Años atrás, bastante de lo que hoy acontece no parecía posible. Para jugar a la pelota era preciso disponer de un balón tangible, leer libros suponía tener entre manos papel impreso y, las declaraciones de amor, por carta o cara a cara si queríamos mirarnos a los ojos. Como todos –y ya con cierta edad encima- sabemos, cualquier otra ocurrencia era ficción que el paso de los años ha acercado a la realidad que conocíamos hasta mezclarse con ella y hacer, de los límites entre ambas, una frontera transitoria y tal vez en trance de extinción. La realidad virtual forma ya parte de la cotidianidad, al punto de que esa otra con la que convivíamos y en este nuevo escenario, pronto habrá que entrecomillarla.
No hace demasiado, me topé con la palabra Metaverso y supuse que se refería a la poesía, en paralelo a lo que entendemos por Metaliteratura. He tenido que vivir la experiencia propiciada por mis nietos para darme de bruces con el universo digital, saber de una nueva forma de socialización y aceptar que, a no tardar, términos como Metausted, Teleexistencia u otros que seguramente ya sobrevuelan el próximo futuro, entrarán a formar parte de nuestra existencia. El caso es que, como les digo, una tarde me colocaron las gafas de una máquina Óculus – así me dijeron que se llamaba, al terminar la vivencia- que permite visiones insólitas en un entorno de 360º. Inmerso en el nuevo mundo, fui rodeado por dinosaurios varios, apareció una enorme anaconda a pocos metros con el susto consiguiente, erupcionó un volcán y hube de transitar junto a algunos mamíferos destripados que intentaba evitar dando pasos hacia ambos lados y entre las risas de los preadolescentes testigos.
Seguí en la estupefacción tras quitarme el aparato. Después, ya sentado y libre de la pesadilla, lo visto me llevó a pensar que las mentiras pueden terminar también por parecer verdades, en otros ámbitos y sin Óculus de por medio. Los bulos crear opinión, las imágenes convenientemente distorsionadas transformarse en pruebas, y de ahí a apoderarse de nuestro devenir, individual y colectivo, tan solo un paso. En consecuencia, ¿qué nos espera? ¿robots para el amor? ¿confianza o temor a la inmortalidad que se perfila, en paralelo a esa medusa eterna de que hablan? E inmersos en nuevas dimensiones, como procura el Metaverso, ¿seguiremos viajando, envejeciendo, estudiando idiomas o rascándonos la cabeza si acaso nos pica? Si he de ser sincero, el Óculus ha sido también disparadero de dudas y me ha restado seguridad. Aunque sin duda, cualquier día de estos volveré a ponerme las gafas.
Tremenda experiencia mi amigo Catalan, por la que aun no he transitado, pero tu observacion ahora me incita a la prueba, nada que tus escritos son como un metaverso clasico que embriaga y entusiasma para seguirte leyendo, abrazos
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Mario, con lectores como tú no podré parar… Un abrazo.
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Grata experiencia contemplar y ver dinosaurios que te rodean, o te persiguen estos animalotes,este oculos debe ser una pasada.Yo que soy un poco miedosa serían sustos tremendos.Peró me gustaría!!!
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Cati: ¡pruébalo!
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Aquí te esperamos con las gafas
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Aquí te esperamos otra vez con las gafas.
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Tengo que prepararme…
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Desde luego, tienes una familia que te actualizan constantemente. Ya comentamos hace tiempo el regalo de Alexa, y ahora tus nietos dándote esta nueva experiencia.
Yo llegué a ver una película en 3D en el cine :), y supongo que nada que ver con la intensidad que relatas. O sea, que de momento sigo bastante al margen de esos mundos virtuales.
También, cuando apareció el término Metaverso, pensé igual que tú.
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Pilar: si conoces a alguien que te pueda introducir en ese nuevo universo, ya me contarás…
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Improbable que entre en este universo…Besossss
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Después…depende. Como siempre si el avance tecnológico sirve para aumentar nuestra capacidad de comportarnos como seres humano mejorando nuestra condición de ser miembro de una colectividad bien adelante. Pero si sirve para idiotizarnos, hacer daño, retroceder…mejor decantar este tipo de «avance» (?) única y exclusivamente tecnológico, es decir que si cualquier mejora científica no tiene trascendencia científica se convierte solamente, en una pirueta
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J. Cifre: de acuerdo contigo. Un fuerte abrazo y encantado de leerte en el blog. Seguimos, ¿no?
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De la saga Harry Potter hay unos personajes especialmente siniestros, los ‘denentores’, que te succionan el espíritu y te dejan el alma fané y desangelada. Preferiría mil veces, puesto a sufrir con los anteojos, a la anaconda. Sin embargo, bien mirado, ya hay unos cuantos dementores pululando por la tosca realidad analógica. Ya sufro lo mío sin ponerme las neogafas.
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Sí; la realidad puede ser también metaverso… Preferiría salir de un cabaret a que te dejen demasiadas veces, en cuanto escuchas a según quién, fané…
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