Al gabinete de abogados Osuna, sito en Écija, parecen motivarlo las distancias, sean geográficas o temporales. Dos de sus pleitos lo vinculan con la isla y, en ambos casos, por hechos sucedidos tiempo atrás. A toro muy pasado, por entendernos.
En uno de ellos representa a Ana Gallart, la valenciana que se reclama hija de March, mallorquín y una de las principales fortunas de este país en el siglo pasado.
Y menciono tal circunstancia por si tuviera algo que ver con la reivindicación de un coito subrepticio que, de probarse, sucedió hace 65 años que son los que cuenta la señora, aunque sus razones tendrá para tanta demora. En cualquier caso, que el asunto venga de muy atrás parece motivar a los de Écija, y lo digo a propósito de la segunda demanda. Esta vez, se piden responsabilidades al Estado por la muerte en Mallorca de dos fumadores y que los familiares, oportunamente asesorados, atribuyen al hábito. De nuevo unos cuantos decenios de por medio, que son los que los fallecidos dedicaron al humo.
Por no alargarme, soslayaré la polémica sobre las bases que puedan justificar el nuevo pleito, aunque no pueda por menos que considerar a los de Écija como un regalo del cielo en estos tiempos que corren, tan difíciles para hacerse con unos milloncetes si no se está en la política. Estoy por recomendar al Gobierno de Mallorca que los contrate para pedir una indemnización a Turquía y Argelia por los daños que hace unos siglos nos causaron sus piratas y corsarios. Tal vez el gabinete Osuna nos consiga gratis el gas natural. Y un algo en metálico que permita a nuestros dirigentes financiar su próximo desaguisado sin acudir al bolsillo del contribuyente.