La mímica conforma un variopinto modo de comunicación y, entre los múltiples gestos faciales, la sonrisa ocupa un lugar especial no sólo por su polimorfismo, sino por los múltiples y a veces enigmáticos significados para el eventual receptor de la misma. Claro que hay otras formas no verbales de expresarse: desde los movimientos de hombros, dedos o cabeza, hasta el suicidio, pero por referirme sólo a alguna de las reversibles, la sonrisa, que puede desnudar los sentimientos o ser máscara para los mismos, ocupa un lugar especial por tratarse de un rictus capaz de vehiculizar desde la felicidad al odio solapado.
Es tema al que di vueltas durante la hora del paseo, días atrás. Una mujer de raza negra, joven, atractiva y a solas, estaba fotografiando los antiguos cañones que adornan la entrada de un edificio del Gobierno en mi ciudad; lo hacía moviéndose de un sitio a otro, desde perspectivas varias y, al mirarla, sonrió. Me pareció de entrada una sonrisa amable pero, al devolvérsela, siguió con ella hasta que me fui pensando si también pudiera ser expresión de disculpa, excusa o explicación, no fuese yo a creer… Quizá de complicidad o sólo la exteriorización de su gusto por el escenario, sin que mi presencia tuviera nada que ver. Después, durante el resto del periplo callejero, seguí intentando elaborar un listado de nuevas posibilidades. Hay situaciones en las que uno sonríe para sus adentros, por acuerdo o desacuerdo; sonrisa como preludio, displicente o despreciativa, para rebajar tensión o en busca de ayuda, gesto de duda o paciencia, de esperanza, desilusión, anticipo de risa, emocionada, pícara y en ocasiones máscara que disfraza el llanto a punto de emerger… Y en esas, recordé la que mencionaba Lezama en su novela Paradiso y que todos hemos presenciado en alguna ocasión: la terrible y deprimente de los limosneros cuando no reciben la dádiva que esperan.
También puede ser exponente de incertidumbre o, como decía la poeta Pizarnik refiriéndose al habla, pretexto para el silencio. En esa línea, la sonrisa como lenguaje mudo y sin falsedad, que sólo podría darse en el juicio sobre la misma por parte de quien la contempla. Tal vez concluyan que de la intención a su interpretación puede mediar un abismo insalvable de no mediar palabras. Y pudiera ser así. En cualquier caso, toda una satisfacción vivir rodeado de sonrisas si de una vez por todas podemos guardar definitivamente las mascarillas en el cajón, y es que cualquier sonrisa mejor que un antifaz para su ocultación, desde los pómulos a la barbilla, cuando andamos con ellas puestas en cualquier interior.
He aquí un magnífico resumen sobre la sonrisa en todas sus variantes. Conmigo has conseguido sacarme una bien gratificante. 🙂 o :). Besssssssss
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Excelente artículo. Abrazo y sonrisa… cómplice.
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Me alegra que te haya gustado. Un abrazo de vuelta
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Que contenta!!!también a mi me a sacado una buena sonrisa,casi igual que la guapa monita.Seguro que cuando ésta chica le devolvió la sonrisa,entre sus adentros debió pensar»»vaya con el señor tan apuesto y simpático «».Un saludo.
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O igual lo que pensó fue: «¡Vaya palo de sujeto…!». Un abrazo
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