Me referiré, una vez más, a esta Sanidad nuestra, que mantiene todavía altos estándares de calidad merced al pundonor de la gran mayoría de profesionales implicados. Más allá de unas innovaciones diagnósticas o terapéuticas que ya no se asumen con la agilidad de antaño, o de recursos humanos cercenados, los desaciertos políticos no han conseguido hasta aquí desincentivar un trabajo con fuerte componente vocacional, eliminar el estudio sin contrapartida económica y, en síntesis, la búsqueda de una perfección que permita verse con respeto al fin de cada jornada.
Sin embargo, en un post de días atrás ponía en solfa las generalizaciones, lo que vale también para el tema de hoy. Acabo de enterarme que, en determinado Centro de Salud, un determinado especialista mantiene determinado horario asistencial porque a partir de las once, minuto más o menos, se ausenta para atender su consulta privada. Si el usuario es citado a las doce (el Servicio central de programación no sabe de la peculiaridad) no será atendido, y con su protesta sólo conseguirá ser visitado otro día y más temprano. Esta vez la hora será fijada en el propio Centro, lo que pone de manifiesto que en el lugar existen cómplices del defraudador.
Tal vez pueda aducirse que el asunto no entraña grave perjuicio para nadie y sí pingües beneficios para el desaprensivo, lo que, por cierto, también cabe apuntar para Bárcenas y los sobres subrepticios. En ambos casos, lo intolerable es que la buena voluntad de una mayoría sea campo abonado para las piruetas del listillo de turno. ¿No habrá en ese Centro de Salud quien le ponga el cascabel al gato? Siquiera para que la indignidad no termine por contaminar a los inocentes.