin pacto ulterior que valga? Hasta la gorra, vamos, de poder anticipar sin sombra de duda la que se va a liar, sean galgos o podencos.
Y mientras vamos viendo ese teatrillo, el tiempo va discurriendo a la espera de que o bien caigan unos u otros o se nos olvide de que narices se estaba tratando en buen principio…
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Y nunca hay paraguas para todos…
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Entre una cosa y otra…
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Bien sabido la verdad absoluta es que solo sirve en matematicas,nadie cambiará por muy listo que sea que dos i dos son cuatro.Los politicos,unos blanco otros negro,ahora sí ahora no,siempre la incertidumbre.
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Suscribo y comparto la hartura, es indescriptible la sensación de estupefacción observar los derroteros en el que ya encontrar lo contrario es buscar una aguja en un pajar…
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