La organización asistencial ha de garantizar -so pena de convertirse en un remedo de lo que fue en el pasado- un diagnóstico precoz si el presunto enfermo ha acudido al médico; un tratamiento en plazo breve si lo precisa y, la secuencia terapéutica ulterior, en los tiempos que establecen los estándares para cada patología.
Pero ello no está sucediendo y, en consecuencia, ocurren muertes que pudieron evitarse. Una mujer, a quien se solicitó una colonoscopia, presentó metástasis hepáticas de su tumor durante el tiempo transcurrido hasta la exploración. A la disminución de recursos humanos puede atribuirse el hecho de que los programas de cribado para cáncer de mama no cubran al porcentaje de población de riesgo considerado aceptable, y la asistencia primaria, pilar fundamental, no se contempla como lo que es: un recurso sobre el que gravita la eficacia del dispositivo sanitario en su conjunto.
La pedagogía sanitaria carece de planificación y evaluación de resultados, y la población no tiene garantizada, por todo lo anterior y otras razones que exceden este espacio, la adecuada atención. Esto es lo que hay y, como respuesta de los responsables políticos, ocultación y evasivas. No merecen estar ahí. Porque no tienen ciencia ni -lo que es todavía peor- conciencia.