Un nuevo valedor amén de su abogado, quiero decir. En este caso otro cura, Pere Fiol, carga contra la denunciante de abusos sexuales y la acusa, en síntesis, de moral laxa, ligera de cascos y aprovechada. En pocas palabras: un remedo del juicio vertido por algunos repugnantes -jueces también- cuando aducen, para justificar acosos o violaciones, que algo habrán hecho las víctimas y que, en todo caso, andar con minifalda ya es en sí una provocación sin paliativos.
Da que pensar el hecho de que los «argumentos»que fundan la dignidad de la mujer en la forma del escote o la altura de los tacones, partan siempre de la derecha y el clero. Hace un par de días, en la Universidad Carlos Herrera, de Valencia, la clase sobre Doctrina Social de la Iglesia aportaba unas guindas más a esa visión propia de parafascistas. Resulta que ni en caso de violación estaría justificado el aborto, y el maltrato es un mero accidente que debe tomarse a título de inventario.
Y, no obstante, a esta derechona, en vez de vetarla, se la vota. Y a esta iglesia se la sigue financiando con dinero público aunque sea un semillero de oprobio. Después nos dicen que la libertad de expresión ha de permitir estas opiniones y sus contrarias, pero nunca hemos oído a estas últimas salir de sus bocas. ¡Valientes sinvergüenzas! Pero están ahí porque lo permitimos. No se nos olvide.