El editor acaba de remitirme las galeradas para una última lectura del libro antes de su publicación y, de paso, subsanar posibles errores. Ya saben: esa coma que falta, palabras repetidas en una misma línea, la metáfora que no hay quien la entienda y otras cosas por el estilo.
A decir verdad y tras ponerme a ello, concluyo que soy el menos indicado. Como autor de los fallos, estoy en mala posición para enmendarlos porque en otro caso, y más allá de eventuales despistes, no los habría cometido, ¿no creen? Reconocerlo parece una obviedad y, sin embargo, nuestros políticos no parecen haberse percatado de lo fácil que resulta tropezar una y otra vez en la misma piedra.
Yo precisaría de alguien preparado para semejante tarea, y nuestros dirigentes de una oposición capaz de enmendarles la plana cuando conviniese a la población. Con objetividad pero distinta perspectiva, sin buscarle tres pies al gato y sólo interesada en poner el punto y aparte donde conviniese. O el paréntesis. La pregunta es si estamos dispuestos a buscar a alguien que pueda echarnos una mano. Porque si no es así, los proyectos saldrán cojos a la calle; con una calidad más que dudosa. Y tanto lectores como ciudadanos se merecen algo mejor. ¿Voy a buscar a quien pueda ayudarme? ¿Existe esa clase de Partido en la oposición?