Entre la fe y el simulacro

La Iglesia acaba de echar, por pederasta y obispo de Mallorca mediante, al Párroco de Can Picafort. Y aunque en este caso ignore si lo propio es hablar de despido, suspensión de funciones o expulsión, sea como fuere, bien está que pague por sus desmanes siquiera a décadas de los hechos.

Sin embargo, llama la atención que sea el primer cura laminado (?) en aplicación de la «Tolerancia cero» pregonada por el emérito Benedicto. Si en el tiempo transcurrido desde el pronunciamiento es la primera decisión al respecto (el único precedente que recuerdo es el de Marcial Maciel, jefe de los Legionarios de Cristo), y considerando los millares de pederastas que siguen ejerciendo el ministerio -¿oficio?-, quizá habría sido más realista hablar de tolerancia uno. O dos.

Ocurre algo parecido a la distancia que media entre programas y hechos en el caso de los Partidos Políticos. Uno les vota, deposita su fe en la honestidad que publicitan y la confianza dura lo que un suspiro. Que la fe aguante en tantos millones de fieles, laicos o creyentes, más allá del simulacro, sí puede considerarse un milagro sin vuelta de hoja. En cuanto a la «Tolerancia cero», esperaré al despido número cuatro mil trescientos para asumir que el asunto va en serio y es, efectivamente, cero.

Acerca de Gustavo Catalán

Licenciado y Doctor en medicina. Especialista en oncología (cáncer de mama). Columnista de opinión durante 21 años, los domingos, en "Diario de Mallorca". Colaborador en la revista de Los Ángeles "Palabra abierta" y otros medios digitales. Escritor. Blog: "Contar es vivir (te)" en: gustavocatalan.wordpress.com
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